POR QUÉ CLARÍN NO AFLOJA

El negocio del periodismo de guerra

Los millonarios mimos oficiales no alcanzan para calmar la furia editorial del Grupo. Clics y rating. Halcones y prime time. CFK y el secuestro del Presidente.

Fue Cristina Fernández de Kirchner, ¿cómo no?, la que volvió a exhibir el rol que el Grupo Clarín juega frente al gobierno del Frente de Todos. Lo hizo cuando viralizó la nota de Alfredo Zaiat que sindicaba al holding de Héctor Magnetto como líder de una derecha empresaria, concentrada y oligopólica que decidió alejarse del destino del mercado interno. Interpretado de mil maneras, el llamado de atención público de la vicepresidenta a Alberto Fernández es un capítulo más de una tensión no resuelta con el gigante de las telecomunicaciones de la Argentina. Once meses después de aquella aparición del candidato Fernández en la alfombra de Clarín en el Malba y de sus alusiones amistosas a “Héctor”, las relaciones parecen por momentos tan tensas como cuando gobernaba Cristina y el rol de mediador que Alberto parecía destinado a ocupar con el contrato social queda devorado por el fuego entre las partes.

 

Existen en minoría, tanto en el ancho oficialismo como en el multimedios, los que creen que el Grupo y el gobierno deberían ser aliados naturales, como lo fueron entre 2003 y 2008, cuando el holding construía su realidad paralela para beneplácito de Néstor Kirchner y conseguía beneficios como la extensión de la licencia de Canal 13 o la fusión Cablevisión Multicanal. En la gerencia del holding aseguran que es un “disparate” decir que están desligados del mercado interno y que el 99% de sus operaciones están en Argentina. Incluso en el oficialismo están quienes aceptan que, más allá de la formación de activos externos y la sociedad de Magnetto con el financista mexicano David Martínez en Telecom, el negocio de Clarín sigue estando en el país: los abonados al cable, Internet y la telefonía; los suscriptores del diario, los auspiciantes y los consumidores cotidianos de todos los contenidos que genera el Grupo. De ser así, el derroche de energía del holding contra un gobierno que tiene en su repertorio el mercadointernismo no tendría razón de ser y el problema parecería ser más político o ideológico que económico, más allá de que Magnetto siempre esté exigiendo, por debajo de la mesa, que se le entregue o facilite alguna tajada extra de rentabilidad. 

 

 


AYUDAR A CLARÍN. Desde que asumió el poder, Fernández tuvo un par de gestos considerables en favor del multimedios, a tono con lo que él mismo les transmitió a sus directivos en el Malba, en agosto de 2019, cuando les dijo: “Yo ya aflojé, ahora tienen que aflojar ustedes”. El primero fue la regularización de la mitad de la deuda por publicidad oficial que Macri había dejado impaga con los medios de comunicación por 900 millones de pesos. Según dicen en el mercado, de ese total el gobierno pagó el 40% y el multimedios percibió alrededor de 80 millones de pesos, en línea con el porcentaje de entre el 18 y el 20% de la torta que recibe desde siempre por su peso. 

 

A través de los ATP, los empleados de Radio Mitre llevan tres meses cobrando la mitad de su sueldo con los fondos que el populismo expropiador destina a ayudar al sector privado en cuarentena y los de Clarín, dos meses.

El segundo fue el auxilio del ATP que incluye a gran parte de los trabajadores del Grupo. Los empleados de Radio Mitre llevan tres meses cobrando la mitad de su sueldo con los fondos que el populismo expropiador destina a ayudar al sector privado en cuarentena y los de Clarín, dos meses. Sin embargo, en el cuarto piso de la calle Tacuarí se quejan porque Canal 13 nunca pudo entrar en el programa de asistencia y Telefé, que es una multinacional, si lo hizo. Según pudo saber Letra P, Magnetto afirma que su conglomerado recibió un socorro total de 50 millones de pesos en concepto de ATP y su eterno rival, casi el triple.

 

¿RESCATANDO AL SOLDADO ALBERTO? El Presupuesto que Fernández destina no impide que los formadores de opinión del Grupo sigan acribillando al oficialismo durante las 24 horas, aunque la autopercepción de los directivos de la empresa es que lo hacen con “estándares profesionales” y en un esquema que alterna “voces más y menos críticas”. “No somos una oposición militante”, dicen. Como contraprestación, puede advertirse cierto cuidado con respecto a la figura de Fernández y las de sus colaboradores más íntimos, que tienen linea directa con gerentes históricos como Jorge Rendo y Martín Etchevers. El gerente de comunicaciones externas de Clarín va por su segundo mandato como presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) y desde ahí teje relaciones que exceden a las empresas que apoyaron la aventura de Mauricio Macri en el poder y hoy lo extrañan. Señalado como blanco por el egresado del Cardenal Newman y habitual damnificado de la cobertura de Clarín en el tiempo en que la UFI amarilla lo apuraba con informes sobre cuentas en Suiza, ahora el dueño del Grupo Octubre, Víctor Santa María, parece haber sellado un pacto de caballeros con los directivos del holding

 

 

 

Sin embargo, la artillería sobre Cristina Fernández y sus satélites sigue en niveles de alta intensidad y en la residencia de Olivos consideran que el fuego sobre el oficialismo también afecta al Presidente. Hasta hace no tanto, la vicepresidenta solía ironizar ante Fernández: “Ahí los tenés a tus amiguitos de Clarín”. Ahora, dicen, ya dejó los chistes de lado. 

 

Aunque pueda haber contradicciones, distintos tonos y hasta cierto componente anarquico en un gigante como Clarín, lo que se distingue y sostiene es una prédica permanente de las espadas del holding, que martilla sobre el imposible de una ruptura entre los Fernández. Es un esfuerzo majestuoso por capturar al Presidente para sus objetivos y alejarlo de Cristina; tal vez, un intento de rescatarlo para que sirva a los intereses de Magnetto. El último capítulo fue el documento a favor de una Mesa de Diálogo que fogoneó el nostálgico peronista Eduardo Duhalde junto a Graciela Fernández Meijide y que acompañó con entusiasmo la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que digita Clarín. La iniciativa flotó unas horas en las redes hasta que el Gobierno la desautorizó.

 

Entre la histórica milicia de Magnetto, nadie parece tener en cuenta que, durante los diez años en que Alberto fue panelista estrella de Clarín, muy lejos no llegó. Sin embargo, el fuego es constante y, aunque se dirige sobre todo a cualquier forma de cristinismo, termina abrazando también al Presidente, que varias veces contribuye con la novela de las contradicciones y la marcha atrás. 

 


 

 

LA TRAMPA DE LOS DUROS. Sin embargo, detrás de la indignación permanente y la presentación diaria del cristinismo socio de Fernández como una fuerza sencillamente “chavista”, “expropiadora”, “corrupta” y “autoritaria”, parece haber razones que exceden el rencor por el enfrentamiento del pasado. Según dicen en el Grupo, todo lo que sea ejercitar la rabia antikirchnerista rinde sus buenos dividendos en el rating y las suscripciones.

 

Según dicen en el Grupo, todo lo que sea ejercitar la rabia antikirchnerista rinde sus buenos dividendos en el rating y las suscripciones.

Entre los periodistas de TN consideran que la programación diaria busca por momentos un tono de moderación, pero se libera en la franja de las 22 horas para que ingresen al prime time los que gustan rociar al cristinismo con “bidones de nafta”, según la metáfora que un comunicador utilizó ante Letra P. Es, justamente, el momento en que las mediciones crecen y contrasta con otros programas que buscan alejarse de la línea dura y caen en rating, a veces mucho, con respecto al promedio general.

 

Lo mismo pasa en el diario: los columnistas que expresan el antikirchnerismo visceral son los que más clics generan y -mucho más importante en el marco de la nueva estrategia del diario- los que más suscriptores suman, dentro y fuera del país. El algoritmo detecta a los lectores que se conectan sólo para leer a determinados estrellas de la grieta y rápido reclama la suscripción de los que incluso no leen el diario el resto de la semana. Los que se suscriben, reconocen en el diario, son en su enorme mayoría los convencidos de la causa anticristinista, “Odiadores seriales” con las botas puestas dispuestos a pagar por un consumo que sostenga la moral más dura.

 

Así, Clarín parece haber quedado preso de su propia victoria. Dejó el centro en el que le gustó pararse durante décadas y ahora funciona como vanguardia opositora, a tono con el discurso del macrismo extremo. No puede salir del lugar al que lo empujó la confrontación con el kirchnerismo: no le conviene. Ya es la tribuna de doctrina de los indignados ante cualquier forma de estatismo, por más difusa que sea.

 

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