ROSARIO (Corresponsal) Pese a que no es la única provincia en la que se sufragará el domingo, Santa Fe se robará todas las miradas. El territorio que gobiernan el socialismo y sus aliados desde el año 2007 concentra casi el 9 por ciento del padrón nacional. El oficialista Antonio Bonfatti y el peronista Omar Perotti corren con ventaja y el radical macrista José Corral arranca desde atrás.
Bonfatti ya fue titular de la Casa Gris entre 2011 y 2015. Ganó las PASO en el nombre por nombre, pero quedó por debajo de la suma de los dos candidatos del PJ, Perotti y María Eugenia Bielsa. Por ese motivo, debió ensayar una estrategia ancha a partir de mayo. Por un lado, le tocó mimar al voto progresista e independiente que recibió la ex vicegobernadora y, por el otro, seducir al voto anti peronista que obtuvo Corral. Nada fácil.
El presidente de la Cámara de Diputados hizo una muy buena elección en las ciudades del interior, pero en las dos localidades más importantes de la provincia, Rosario y Santa Fe, no estuvo a la par de los candidatos locales. Por ese motivo, la tónica fue pegarse a las figuras del vencedor de la interna rosarina, Pablo Javkin, y el capitalino Emilio Jatón, que arrasó en las PASO. Bonfatti no puede no vencer o, al menos, no ser competitivo ahí, en esos terrenos.
Como otra pata de la última campaña, el candidato se coló en todos los actos e inauguraciones de obra pública que lideró el actual gobernador Miguel Lifschitz. Con buena imagen y una gestión ampliamente reconocida, el mandatario cortó cintas de hospitales, rutas y más en diversos puntos de la provincia. Bonfatti siempre estuvo ahí, como garante de la continuidad del proceso.
Pero el socialismo tiene un talón de Aquiles al que no le encontró la vuelta. La inseguridad y su vínculo con el narcotráfico le bajan el precio a cualquier otro logro. Los opositores se lo recuerdan una y otra vez, es su caballito de batalla. Durante la gestión Bonfatti, Santa Fe tuvo su mayor tasa de homicidios. El ex gobernador se defiende, enumera valores, pero la problemática está al tope en los reclamos de los santafesinos.
Dicha falencia va atada a cierto aire de agotamiento que tiene la marca Socialismo, sobre todo en Rosario. El partido de la rosa no gobernará la cuna de la bandera tras 30 años de gobiernos ininterrumpidos. Es una noticia que cuesta asimilar en la zona. Puede ganar Javkin, quizás, pero no es socialista.
Prolijo hasta el hartazgo, Perotti nunca se corrió de su libreto. Ordenado e inmutable, siempre ajustado en su discurso, nunca respondió a las agresiones de sus rivales. Se vendió ganador. A su lado, creen que la ola de victorias peronistas a nivel país lo llevará finalmente a liderar la Casa Gris.
En rigor, el peronismo santafesino llega unido como pocas veces en los últimos años a esta elección. El rafaelino encolumnó detrás de sí al kirchnerismo, a los poderosos senadores, el Frente Renovador, sindicatos y más. Nadie sacó los pies del plato, todos se concentraron en el objetivo de máxima.
Y también sumó a Bielsa, la derrotada en la interna. La arquitecta recibió 239 mil votos el 28 de abril y, según una encuesta (descalificada por el socialismo), Perotti contiene más del 60 por ciento de esos sufragios. Pero, más allá de lo numérico, los contendientes en la PASO del PJ despejaron todo tipo de dudas al compartir varias actividades de campaña no solo en Rosario, el reducto de la arquitecta. Perotti necesita imperiosamente esos votos para festejar y Bielsa, pese a las dudas de varios, estuvo a la altura.
Es la segunda chance del rafaelino, el hombre de centro que contiene por derecha y por izquierda. En 2015, terminó tercero detrás del ganador Lifschitz y el PRO Miguel Del Sel, pero a apenas dos puntos. Hoy, con otro armado, un sostén más férreo, tiene su gran oportunidad.
El macrista Corral tuvo muchas dificultades en las PASO. Sufrió una disparada del dólar a tres días de las elecciones y el peso de la mochila del plomo del presidente Mauricio Macri. No llegó al 20 por ciento y quedó lejos de sus rivales.
Pero ahora, el radical se muestra confiado en una cierta estabilidad de la moneda estadounidense y en una mejora de la economía que se percibe – aseguran en Cambiemos – en el interior de la provincia. Es verdad que arranca de atrás, pero Corral apuesta a mejorar y dar una sorpresa.
Ya no bajaron a la provincia las principales figuras del PRO. En su momento, le levantaron el brazo a Corral Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Pero esta vez solo pasaron, aunque más de una vez, la ministra Patricia Bullrich y la diputada Elisa Carrió. Ambas vinieron a hablar de seguridad y machacar sobre la debilidad socialista.
Corral pone mucho en juego. No solo se jugó por el todo a la gobernación, también corre un alto riesgo de perder la ciudad capital, que él mismo gobierna desde 2011, cuando asumió por el Frente Progresista. Se verá después del domingo si tiene intenciones de competir en las legislativas nacionales, pero ésa es otra historia.
Casi 2.7 millones de santafesinos están habilitados para votar. En virtud de que la competencia asoma reñida, se espera una tendencia firme recién hacia la medianoche. Las cartas están echadas: la tercera provincia del país espera conocer su nuevo líder.