En medio del impulso de una nueva ley de biocombustibles, asomó la discusión sobre el alcance de la primarización de la soja, un dilema que atañe tanto al modelo agrícola como al mecanismo en el que apuesta su crecimiento el gobierno nacional casi con obsesión: las exportaciones. Mientras la industria del biocombustible apura con una norma superadora que reestructure y haga crecer ese mercado de valor agregado, las petroleras dan el aval pero en el fondo no es un negocio que les convenga.
El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, encabezó una reunión virtual con las cámaras del sector. Fue directo: les preguntó si existe consenso real para una nueva ley de biocombustibles a 15 años dado que en 2021 se vence la actual. Hay adhesión y un proyecto confeccionado por la Liga Bioenergética, compuesta por provincias productoras, entre ellas Santa Fe, de fuerte presencia en el biodiesel.
Todo quedó encaminado pero falta superar el filtro de las petroleras y la Asociación de Fabricantes de Automotores (ADEFA), claves en el porcentaje de corte de biodiesel y bioetanol que se quiere inyectar en los combustibles para los vehículos. Las pymes que elaboran el producto tras el crushing de las aceiteras pretenden ir por más, pero hoy las petroleras no llegan a completar lo que establece la normativa.
Lo cierto es que insertarse en el negocio de los biocombustibles no parece ser del interés de las petroleras porque la ley no permite tener más del 15% del segmento. Entonces suena ilógico que se metan en una unidad para gestionar sólo esa porción. “Los desincentiva tener planta bio”, definió un empresario del sector.
SACARLE EL JUGO. Sin embargo, la resistencia no se debe a un número de composición del biodiesel, o a un pedazo de la torta; discusión menor, puede decirse. El trasfondo tiene que ver con el modelo sojero del país, encaminado en el último tiempo hacia la primarización. Es decir, exportar la oleaginosa directa, sin darle valor agregado, y convertirla en alguno de la docena de subproductos obtenidos al romper el poroto, como el aceite que luego es transformado en biodiesel.
A las refinerías les conviene importar gas oil porque tiene menor costo que el biodiesel local y, además, lo importan a precio internacional mientras lo revenden a precio de barril criollo interno. Redondo como un poroto de soja. Así lo respalda el trabajo de una consultora que gira en manos de los empresarios pymes del sector, a quienes les choca esa premisa.
“El discurso petrolero apunta a que no se produzca biodiesel y que se exporte soja a granel, dicen, por una cuestión de rentabilidad del Estado por las retenciones”, explican desde la industria bio. En el Zoom con Kulfas, las empresas le mostraron una comparación entre exportaciones de soja sin procesar y de subproductos, y éstas multiplicaban la recaudación por mucho. Más divisas, más reservas, pago de deuda. Un participante de la reunión reveló que el ministro se sorprendió e hizo una anotación en su cuaderno.
Otro enfoque: al Estado le puede convenir el saldo de divisas entre exportar el poroto de soja sin procesar e importar el gasoil. Pero conduce a la reprimarización masiva de la soja, según apunta el estudio mencionado. Incluso ya se está yendo hacia eso: las exportaciones de soja sin procesar crecieron casi 50% entre marzo y junio pasado, mientras que los subproductos cayeron 10%. La agrodependencia actual de las exportaciones de origen primario no era tal desde 1986.
Sobre la alternativa de exportar soja sin procesar e importar el gasoil, las pymes dicen que, además de destruir la industria aceitera, va a incrementar la oferta mundial de poroto haciendo bajar el precio. Esto beneficiará a China que tiene todo preparado para quedarse con los mercados de aceite y harina que tiene hoy Argentina. El país ocupa en el comercio mundial el puesto uno en aceite y harina de soja y biodiesel.
La semana pasada un amplio abanico de sectores del campo presentó un proyecto junto a la UIA donde dejaron en claro que la exportación de granos con valor agregado “es la condición necesaria para empezar a salir de la crisis”. El presidente Alberto Fernández dice que también es su objetivo, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, afirmó que se deben “generar las condiciones para que crezcan las exportaciones”. La pregunta cabe justa: cómo se incentivará y, sobre todo, qué tipo de exportaciones.