Los intendentes peronistas del conurbano fueron clave en el triunfo de Alberto Fernández y de Axel Kicillof. De los dos millones de votos que el ahora presidente le sacó de diferencia a Mauricio Macri, un millón y medio salieron de los pagos chicos de los jefes y las jefas comunales de la Primera y la Tercera secciones electorales. Con ese aluvión de sufragios aportados a la causa, los dueños de los votos entraban a la nueva etapa llenos de expectativas, pero estas se fueron diluyendo con el tiempo. Salvo excepciones, no lograron ser parte del gabinete del gobernador; entregaron el PJ que supieron conseguir y a un año y medio del retorno al poder aún no logran extirpar una espina que les condiciona el futuro: la prohibición a las reelecciones indefinidas impuesta en tiempos de vidalismo. Sin embargo, dirigentes del conurbano profundo avisan que darán batalla para retener y ocupar lugares en la Legislatura bonaerense. Más aún: hay quienes se ilusionan con la llegada, por primera vez, de un intendente al sillón de Dardo Rocha.
El tiempo demostró que fueron excesivas las expectativas que generó en la dirigente municipal la contundencia del triunfo en 2019. El malestar surgió temprano, cuando, previo a la asunción de Kicillof, el 10 de diciembre, comenzó a conformarse el gabinete de ministros. Salvo raras excepciones en segundas líneas, no formarían parte. El hecho sorprendió. Como le dijo a Letra P en plena campaña electoral, el exministro de Cristina Fernández prometió gobernar “muy cerca de los intendentes”. Eso fue leído como una promesa de inclusión en el Ejecutivo; muchos se subieron las medias, pero terminó siendo foto carné.
Pese a las presiones, Kicillof no cedió. Llenó el gabinete de hombres y mujeres de su entorno, dio lugar a los enviados de CFK (Teresa García, Julio Alak y Sergio Berni) y a La Cámpora (primero con Fernanda Raverta, después con Andrés Larroque) dejando afuera a los intendentes y al massismo.
Este primer choque y posteriores cortocircuitos potenciaron el rol de Máximo Kirchner en la madre de todas las batallas, quien se erigió como principal interlocutor ante las demandas que llegaban desde los distritos y se fue consolidando como el articulador de la política provincial. El diputado continuó la avanzada y, luego de un pataleo inicial, los jefes comunales se alinearon y cedieron el control del PJ. Ahora, el líder de La Cámpora tiene la lapicera para el armado de las listas de aspirantes a cargos legislativos. La jugada dejó heridos, si bien en silencio algunos todavía dudan de si fue lo acertado entregar el sello partidario, el más visible fue el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray. Continúa en el FdT pero está distanciado y rompió el tridente que formaba con Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Mariano Cascallares (Almirante Brown).
Pese a todo, la dirigencia municipal, especialmente la de la Tercera sección, encontró su ritmo de funcionamiento, mostrándose como un bloque, tanto para las manifestaciones públicas sobre distintos temas como para llevar sus reclamos hacía adentro de la alianza gobernante. Se muestran juntos en actos y reuniones por Zoom y salen a coro a apoyar al Presidente y al gobernador. Saben que el peso político que ganan actuando en conjunto los ayudará a conseguir los objetivos comunes.
En ese nuevo mapa político, hay mejores posicionados. Es el caso del intendente Insaurralde, a quien Kicillof le delegó el manejo de Lotería: Omar Galdurralde es un hombre de su riñón. El lomense ubicó a Federico Otermín en la presidencia de la Cámara de Diputados y se convirtió en el enlace con Máximo Kirchner, oficiando de vocero de los intendentes e intendentas de la provincia.
Aunque con menos exposición, Juan Zabaleta (Hurlingham) quedó fortalecido, pero en este caso por el vínculo que lo une al primer mandatario. Los otros dos intendentes beneficiados fueron Gabriel Katopodis, cacique de San Martín y ministro de Obras Públicas, y Jorge Ferraresi, mandamás sin cargo de Avellaneda, ahora ministro de Hábitat y Vivienda.
Bendita reelección
Uno de los temas que desvela a muchos jefes comunales es la ley que prohíbe las reelecciones indefinidas. Buscan que no les impida competir por otro mandato en 2023. Voltear la Ley impulsada por María Eugenia Vidal y Sergio Massa, uno de los socios de la alianza de gobierno, parece poco probable. Otra vía es la judicial, planteando que no puede ser retroactiva: esperan un guiño para que a través de la justicia se contabilice como primer mandato el asumido en 2019. Pese al apoyo explícito y público de Alberto Fernández, aguardan e intentan apurar definiciones ya que consideran que todo se complicaría si la norma comienza a aplicarse en las legislativas de este año en las categorías de diputados, senadores, concejales y consejeros escolares.
Pese a mantener posturas disímiles, los intendentes y las intendentas han sabido confluir en objetivos comunes. Uno de esos será pelear por la máxima cantidad de representantes en la Legislatura; mantener el poder, de mínima, y con aspiraciones a ganar espacios. La discusión será directamente con MK, quien deberá hacer equilibrio entre sus ambiciones, la de los intendentes y las de su socio Massa, quien, de todos modos, delegó parte del armado mientras se enfoca en un plan nacional con la Casa Rosada como objetivo central.
La Primera sección elige senadores y los jefes comunales buscarán, de mínima, renovar las tres bancas que les pertenecen -Gustavo Soos (Merlo), Luis Vivona (Malvinas Argentinas) y Marta Pérez (Ituzaingó). Por la Tercera, que elige diputados, el FdT pone en juego diez bancas, gran parte de ellas también en manos de los intendentes –Fabiana Bertino (Esteban Echeverría), Susana González (Ensenada), Federico Otermín (Lomas de Zamora), Julio Pereyra (Florencio Varela), María Laura Ramírez (La Matanza) y María Cristina Vilotta (Almirante Brown). “Con la cantidad de gestos que hicimos en este tiempo, esperamos ser compensados en el armado de las listas y que nadie salga con sorpresas”, aseguró un funcionario de un distrito de la Tercera.
Todavía hay quienes se ilusionan con la llegada de un jefe comunal a la gobernación. “No es imposible”, afirman en el entorno de un jefe comunal de peso. Aunque reconocen que con Kicillof con posibilidades de reelección y Máximo Kirchner en la cancha será difícil.