El anuncio del ingreso al salón de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, logró lo que pocas veces ocurrió en el seno del Rotary Club. Los socios de la entidad se pusieron de pie y aplaudieron enérgicamente. La convocatoria a los almuerzos de la dirigente que el propio Círculo Rojo describe como “la niña mimada” consiguió, además, otra marca histórica: en una organización que no acepta mujeres, hubo por primera vez una nada despreciable participación femenina.
Cuando Vidal entró al evento en el Sheraton Córdoba, su look sorprendió pero no aminoró las loas. Jeans y suéter en un club con códigos añejos que, por ejemplo, no permite que los caballeros no usen corbata en las veladas. “Yo sé que éste es un lugar con compromiso social, por lo que sé que van a entender que no es un desaire que venga con jeans y botas. No hice tiempo a cambiarme”, explicó la funcionaria y agregó que el outift respondíó a que venía “de recorrer tres barrios”. Contó luego que demoró unos minutos la llegada por su paso previo por Puerta de Hierro y San Petersburgo, dos conglomerados del municipio de La Matanza, territorio históricamente peronista en el que Cambiemos ha puesto todas las fichas para recuperar imagen y contactos. “Tiene algo de peronista ella”, bromeó incluso un CEO de las telecomunicaciones en charla con Letra P luego de la ponencia de la mandataria en el marco del ciclo rotario intitulado “Qué pretendo de la Argentina”.
Casual. Vidal explicó los jeans en un ámbito tan recoleto. "Vengo de recorrer tres barrios".
La descripción, algo caprichosa pero aceptable y comprensible en el llano del establishment, refleja a la perfección lo que Vidal representa hoy para el Círculo Rojo. Más que una candidata para 2019, un reaseguro en imagen de las posibilidades del presidente Mauricio Macri de ser reelegido en los próximos comicios.
“Está en campaña”, sintetizó un histórico hombre de negocios vinculado a la ruralidad. Es lo que se percibió, pero Vidal no está en campaña por ella sino por el propio Macri, a quien no se olvida de mencionar en casi cada paso discursivo que encara.
En esa línea, jugó al fleje político casi de manera innecesaria cuando la periodista Clara Mariño, entrevistadora del Rotary, le preguntó qué haría en el hipotético caso de que Macri no quisiera ir por la reelección y la llamara a ser candidata: “Le contesto que no. Eso, primero, no va a pasar. Mauricio va a reelegir y todos vamos a trabajar para que así sea, porque tiene una tarea pendiente por concluir”, expresó Vidal y sorprendió por lo brusco de la negativa, cuando aún queda mucho hilo en el carretel de la gestión y mucha turbulencia en el frente de Cambiemos, antes de recalar en el objetivo central de volver a gobernar por otro cuatro años. Pero no se quedó allí y apuntó que, “entre los valores que tenemos que recuperar no solo están el esfuerzo y la excelencia, también el valor de la palabra, y yo les di mi palabra a los bonaerenses. Les dije cuando asumí que iba a romper con este mandato de que el gobernador es candidato a presidente. Porque eso le hizo mucho daño a la provincia y a los bonaerenses Y con el Presidente pudimos cumplir las dos promesas: ni soy candidata a presidenta para la próxima elección ni él hizo lo que hicieron los demás presidentes, que fue enfrentarse con el gobernador de la provincia. Trabajamos como un equipo que se conoce hace diez años y ese equipo no es una persona”.
La escuchaban desde la mesa central que compartieron con la gobernadora el presidente del Rotary, Luis Ovsejevich; el salteño José Urtubey (UIA-Celulosa), Juan Pablo Maglier (La Rural), el abogado laboralista Julián De Diego, Martín Cabrales y el encuestador y sociólogo Eduardo D ´Alessio, que dio uno de los datos salientes de la jornada. “La gobernadora subió dos puntos en imagen en las últimas semanas, pasó del 54% al 56-57”, aseveró. Letra P consultó las razones: “Ahí está, ahí la ves”, apuntó con cierta imprecisión en el detalle, pero que grafica la visión que el Círculo Rojo tiene de Vidal. Un liderazgo carismático dentro de la lógica de un gobierno y una alianza política que adolecen de simpatías populares fervientes. En ese terreno, Vidal cosecha lo que Macri deja en el marco de la crisis económica y política actual. Juega a su favor un discurso de campaña medido, casi cronometrado para coincidir los remates de frases con el aplauso. Juega a su favor, también, la intención de no disimular en exceso los problemas. “Qué momento para contestar cómo veo a la Argentina”, disparó cuando le pidieron que diera su punto de vista. Y hasta admitió que “puede que estemos lejos de la esperanza del país que había cuando asumimos en 2015”.
Explicó el acuerdo con el FMI diciendo que no hay mirar quién presta, sino qué se hace con el dinero, y se refirió de manera directa a la ley de tarifas que se debate en el Senado. “Mañana o pasado, cuando el Presidente vete la ley, nada habrá cambiado en relación al esfuerzo que tiene que hacer la gente para pagar las tarifas", explicó. En paralelo, deslizó una lectura propia de la situación conflictiva de la economía y defendió el gradualismo: “Los ajustes violentos generan recesiones y después necesitan más ajuste. Hicimos un camino medio. Todo lo despacio necesario para que la gente sufriera lo menos posible". El resto del tiempo para fue para el sostenimiento de la épica “contra las mafias” y golpes directos a los esquema convencionales de la política. “En 2023 no va a quedar más barones del Conurbano. Se acabó la reelección indefinida", dijo.
Con el mismo entusiasmo con el que entró, Vidal dejó el salón del primer piso del hotel céntrico. Saludó y fue interceptada casi como una rock star. Hoy, la gobernadora es la llave que el establishment ve como punto de conservación de la hegemonía de Cambiemos. “Ella lo ayuda a Mauricio, lo respalda. Macri va a llegar a la reelección, los que no sé es si vamos a llegar somos”, bromeó un industrial al terminar el convite. Ésa es la foto actual.