La desilusión, más que el enojo, es mutua. Tantas veces identificados con un matrimonio a prueba de frustraciones, Alberto Fernández y el Grupo Clarín avanzan hacia un segundo año de confrontación pública. El Presidente no oculta su fastidio con el holding de Héctor Magnetto y le atribuye una parte de sus amarguras. Volvió a hacerlo la semana pasada, el mismo día en que admitió en C5N que Marcela Losardo estaba agobiada y quería irse. “Uno de los que menos quiere que la Justicia cambie es Clarín por la forma en que incide en los jueces. Incide de mil modos. Incide con lobby e incide con tapas. Así incide. Es una vergüenza lo que hace. No vamos a hacer ninguna ley nueva: vamos a aplicar las existentes; vamos a exigir que se cumplan el principio de defensa de la competencia, las leyes de defensa del consumidor”, dijo desde Olivos. “Clarín desafía a la Argentina todos los días. No es conmigo. Impone su poder a garrotazo limpio... no voy a entrar en ese juego”, agregó cuando Gustavo Sylvestre le preguntó si no se trataba de un desafío a su autoridad.
Aunque tal vez no lo admita, el exjefe de Gabinete que tantas veces discutió con Néstor Kirchner y Cristina Fernández por la incidencia del multimedios en la política, ahora les da la razón. Pasan los días y el fastidio del Presidente no cede. En el cuarto piso de la calle Tacuarí, donde Magnetto tiene su cuartel general, prefieren bajarle el precio a la confrontación y dejan trascender que Fernández ataca con “argumentos gastados”. Así como AF desconoce el comportamiento de un conglomerado de medios que siempre lo trató con guante de seda, entre los formadores de opinión del holding que acostumbraban a almorzar con él ahora prima el desencanto. No pueden creer que el mismo Alberto con el que compartieron larguísimas horas de coincidencias los defraude de esta manera desde la Presidencia y prefieren directamente no consultarlo más. Cada parte repara en lo que le conviene: Fernández no hubiera llegado al lugar que hoy ocupa si no se hubiera reconciliado con CFK y pedirle que serruche la rama que lo sostiene es una fantasía que sólo pervive entre las almas rencorosas del Grupo. Magnetto, que nunca fue amigo del Presidente y delegó esa tarea en su lugarteniente Jorge Rendo, suele bajar a su tropa una consigna que no se traduce en la pantalla. Dice que el gobierno de los Fernández no podrá hacer grandes transformaciones y se muestra menos afligido que durante los años de la batalla por la ley de medios. Sus coroneles, sin embargo, siguen tildados en el modo confrontación que entienden como el único posible para enfrentar al cristinismo.
Fernández apuntó al lobby del holding en los tribunales, pero en el gran diario argentino se hacen los distraídos. Niegan que Rendo se encargue de presionar a la familia judicial y afirman que el directivo que mejor relación tiene con Fernández extremó los cuidados desde que comenzó la pandemia y ya no fatiga despachos con el mismo ritmo que antes. “Está muy guardado”, dicen para aludir al embajador permanente de Magnetto ante la política.
La puja entre Clarín y el Gobierno tuvo en el último mes varios episodios que elevaron el malhumor del Presidente. El caso de los vacunados de privilegio que reveló Horacio Verbitsky fue el primero porque el diario venía siguiendo el tema para publicarlo el viernes 18 de febrero. Fernández se enfureció en México cuando comprobó que, pese a la salida de Ginés González García, el caso seguía dominando la agenda argentina y responsabilizó al Grupo por la situación. El vacunagate fue el hit más taquillero de Clarín en mucho tiempo y se gritó como un gol decisivo puertas adentro. No sólo por la primicia, sino, también, porque la empresa venía de incorporar periodistas después de una larga temporada de ajuste y éxodo.
Distinto fue el caso de la semana pasada, cuando el matutino decidió inscribir la declaración de Beatriz Sarlo en Comodoro Py bajo la saga del llamado “vacunatorio VIP” y provocó la furia de Axel Kicillof y los seguidores del Gobierno. En el cuarto piso, según le dijo a Letra P un directivo del holding, el título que eligieron desde la comandancia del diario, donde el odio en sangre con el kirchnerismo sigue dando alto, no cayó bien y hasta se pidió recomponer después la relación con el gobernador bonaerense. Ahora, la designación de Martín Soria en reemplazo de Losardo promete un nuevo capítulo de la pelea.
Fierros mediáticos
Se sabe que nada perturba a Clarín como las decisiones que pueden afectar su margen de ganancia. Por eso, en la Casa Rosada apuntan más que a la batalla mediática a las medidas del Gobierno para avanzar con la competencia y el plan de conectividad. Fernández reiteró en C5N que quiere que el sistema de cables se abra, que la transmisión de imágenes se amplíe y que se acaben los privilegios que beneficiaron a Clarín durante los cuatro años de Macri. Además, planteó que el macrismo desalentó a empresas como Telefónica y Claro. “Ojalá Telefónica se expanda. Cuanto más competencia tengamos, esas arbitrariedades y esas patoteadas van a ir cediendo”, dijo en referencia a la negativa de Telecom a cumplir con el DNU 690, que declaró a las telcos servicio público esencial y obligó a la industria a pedir autorización ante cada aumento de tarifas, como los que vienen ahora. Además, el Presidente volvió a agitar la eterna amenaza de que Carlos Slim desembarque finalmente con más fuerza en el mercado de las telecomunicaciones.
Alerta Slim. Fernández, con el magnate mexicano.
El holding de Magnetto sostiene que todo el sector de las telcos reaccionó de inmediato contra el decreto presidencial, pero lo cierto es que Clarín es el único que utilizó en su favor una cautelar del juzgado de Ricardo Bustos Fierro en beneficio de una operadora de la localidad cordobesa de Villa del Rosario y no retrotrajo los incrementos. Por lo demás, en el Grupo afirman que la competencia existe y lo prueban casos como el de la propia Claro, que ofrece el triple play en partidos como el de Vicente López.
El Gobierno, mientras tanto, defiende la política que tiene tres patas. Por un lado, el DNU 690 y el Plan Básico Universal y Obligatorio para celulares, Internet, Televisión por Cable y telefonía que está vigente desde enero y la Jefatura de Gabinete promueve pero las empresas esconden, según lo que dicen en el primer piso de la Casa Rosada. Por el otro, la resolución de diciembre pasado que elaboró la Secretaria de Innovación Publica, que conduce Micaela Sánchez Malcolm, y ordena a las compañías del sector compartir su infraestructura pasiva de red con sus competidores a cambio de un alquiler, lo que propicia la competencia. Dueño de los fierros también en ese rubro, Clarín es el más afectado.
A la derecha de su pantalla
La confrontación entre el Frente de Todos y el multimedios no es lineal: tiene idas y vueltas y, aunque pueda resultar inverosímil, en el holding también conviven varias familias ensambladas. El jefe indiscutido es Magnetto, a quien alguno de sus socios llegó a bautizar, en el momento más álgido de la batalla con el cristinismo, como “El siciliano”. Sin embargo, hacia abajo no todos se mueven de la misma manera ni al mismo tiempo. Así lo explican en el conglomerado desde hace tiempo y lo advierten también cerca de Fernández. Como siempre, la pantalla de TN es un caso de estudio para los funcionarios del peronismo. Dentro del tono de critica general al Gobierno, con la franja del prime time gobernada por voces afines a Juntos por el Cambio, se notan desde el oficialismo algunos desplazamientos. La migración hacia el canal de La Nación del antikirchnerismo visceral liberó a Clarín en varios sentidos. En primer lugar, quienes conocen el mercado afirman que las ofertas de la señal que produce Juan Cruz Ávila eran inalcanzables para los sueldos que paga TN. Por el otro, que la oposición envenenada con CFK se haya reagrupado le permite a la señal del Grupo invitar miembros del Gobierno con más frecuencia y distinguirse con poco de la línea talibán. En la Casa Rosada, cuestionan algunas columnas del diario que envenenan a Fernández, pero reconocen que TN cubrió con equilibrio esta semana la conferencia de prensa de Rosario Lufrano y Francisco Meritello sobre el retiro en efectivo de cuatro millones de pesos de la TV Pública. El discurso del macrismo ya tiene canal propio y en las cercanías de Magnetto creen que la derecha de la pantalla ya está saturada.