Hay extremos indeseables y actos de picardía política. Gestos sobre un mismo tema que dan señales de comportamientos a futuro. El kirchnerismo intervino, garrote en mano, los números del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y dejó un apagón que impidió medir, por caso, los niveles de inflación en disparada. La cooptación del organismo generó distorsiones en la economía y le complicó el futuro a la fuerza política que comandó Cristina Fernández. En la otra esquina, Cambiemos, en uno de los pocos logros que aún se le reconocen, saneó los números y lo que estaba contenido terminó de reflejarse en las cifras. No resolvió el problema inflacionario, que se duplicó, pero el INDEC, esta vez, pudo contarlo. Al frente de la entidad, Mauricio Macri puso a un peronista histórico, Jorge Todesca, un personaje intransigente que aceptó el cargo con la condición de que no se lo interviniera desde ningún poder. Pero la campaña de cara a octubre se aceleró y los estados alterados produjeron algunos ruidos inusuales. Inquietudes y sospechas con los números, el viejo vicio del poder de turno.
La grieta en los números. CFK es el fantasma de la desgracia, según el Gobierno.
Semanas atrás, desde la Casa Rosada se disparó una información con el fin de instalar un tema: que Macri se sorprendió mucho luego del 4,7% de inflación de marzo y que sus laderos empezaron a preguntar cómo podía ser que el INDEC hubiese medido, ese mes, incluso por encima de las consultoras privadas. Lo llamativo es que no hay nada extraño en las mediciones de Todesca. Pero el planteo oficial llamó la atención.
Inicialmente, le atribuyeron el presunto cuestionamiento al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Desde esa cartera, lo negaron de forma rotunda ante la consulta de Letra P. Los que saben de la construcción del mit aseguran que fueron los cerebros del gabinete quienes utilizaron el globo de ensayo para mostrar que “están mirando”. “Fue un mesa chica”, reconocen, mientras admiten que Macri deberá soportar al menos dos meses más con la inflación en torno al 4%.
El Citibank agitó un dólar CFK, cerca de los $70.
La comunicación, jugada al fleje en una campaña de contrastes fuertes contra el kirchnerismo, tiene otros números que generan duda y confusión de manera intencional.
El Gobierno filtró un informe privado del Citibank que encendió alertas. Era un trabajo exclusivo para clientes, de esos que no se difunden. Similar a las encuestas de Sinopsis e Isonomía, que le daban una amplia diferencia a CFK ante Macri en un hipotético ballotage, el informe del Citi muestra que, de ganar el kirchnerismo, habría una disparada monumental del dólar. Puesto en números, cotizaría a $70 de triunfar Cristina, ascendería a $54 si ganara alguien del peronismo del centro y quedaría en torno a los $46 si Macri accediera a la reelección. “Es descabellado, nadie tiene esa diferencia”, contaron a este medio desde otro banco de capitales extranjeros.
En las entidades cuentan, además, que este tipo de bancos suele acertar pocas veces. En marzo de 2018, el Morgan Stanley pronosticó que el dólar terminaría en $26 y llegó cerca de los $40 a fines de aquel período. Todo, en el Gobierno de Cambiemos.
Moreno, el hombre del garrote que intervino el INDEC en la era K.
La mayoría atribuye el nerviosismo y la agitación numérica a la idea rectora de Cambiemos de cara las presidenciales: agitar el fantasma de un regreso catastrófico del kirchnerismo.
Es real que, sobre todo en la banca, no elegirían jamás a una Cristina candidata, pero hoy le tienen más miedo a la agitación del fantasma que a esa posibilidad. Es que esta apuesta a la grieta llevará al país a siete meses de sube y baja cambiario e inestabilidad. Es todo saldo negativo para un gobierno que viene sacudido por la crisis.
En este caos, quedó en medio del tironeo de los datos hábilmente manejados el propio titular del Banco Central (BCRA), Guido Sandleris. Luego de cerrar con el Fondo Monetario (FMI) la posibilidad de intervenir el tipo de cambio incluso dentro de la banda, decidió no publicar a diario el detalle del movimiento de las reservas, una picardía que tiene una explicación técnica: “No revelar la estrategia diaria de intervención cambiaria”.
A favor del Gobierno, hay que decir que son pocos los países que informan ese movimiento de forma diaria: Uruguay (con dos días hábiles de retraso), Perú (con un día de retraso) y Paraguay (con delay de 30 días). En el resto del mundo, los informes son mensuales.
El Gobierno decidió usar la contabilidad creativa para salir del laberinto por arriba. En los próximos meses, coronará la estrategia mostrando, por primera vez, que la actividad económica caerá menos o crecerá en la comparación interanual. Lo celebrará, con lógica de campaña, apoyándose en la base de comparación 2018, que fue el inicio de la crisis que aún golpea. Sospechas, utilizaciones y picardías en una campaña de vale todo.