Omar Perotti cambió el rictus. De aquellas viejas denuncias de pacto entre el Estado y el delito que vociferó en el inicio de su gestión, pasó en las últimas semanas a una apertura política -convocatoria a la oposición mediante- impensada meses atrás. Pasada la mitad de su mandato, al gobernador de Santa Fe, que no tiene reelección, se le dio vuelta el reloj de arena, que ahora corre sin prisa, pero sin pausa. El incipiente reverdecer quedó en evidencia con la sintonía fina que el Ejecutivo trazó con el Senado, su principal enemigo desde 2019, para la aprobación del presupuesto.
Aunque en el debate judicial queda reboque grueso por limar, el segundo tiempo del gobernador y la Legislatura es otra cosa. Son varias las concesiones que la Casa Gris tuvo que hacer para que el cálculo de recursos y erogaciones fuera aprobado de manera unánime en la Cámara alta. El ministro de Economía, Walter Agosto, respetado por el grueso de los legisladores, jugó de interlocutor entre ambas partes y, a la postre, Perotti se abrazó a un presupuesto final cercano a sus intereses.
Tanto peronistas como radicales celebraron la novedosa postura del Ejecutivo. “Muestra de institucionalidad y respeto a la gobernabilidad”, remarcó uno de los jefes del Senado, el radical Felipe Michlig. “Que se entienda que el camino es el diálogo, ojalá sigamos en este camino”, abonó el peronista Armando Traferri, que en otra ocasión hubiera empuñado metralleta para dispararle al gobierno.
Tras la derrota electoral, Perotti no juega más en modo diablo y, así como el Senado rescata la figura de Agosto, Diputados pondera la muñeca del secretario de Gobierno Oscar Urruty. Ambos apuestan a acercar partes y tender puentes. Nada de romper y tensionar, máxima del gobierno hasta unos meses atrás. “Perotti tuvo las mejores semanas desde que asumió”, rescata a Letra P un diputado de la UCR.
En el caso del vínculo con el Senado, el cambio no deja de ser extremadamente simbólico. El cuerpo volvió a moverse en bloque y el peronismo en particular no jugó a la división entre leales y “no decentes”, palabra que le gusta utilizar a Perotti. El presupuesto, aún con las concesiones del caso, vio la aprobación con orden y sin sobresaltos. ¿Habrán quedado atrás los tiempos de guerra? ¿Florecerá la paz entre el gobernador y el bloque que lo enfrentó?
La aprobación legislativa no es el único gesto que puede dar cuenta de un reseteo entre Perotti y el Senado. Dentro de pocos días, el experimentado Carlos Bermúdez dejará la sensible Secretaría Administrativa de la Cámara para liderar el área de Comunicación del gobierno. Después de tentarlo en más de una oportunidad, incluso con el Ministerio de Gobierno, Perotti logra llevar a la gestión a una persona de su extrema confianza. Su tarea no se restringirá a los medios y la distribución de la pauta, cuentan sus cercanos. Viene a tender puentes que exceden la cartera, con actores y actrices de la política, propios y ajenos, y el empresariado.
Un perottista define a Bermúdez como el “(Juan Carlos) Zabalza de Perotti”, en referencia al reconocido dirigente socialista; una suerte de persona de consulta permanente del rafaelino. Rosarino, manejó el destino de los fondos de la Cámara alta durante diez años y nunca recibió un reproche de los senadores. Surfeó la guerra Perotti – Traferri con altura y ahora pega el salto. En su lugar asume Patricia Boni, asesora central del senador Rubén Pirola, un heredero de Traferri.
Tras la muerte de Miguel Lifschitz y el resultado electoral, la política santafesina desplegó un espiral de reacomodamientos que todavía no llegó a su fin. En el peronismo y en la oposición. Con la salida de Marcelo Sain de la provincia y esta pax aparente, ¿vuelve el gobernador tras sus pasos?