Desde que el Presidente mudó todo su trabajo a la Quinta presidencial, Julio Vitobello se convirtió casi en su sombra. Sin diferenciar días de la semana de sábados y domingos, cada mañana, el secretario general de la Presidencia es uno de los primeros en llegar y casi el último en irse cada noche de Olivos, donde comparte la intimidad con Alberto Fernández, su amigo desde hace décadas.
Vitobello está en la macro y en la micro. En lo formal, su función primordial es asistir al Presidente en todo lo que requiera, ocuparse de tareas de ceremonial y protocolo, elaborar discursos o diseñar políticas públicas. Su ámbito de acción es de lo más variado: tiene bajo su ala desde la Agencia Nacional de Discapacidad hasta la autoridad regulatoria nuclear, se ocupa de la flota de aviones presidenciales y del estado de la Casa Rosada y maneja la agenda presidencial.
En la práctica, el temario es más amplio. Vitobello forma parte de la histórica "barra" de amigos del Presidente, que completan el embajador en Uruguay, Alberto Iribarne; el secretario de Culto, Guillermo Oliveri; el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, el embajador ante los Estados Unidos, Jorge Argüello, y el diputado y ex embajador ante el Vaticano Eduardo Valdés, el jefe del bloque de legisladores porteños del Frente de Todos, Claudio Ferreño; el titular de la Sindicatura General de la Nación, Carlos Montero; y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, único radical del grupo.
Todos fueron, de alguna manera, siguiendo a Fernández en las funciones que fue ocupando a lo largo de su carrera política. Con el Presidente, Vitobello integró la lista de legisladores porteños que, en 2000, fue adherida a la fórmula Domingo Cavallo-Gustavo Beliz para la Ciudad. Cuando Néstor Kirchner desembarcó en la Rosada, en 2003, y Fernández se convirtió en su jefe de Gabinete, parte de ese grupo pasó al Ejecutivo nacional. Vitobello fue nombrado encargado de la Oficina de Coordinación y Evaluación Presupuestaria de la Jefatura de Gabinete, que conducía el actual Presidente.
De la mano de Fernández, Vitobello llegó a la intimidad de Olivos. Reconocido por sus habilidades futbolísticas e hincha "enfermo" de River, se integró a los partidos de los viernes y ahí forjó una relación estrecha con Kirchner. Con el tiempo, Cristina Fernández de Kirchner también le tomó aprecio personal. Aún cuando había desembarcado en el gobierno kirchnerista de la mano de Fernández -y le hizo saber al kirchnerismo que su renuncia estaba a disposición una vez que el ahora Presidente dejó la Jefatura de Gabinete y rompió relaciones con Cristina-, Vitobello se quedó en el Gobierno. En 2009, pasó de la Sindicatura General de la Nación a otro lugar clave, la Oficina Anticorrupción, por decisión de la propia Cristina.
Vitobello cuando juró como funcionario de Cristina (Foto: NA)
El vínculo con Fernández se mantuvo siempre vigente, aunque Vitobello siguió teniendo acceso a Cristina hasta diciembre de 2015, cuando perdió todo contacto. Recién la volvió a ver en el acto de cierre de campaña de la dupla Fernández-Fernández, que se celebró en Rosario, en agosto de 2019. La vicepresidenta lo saludó con el afecto intacto, en la carpa VIP ubicada detrás del escenario. Vitobello se sorprendió. "Los K valoran mucho los últimos cuatro años y Julio nunca se abrió", dice un conocedor de la intimidad presidencial. Tampoco disparó nunca contra el grupo protegido por la ex presidenta, La Cámpora, que considera que fue "injustamente demonizado".
El Presidente, con su grupo de amigos, durante un almuerzo e Casa Rosada.
El secretario general de la Presidencia nunca acompañó a Fernández en su pasos por el massismo ni por el randazzismo. Cuando el peronismo atravesaba el desierto político, en pleno gobierno de Mauricio Macri, Vitobello, Argüello, Oliveri y otros le plantearon una idea alocada a Fernández: "Tenemos que lanzar tu candidatura a presidente". Pero el ex jefe de Gabinete se puso a trabajar para Cristina. El resto de la historia es conocida.
En la campaña presidencial, los históricos se mezclaron con los más jóvenes. Sin pedir un lugar concreto, Vitobello, de 63 años, sostenía la idea de que los amigos estaban "para ayudar" en lo que Fernández requiriera, a organizar el corazón del albertismo mientras las figuras más nuevas ponían la cara en los medios. Ni en ese momento ni después de desembarcar en la Rosada, en una oficina del primer piso ubicada muy cerca de la del Presidente, levantó el perfil. Silencioso, meticuloso y "muy celoso de su trabajo" y de las áreas que abarca, Vitobello fue, por ejemplo, el artífice del viaje del Presidente a Israel por el foro en memoria del Holocausto y se subió a un tramo de la gira europea. Discreto, omnipresente, no da entrevistas y en Olivos participa de reuniones con gobernadores, intendentes, ministros y empresarios. Como en la Casa Rosada, donde figura en la lista acotada de los que tienen acceso libre al despacho presidencial.