AXEL KICILLOF 2019-2021

De la transformación profunda al minuto a minuto de la pandemia

Llegó con la promesa de reconstruir la provincia y se chocó con el covid-19. Espada kirchnerista, vacunación convertida en campaña y la obsesión del Senado.

Axel Kicillof llegó a la gobernación de la provincia de Buenos Aires rodeado de grandes expectativas, propias y ajenas. Con una campaña distinta, austera y descontracturada, logró arrebatarle el principal bastión del país a la dirigente con mejor imagen de la oposición, María Eugenia Vidal, por 15 puntos de diferencia. Su impronta y el respaldo de Cristina Kirchner para la nueva tarea generaron la expectativa de un cambio profundo y estructural para la provincia más grande y desigual del país, pero pasaron cosas y la revolución imaginada quedó sepultada bajo el coronavirus. El mandatario se abocó de lleno a la gestión en la pandemia, con una defensa cerrada de las medidas de restricción y el cuidado de la salud sobre todo lo demás. Conservó su gabinete, se mantuvo fuera de la rosca política y se concentró en su norte: atemperar el desastre sanitario. Montado a la segunda ola y con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina, la campaña que desvela a Kicillof es la de la vacunación; sabe que si le sale bien será, también, su campaña para los comicios de medio término, para los que tiene objetivo definido: invertir la correlación de fuerzas en el Senado provincial para encarar los siguientes dos años de gobierno con las herramientas para avanzar en la transformación que prometió.

 

Pese a su paso por el Ministro de Economía y por el Congreso, la de Kicillof era una cara nueva que llegaba al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Si bien era una incógnita cómo desarrollaría su gestión, había grandes expectativas de muchos sectores del electorado y del oficialismo en torno a los cambios profundos que podría llevar delante de la mano del respaldo de la expresidenta. Así lo proyectaba también el flamante gobernador. Durante su discurso de asunción, aseguró: “Hoy vengo a reconstruir la provincia de Buenos Aires. Para recuperar los derechos perdidos y también para transformar a fondo y en su estructura a nuestra provincia. Hoy es el primer día de una etapa diferente”.

 

Durante el primer año y medio de gestión, Kicillof se respaldó en su gabinete, conformado principalmente por hombres y mujeres de su entorno, y no se movió un centímetro de la postura de no abrirlo a otros sectores, como el de los intendentes o el Frente Renovador. Sin fisuras, pese a la crisis, mantuvo intacto el organigrama inicial, con la excepción de la salida de Fernanda Raverta del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad, en cuyo lugar quedó Andrés Larroque, un Cámpora puro. Especial relevancia tomaron el ministro de Salud, Daniel Gollán, y su vice, Nicolás Kreplak, las principales espadas del gobernador a la hora de defender las medidas sanitarias.

 

Con algo de dificultad y mucha ayuda, el gobernador logró sortear el que acaso haya sido el principal problema por fuera de la pandemia: el levantamiento policial de septiembre pasado, que dejó en offside a su ministro Sergio Berni (Seguridad) y sacó a la superficie la tensa relación que el gobernador mantenía con los intendentes peronistas del conurbano, esos que se quedaron eternamente esperando ser convocados a formar parte del gabinete.

 

Antirosca, Kicillof se ubicó lejos de los conflictos partidarios, internas y discusiones de poder. Su perfil, su decisión y las apetencias de La Cámpora, ese ejército con años de batalla en territorio que algunos definen como la nueva juventud peronista, se tradujo en el desembarco fuerte de Máximo Kirchner en la provincia, quien se erige como principal figura de articulación política, inaugurando una etapa inédita del peronismo en el poder, con una jefatura que podría denominarse de gestión en manos del gobernador y otra política, en manos del hijo de la expresidenta.

 

Sin embargo, aunque no entre en el barro de su propio partido, el gobernador es uno de los más duros a la hora de criticar a los dirigentes de Juntos por el Cambio, pese al diálogo con dirigentes cambiemistas con responsabilidad de gestión. Hace pocos días calificó a la oposición como “destructiva” y “mentirosa”. Fue, desde el arranque mismo de su mandato, dirigente insignia en la defensa del cristinismo en la grieta, incluso en tiempos de la triple alianza del AMBA que conformaba junto con el Presidente y Horacio Rodríguez Larreta. Al mismo tiempo, siempre se mostró durante todo el proceso de la pandemia prolijamente alineado al Gobierno central.

 

Ya cursando el año electoral y a las puertas del cierre de listas, Kicillof evita hablar de estrategias electorales o candidatos. Considera que en medio de la pandemia no es momento para eso y baja esa línea a sus funcionarios. Además, lo dicho aquí anteriormente: en la única herramienta para atemperar el impacto mortal del virus, la vacunación, se esconde la propia campaña. “Vacunar, vacunar y vacunar” y “El año de la vacunación”, sintetizó el propio mandatario. Su jefe de Gabinete, Carlos Bianco, dio a Letra P la otra clave del éxito: poner plata en el bolsillo de la gente. Para eso trabajan en poner en marcha una economía maltrecha y hecha trizas por el parate al que obligó el coronavirus.

 

Kicillof sabe que para sus próximos dos años de gestión es de vital importancia tener el manejo del Senado, que hoy está en manos de la oposición (tiene 26 de las 46 bancas). Por eso el foco está puesto en las secciones Primera, Cuarta, Quinta y Séptima, donde se eligen representantes para esa cámara. Con la llegada de un buen número de vacunas y una ordenada y rápida campaña de inoculación, el oficialismo confía en conseguir mayoría en el recinto que comanda Verónica Magario. Eso le permitiría avanzar sin trabas con las iniciativas que requieran de aval legislativo. Y de eso dependerá en gran medida, la suerte de sus próximos dos años de gestión y las chances de la reelección en 2023.

 

Rodrigo De loredo y Facundo Manes.
Federico Angelini revalidó con Gisela Scaglia el acuerdo que tenía con Maximiliano Pullaro por la Defensoría del Pueblo de Santa Fe.

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