CÍRCULO ROJO

Eurnekian suma a IMPSA para reflotar Chihuido, pero le falta el cierre con el FMI

El Gobierno incorporó a la firma estatal como proveedora de la represa, que tiene como socia a su competidora Voith. Alemania financia solo con aval del Fondo.

El lunes 1 de noviembre, Eduardo Eurnekian entró a la Casa Rosada a una reunión con el jefe de Gabinete, Juan Manzur, pero pasó tan desapercibido que caminó delante de un móvil de La Nación + y la prensa no lo registró. El encuentro estaba agendado para las 11, pero el jefe de la Corporación América llegó con mucha antelación y debió esperar, algo incómodo, que avanzaran las reuniones que tenía agendadas el gobernador tucumano en uso de licencia. Fue, indicaron desde ambos lados, un encuentro protocolar, de menos de media hora. Eurnekian tenía la cabeza en Roma. El fin de semana, del otro lado del Atlántico, el presidente Alberto Fernández y el canciller Santiago Cafiero terminaban de definir con Alemania el avance de Chihuido, la represa que un consorcio que capitanea el empresario planea erigir en Neuquén.

 

El proyecto, una inversión de 2200 millones de dólares, dio pasos firmes en estos días, pero sigue pendiente de alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para destrabar su financiamiento. Una reunión bilateral con Alemania -país que financiará la obra- sirvió para trazar los siguientes pasos de la hidroeléctrica. Los encuentros de nivel político terminaron de rubricar algo que impulsaba el Ministerio de Desarrollo Productivo y se concretará: la participación de IMPSA, la empresa que el Gobierno estatizó hace unos meses y que tendrá un rol subsidiario en el emprendimiento.

 

La compañía mendocina de turbinas que fue de Enrique Pescarmona y que, después de varias desavenencias financieras, quedó bajo control estatal, ingresará como proveedor del consorcio que lidera la Corporación América de Eurnekian y que integran, también, Panedile (de la familia Dragonetti), Eleprint (la firma de Gustavo Weiss, quizás el próximo presidente de la Cámara de la Construcción), José Chediack e Hidroeléctrica Ameghino. El principal obstáculo que había para la participación de IMPSA era el rol de Voith, el socio alemán del proyecto, competidor de la empresa mendocina en la fabricación de turbinas. 

 

Un integrante del consorcio lo resumió así: el trabajo de Voith Hydro está valuado en unos 600 millones de dólares, pero Alemania garantizará el financiamiento del 85% de la presa (casi U$S1900 millones) a través de la agencia de crédito a la exportación Euler Hermes. Esa garantía baja considerablemente las tasas de interés a las que prestarán bancos internacionales, pero requiere que Alemania se asegure geopolíticamente su participación. El gigante europeo quiere mostrarle a China que puede competir en el mercado hidroeléctrico dominado, en la región, por firmas del país asiático.

 

De todos modos, la participación de IMPSA terminó cerrando a todos los interesados en la obra. El propio Eurnekian convenció a los alemanes de la conveniencia de incluir a la firma radicada en Mendoza, incluso antes de que se oficialice su estatización. Según fuentes del consorcio, su ingreso permitirá reducir costos logísticos. Queda ver cómo se integrará con Voith.

 

Como contó Letra P, Cafiero buscó blindar el ingreso de IMPSA en el proyecto durante la última cumbre del G-20, en Roma. Cafiero y la vicecanciller Cecilia Todesca participaron de la cumbre del presidente Fernández con Angela Merkel, de la que también formó parte su sucesor como canciller, Olaf Scholz. “Se recuperó el financiamiento alemán. Queremos que dialoguen Voith e IMPSA”, dijo Cafiero durante la gira.

 

Ese diálogo ya estaba sucediendo. El Ministerio de Desarrollo Productivo de Matías Kulfas mantuvo tres encuentros con representantes de Voith en el país y de IMPSA para acercar a las dos fabricantes de turbinas. La última fue hace casi un mes, el 15 de octubre. Según fuentes oficiales y del sector privado al tanto de esas gestiones, la participación de IMPSA es un hecho pero falta saber qué hará. Se descuenta que tendrá un rol subsidiario de la firma alemana, aunque queda saber si la asistirá con ingeniería o con trabajos más sencillos. “Hay partes que se pueden fabricar acá, pero no las turbinas ni los generadores”, dijo a Letra P un ejecutivo que forma parte del consorcio.

 

La estatización de IMPSA fue, quizás, la política más destacada de la gestión de Kulfas en Desarrollo Productivo. Fue un trabajo sigiloso que involucró también al gobierno de Mendoza y tuvo el aval de los accionistas privados de la compañía que contrastó con la fallida nacionalización de Vicentin. Desde ese momento, el Gobierno busca asegurarle trabajos a la empresa -una de las pocas en el mundo que hace turbinas- para mejorar su flujo de caja. Kulfas mencionó que podría abastecer, por ejemplo, a Fortescue, en la megainversión de U$S8400 millones que anunciaron para producir hidrógeno verde en la Patagonia. Para eso, sin embargo, falta y, mientras tanto, la compañía debe facturar.

 

Chihuido es la gran inversión que tiene en su cartera Eurnekian. Ganó la licitación hace años, pero la obra cayó en desgracia en medio del ajuste del macrismo. Gustavo Lopetegui, exsecretario de Energía del último tramo de la gestión de Mauricio Macri, les anunció al consorcio argentino-alemán que la obra no iba a concretarse como parte de la política de reducción del déficit fiscal que acordó el gobierno anterior con el FMI y que afectó a toda la obra pública. Suena irónico, pero no lo es: los contratos de financiamiento garantizados por Alemania de los que depende todo el proyecto están sujetos a que el Gobierno firme el nuevo acuerdo con el Fondo.

 

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