El ojo en la cerradura

La última cruzada del profeta

Ortodoxo anti K, Negri pugna por la unidad a la fuerza para obtener una banca en el Senado. La fantasía de ser vice de Larreta. Alianzas y guerras intestinas.

Candidato en casi todas las elecciones desde el retorno de la democracia, Mario Negri enfrenta un 2021 que podría tenerlo como figura central o como mero espectador. Internamente ya bajado del sueño de ser electo gobernador de Córdoba, hoy tracciona por la unidad de Juntos por el Cambio (JxC) para poder pelear por un puesto como senador nacional. Si la jugada le sale bien, la fantasía puede extenderse hasta la proyección como posible compañero de fórmula en la aventura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta; si sale mal, uno de los líderes parlamentarios de la alianza macri-radical habrá visto pasar definitivamente sus mejores años. Será el inicio de su curva descendente.

 

Negri nunca tuvo tanto poder como ahora. Es el vocero principal de la oposición en el Congreso, se sienta en la mesa grande de la alianza que puso a Mauricio Macri en la Presidencia, le ganó la pulseada a Alfredo Cornejo por el bastón de jefe en la Cámara de Diputados y es uno de los dirigentes de la UCR más valorado por sus pares. Logró sobrevida incluso después de la catástrofe electoral a la que llevó al radicalismo cordobés, cuando no logró un acuerdo con Ramón Mestre, fueron los dos como candidatos a gobernador y terminaron en un resultado penoso: el diputado con 18,8%, el entonces intendente de Córdoba con 11,6% y Juan Schiaretti obteniendo la reelección con más de 57 puntos. Un paseo.

 

Aprendizaje de esa experiencia o no, Negri entendió que la disputa interna con Mestre los empujaba directamente hacia el abismo y acercó posiciones. Hoy tienen un acuerdo para jugar del mismo lado de la cancha en la renovación de autoridades de la UCR de Córdoba. Enfrente tienen a Rodrigo de Loredo, presidente de ARSAT en la gestión Cambiemos y una figura de renovación en el radicalismo cordobés. Joven, con buena imagen en la provincia –principalmente en la capital- y con expectativas de jugar el partido grande en las legislativas de este año, Negri tiene en De Loredo un caso similar al que tiene con Martín Lousteau en el Congreso: una pelea pareja si el arma del duelo es la política, pero muy desigual si lo que se mide es la proyección y el futuro.

 

Que se doble y no se rompa

 

Solo si hay unidad y garantías de un triunfo Negri aceptaría la candidatura a senador y esa lectura nace de un cálculo bastante básico. Entiende que, si (JxC) va dividido como en 2019, volverá a ser segundo y, aunque obtendría igualmente una banca en el Senado, lo haría por la minoría y sin poder. Si eso así ocurriese, dejaría su rango de cacique en la Cámara de Diputados para aterrizar como un derrotado en la Cámara alta. Alguien que vive el día a día con el cordobés por adopción –nació en Entre Ríos- lo resume en una línea: “Si Mario llega al Senado por la minoría, van a mandarlo a una cucheta”.

 

Las fracturas internas que atraviesa la alianza macrista y radical, las presiones que ejerce Mauricio Macri desde cualquier lugar del mundo en el que esté, ya sea por redes sociales o por los Zoom de la mesa nacional de JxC; las aspiraciones de una gran cantidad de dirigentes que quedaron en el llano tras la ruidosa derrota de 2019 y las diferencias políticas entre ultras y moderados hacen de las PASO, tal vez, la única herramienta para sostener encendido el respirador de lo que fue Cambiemos. Córdoba no es la excepción: solo entre Negri, los Mestre –Ramón y su hermano Diego, diputado-, De Loredo, la senadora Laura Rodríguez Machado y los diputados Héctor Baldassi y Gabriel Frizza aparece una nómina de aspirantes por encima de las bancas que podrían obtener.

 

Acá aparecen nuevamente las presiones de Macri. Si entre esas figuras ya es difícil llegar a un acuerdo, el expresidente quiere sí o sí a Gustavo Santos encabezando la boleta de JxC, sea como candidato a senador o a diputado, pero en la cabeza. El exministro -luego secretario- de Turismo de la gestión macrista tiene un perfil que hace ruido en el PRO de Córdoba. De origen radical, pasó por la gestión provincial bajo los gobiernos de José Manuel de la Sota y Schiaretti. Fue el propio “Gringo” el que le recomendó a su amigo Mauricio a Santos para su gabinete. Hubo otro íntimo amigo consultado por Macri antes de ofrecerle el cargo: el ya fallecido Mario Pereyra, Marito, histórico y ultra conservador periodista de Cadena 3, autor de célebres definiciones como “pobrecito Pinochet”.

 

Por lo pronto, nadie se anima a descartar que Macri también pida por Oscar Aguad, más para dotarlo de fueros ante los avances de algunos expedientes judiciales que lo tienen como protagonista, como la tragedia del ARA San Juan o la condonación de deudas a la familia Macri en la causa Correo Argentino, que por lo que puede significar su nombre en una boleta.

 

El club de los moderados

 

Negri no volvió a tener un mano a mano con Macri desde que el Frente de Todos lo desbancó de la Presidencia. El puente Congreso-Casa Rosada fue traumático para el cordobés y para el entonces presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó. Ninguno participaba de forma alguna en la toma de decisiones y con demasiada frecuencia se veían en los medios y en el Parlamento defendiendo propuestas que no solo no sentían propias, sino que hasta les parecían pésimas ideas.

 

Ese desgaste hizo mudar a Negri a las costas menos macristas del macrismo. Un día de su agenda alcanza para verificarlo. El miércoles 3 de febrero aprovechó que estaba en Buenos Aires sin trabajo parlamentario y se preparó un raid por el club de la moderación: almuerzo con María Eugenia Vidal, café a la tarde con Rodríguez Larreta y cena en la casa de Corrientes con el gobernador anfitrión, Gustavo Valdés, y el de Jujuy, Gerardo Morales. A esta última cita se sumó Ernesto Sanz, exsenador, expresidente del partido, motor principal en la UCR para sellar el acuerdo con el PRO, hoy devenido lobista de grandes empresas.

 

Igualmente, la moderación en JxC es un calificativo que varía mucho. Por caso, las palomas Larreta y Vidal –y sus socios en el radicalismo- no lograron nunca encauzar la alianza hacia una posición más cercana al dialoguismo que pregonan. Cada reunión de esa mesa nacional terminó en un comunicado redactado por manos del ala ultra. La moderación en la oposición, hoy, es una declaración de principios sin pruebas que la sustenten.

 

Negri tiene un enfrentamiento personal con Cornejo y con Lousteau en el Congreso, las dos figuras con más peso en el partido que juegan con la camiseta de Enrique Nosiglia. A este trío busca disputarle la interna del partido con otra terna, la que conforma con Morales y Valdés. Pero lo curiosso es que es tan complicado el entramado de relaciones en JxC que, por caso, Lousteau y Nosiglia son, a su vez, rivales políticos de Negri y socios en la Ciudad de Larreta, a quien a Negri le gustaría acompañar como vice en 2023. Para más extrañeza: hay versiones en Córdoba que afirman que el jefe de Gobierno de la Ciudad le ofreció ese puesto a Schiaretti, el vencedor de Negri en 2019, convite que el gobernador cordobés habría rechazado.

 

A los 65 años, este profeta ortodoxo del antikirchnerismo siente que no está para otra guerra, que ya perdió muchas veces con el peronismo y que esa es una experiencia que no quiere volver a vivir. Necesita sí o sí de las PASO para ordenar la guerra intestina de JxC en Córdoba o, de lo contrario, podría correrse y quedarse con la jefatura en Diputados, hasta que alguien venga a disputársela. Sobre todo, si Schiaretti y el kirchnerismo cordobés logran acercar posiciones y firmar la unidad, una foto todavía muy lejana.

 

Los gobernadores de Juntos por el Cambio tienen un pliego de condiciones para negociar con Javier Milei.
José María Carambia, senador del bloque de Santa Cruz. Complica el cuórum a Victoria Villarruel. 

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