“Es Mauricio peronizado, pero ya es medio tarde”, describió un CEO del Rotary Club mientras comía un bombón hacia el final del almuerzo que encabezó el senador Miguel Pichetto. El referente de Alternativa Federal llegó al estrado a mostrarse “colaborador” de Macri y de Cambiemos, a jugar fuerte denostando al kirchnerismo y, sobre todo, a tallar la tumba del espacio político del medio tal como alguna vez lo soñó. Cumplió las tres premisas y convenció, aunque la mayoría lo observa como “un político de años que dice lo que quiere y está sin chances reales en la próxima elección”.
La única vez que el auditorio congregado en el subsuelo del Hotel Sheraton de la avenida Córdoba aplaudió convencido fue con la invitación a la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. La segunda, con Pichetto. “Es bicho, sabe que acá reinan los conservadores y casi que vino a decir lo que queríamos escuchar”, admitió uno de los socios, propietario de una empresa de salud.
“Capitalismo moderno, inteligente, ésa es la visión que debería tener Argentina”, explicó Pichetto y levantó apoyos masivos, los cuales reforzó diciendo que “hubiera sido bueno una unificación del peronismo que jugara en el sistema”. Antes, había respaldado a las Fuerzas Armadas, a las que despegó de "la imagen de la dictadura”, y fue crítico con el tratamiento que un medio en particular, el diario La Nación, le dio a una noticia vinculada a la inmigración peruana en el país. Seducción absoluta. Llegó, incluso, a cuestionar algo que el establishment también repudia del gobierno de Cambiemos: la inversión social. “El Gobierno ha hecho kirchnerismo blanco en materia de política social", aseveró.
En el inicio de la charla, Pichetto aclaró: “Colaboró” con el Gobierno “en lo que pude y en lo parlamentario porque era un gobierno en minoría”. Y completó que “éste es un escenario de incertidumbres, pero el Gobierno ha controlado el tipo de cambio y eso le da oportunidades en lo electoral". Para el senador, “Macri tiene chances de ser reelecto” y eso es posible por todos los esfuerzos que las dos puntas de la grieta hicieron para eliminar la posibilidad de que se generase un espacio del medio. De todos modos, en cada una de sus palabras, Pichetto sonó más como opositor al kirchnerismo que a Cambiemos. “Está todo bien con eso, pero muchos años respondió a un esquema vertical”, disparó otro de los CEOs que degustaba la carne de cerdo con papas y malbec Rutini del ochentoso menú del Sheraton.
Se vio eso en toda su ponencia y a la hora de las preguntas, coordinadas por la periodista Clara Mariño. Del total de preguntas, más de la mitad coincidían. Se lo marcó la periodista. “Me lo imagino”, respondió el senador. Querían saber sí había chances de desaforar a la ex presidenta Cristina Fernández para que se proceda con una hipotética detención. “Yo la quiero ver fuera de la política, pero ya expliqué que el desafuero es un tema de preservar las instituciones”, contestó. Pero no soltó la presa y dijo que el kirchnerismo de CFK maneja las cuestiones a dedo como ningún espacio político en el mundo. Y recordó que hasta el PRI mexicano dejó esas prácticas de lado.
Otros tiempos. Lavagna y Pichetto, juntos.
Si bien dijo que respeta a Alberto Fernández y lo describió como un hombre de la política, le pegó duro al ex ministro y pre candidato bonaerense por el post kirchnerismo Axel Kicillof, porque “tuvo cepo, fundió a la construcción y paralizó la industria”.
El resto fue la crítica a Roberto Lavagna, a quien le atribuyó la destrucción de Alternativa Federal (“No tiene visión política”) y la consagración de Juan Manuel Urtubey como el candidato del espacio. Respecto a los que no están adentro, como el caso del tigrense Sergio Massa, se jugó a decir que “el resto de Alternativa Federal va a jugar la más cómoda, van a apoyar a la fórmula Fernández-Fernández”.
Para los rotarios, toda la construcción de Pichetto tiene un problema central. O varios. El primero, que para votar filo macrismo ya está el original. El segundo, que el fracaso de Alternativa Federal como construcción la transformó en una fuerza con escasa intención de voto y nadie vota a candidatos sin votos. Lo admitió el propio Pichetto cuando aseveró que el kirchnerismo y el Gobierno fueron exitosos en la exacerbación de la polarización. Quizás la respuesta esté en lo que comentó, a la salida, un empresario alimenticio: "Está buscando que el Gobierno le dé algo si Macri vuelve a ganar".