En la ciudad de Rosario, como en la provincia de Santa Fe, la cosa es mano a mano. El oficialista Frente Progresista definirá la intendencia contra el peronismo unido, que quiere extender la racha de victorias en las ciudades más importantes del interior. Sin embargo, el progresista Pablo Javkin, que destronó al socialismo tras 30 años de gobierno consecutivos, le esquiva al mote de oficialista. Hizo una campaña previa a las PASO donde le pegó al Partido Socialista en su punto débil. Le habló a su ex rival Verónica Irizar de agotamiento y necesidad de frescura. “Es David contra Goliat”, remató a un par de días de las primarias y ganó.
Dejado atrás el momento de la compulsa interna, Javkin ahora se alió al socialismo en la búsqueda por retener la ciudad. Está codo a codo con el candidato a gobernador Antonio Bonfatti y el actual mandatario Miguel Lifschitz. Ahora, el adversario principal es el kirchnerista Roberto Sukerman, aunque –para Javkin– el tono no varía. “Somos David contra un Goliat más grande, el de la corrupción”, dijo a Letra P.
BIO. Abogado. Tras larga militancia en su ciudad, en 1998 asumió la presidencia de la Federación Universitaria Argentina en plena decadencia del menemismo. Fue ladero y niño mimado de Elisa Carrió hasta que ella saltó a Cambiemos. Atraviesa su segundo periodo no consecutivo como concejal de Rosario. Entre 2007 y 2011 fue diputado provincial. En 2013, asumió como diputado nacional y en 2015 volvió a Rosario como secretario de Gobierno de la Municipalidad. En 2017 fue el primer candidato a concejal no socialista en la historia reciente del Frente Progresista, pero salió tercero. En las PASO de este año venció al socialismo.
-En la previa a las PASO decía que la competencia era David contra Goliat. ¿Cómo la define ahora?
-Es David contra un Goliat más grande, que es el de la corrupción, el atraso de la Argentina, el del pasado, es un Goliat mucho más grande y lo vamos a enfrentar de la manera que los rosarinos sabemos hacer y lo hicimos durante tantos años.
-¿El Goliat del peronismo?
-No, no es el del peronismo. Es el Goliat de la corrupción. El Goliat del enfrentamiento, de la confrontación, de la crisis, porque cuando uno mira la historia de los últimos años, gobernando uno y otro lado de la grieta, el resultado del país es el que tenemos.
-Según las encuestas, usted y Sukerman definen mano a mano. ¿Es una elección polarizada?
-Sí, totalmente polarizada. En Rosario, o gana el candidato del kirchnerismo o gana el candidato del Frente Progresista. Le pido a los rosarinos que evalúen bien esta semana, porque es una decisión que va a marcar un camino donde Rosario se fortalezca sobre sus propios valores, su forma de hacer las cosas o donde tengamos una experiencia parecida a lo que vivimos en muchos lugares del país. Sería interesante que cuando se evalúe el voto se compare cómo son las ciudades donde gobernó el kirchnerismo y cómo es la ciudad de Rosario hoy.
-¿Cuál es el diferencial del Frente Progresista?
-La honestidad, la planificación. Los rosarinos tenemos un paso que es más tranquilo, más respetuoso, pero muy firme y muy constante. Así como pudimos avanzar en los desafíos que teníamos en salud y políticas sociales, hoy hay otro desafío, el de ordenar la ciudad y cuidar a los pibes. Es un desafío que lo vamos a hacer con ese mismo paso.
-Usted terminó con 30 años de socialismo en la intendencia. ¿Cómo resultó la convivencia post PASO con el partido al que derrotó?
-El socialismo integra un frente y siempre dijimos que queríamos fortalecer ese frente. Estamos integrados tanto para defender la ciudad de Rosario con mi candidatura a intendente como la provincia, con la de Antonio Bonfatti.
-¿Resulta incómodo defender las políticas que criticó antes de las PASO?
-No critiqué políticas que venimos construyendo. Yo planteé que teníamos otra manera de encarar los desafíos que tenemos hoy, y por eso la gente eligió acompañarnos.
-Se inmiscuyó bastante en la categoría gobernador dándole su apoyo a Bonfatti…
-Es el candidato de mi frente, conoce mucho la ciudad de Rosario y para mí es muy importante tener un gobernador al que no tenga que explicarle dónde quedan los lugares en los que hay que hacer las obras. Pero además porque toda mi vida política la he hecho de cara a la sociedad, cuando competí lo hice en internas abiertas y cuando me tocó perder acompañé. Cuando me toca ganar, por supuesto, les pido el acompañamiento y acompaño a nuestro candidato a gobernador. A mí no me vas a encontrar como esos políticos que, producto de un resultado electoral, borran de sus afiches el nombre de su partido. Yo no creo en eso y a la larga es lo que lo la gente más valora.
-La suma de los votos que recibieron Irizar y usted en las PASO fue considerablemente superior a la que obtuvo Bonfatti. ¿Cómo se modifica ahora?
-Es distinto. Las internas abiertas siempre tienen una atracción diferente. Cada elección es una nueva elección, hay que ganarse la mayoría en cada elección que uno compite y nuestro objetivo no es hacer sumatoria ni cálculos matemáticos. Nuestro objetivo es convencer a la mayoría de los rosarinos que tenemos que defender lo nuestro.
-¿El hecho de estar concentrado en las contiendas local y provincial hace que no interese el plano nacional?
-Ojalá nuestros triunfos, en la provincia y Rosario, puedan aportar algo de razonabilidad a un escenario nacional que a mí me espanta, me asusta. Veo un escenario casi más propio del mundo del espectáculo de lo que debería ser la formulación de una alternativa política. Todos nombres propios, letras de nombre, Plan X, Plan J y nadie habla del problema que tenemos, de que la Argentina no encuentra un camino hace muchísimos años y cada vez estamos peor.