El resultado electoral del 27 de octubre consagró -otra vez- a Horacio Rodríguez Larreta como jefe de Gobierno con un caudal histórico de 56% de los votos. Esa noche, todo fue festejo en el sector porteño del búnker de Costa Salguero, mientras en las orillas de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal reinaba el sabor amargo de la derrota. Desde ese momento, el alcalde empezó a diseñar su gabinete de ministros y el perfil de su próxima administración, que tendrá la misma lógica del primer mandato en lo que respecta a los asuntos de la Ciudad, pero que empezará a mostrar ahora alcance nacional y un armado político pensado especialmente para convivir con el peronismo y navegar hasta 2023 sin un presidente y un gobernador del principal distrito de la Argentina, la provincia de Buenos Aires, de su mismo signo político. Esto último quedó expuesto en la alusión a una etapa de consensos con Alberto Fernández y Axel Kicillof en su discurso inaugural de este lunes.
La primera definición de Rodríguez Larreta para sus funcionarios fue que apuntará a una convivencia “pacífica” y trabajará en “coordinación” con los nuevos el residente y gobernador. Para esa faena ungió a su principal socio político, Diego Santilli (vicejefe de Gobierno), Fernando Straface (secretario general y de Relaciones Internacionales) y Bruno Screnci Silva (ministro de Gobierno). Entre otras tareas, tendrán el objetivo de mantener fluido el diálogo entre los tres gobernantes y, como dicen en la Jefatura de Gobierno, “dar vuelta la taba” con respecto a la pésima relación que Macri y Cristina Fernández de Kirchner tuvieron cuando coincidieron en la Ciudad y la Casa Rosada.
Esos serán los tres funcionarios encargados de mantener el vínculo con el peronismo. A instancias de los interlocutores y los puentes en común, Larreta aspira a un vínculo directo con los próximos presidente y gobernador. Con Kicillof ese diálogo ya existía y ahora se profundizará. En tanto, Larreta y Fernández, que habían conversado por teléfono en la noche del 27-O, a instancias de Sergio Massa, se vieron cara a cara el último viernes, cuando acordaron entablar un contacto directo.
A este esquema hay que agregar a dos legisladores PRO: Agustín Forchieri, vicepresidente primero de la Legislatura de la Ciudad, y Álvaro González, vicepresidente segundo de Diputados, quienes serán los puentes con el peronismo legislativo. Desde la Legislatura capitalina ya salió el primer gesto de Larreta hacia Fernández: el PRO retiró del paquete legislativo de fin de año un convenio -autorizado por Macri- para ceder tierras nacionales a la Ciudad.
La transferencia de tierras entre ambos distritos fue moneda corriente estos cuatro años. Larreta frenó ese proyecto para ahorrar una confrontación con Fernández en la previa a la asunción y el comienzo del gobierno del Frente de Todos. En la reunión que sostuvieron el viernes en Puerto Madero, horas antes de la presentación oficial del gabinete nacional, el presidente electo le adelantó al alcalde que frenaría ese proceso de convenios para que tierras federales queden en manos de la Ciudad.
Por otra parte, Rodríguez Larreta aspira a una coordinación desde la gestión. Como contó Letra P, no reclamará en los primeros meses ninguna de las cuentas pendientes que dejó Macri en torno a convenios y traspasos. Actualmente, la Nación le debe al gobierno porteño cerca de 100 millones de dólares en concepto de transferencias para obras de infraestructura. Al mismo tiempo, también queda pendiente la discusión por el traspaso del puerto de Buenos Aires. “No vamos a reclamar nada, cuidaremos lo nuestro”, repiten en el larretismo.
Este lunes, durante su jura, Larreta indicó que “hoy empezamos a recorrer un nuevo camino donde tenemos la misma responsabilidad: mejorarles la vida a los vecinos. Los próximos años de la Argentina tienen que estar marcados por el diálogo, el consenso y la construcción de una agenda común que beneficie a todos los argentinos”. En ese sentido, abogó por una etapa de consensos con Fernández y Kicillof. En ese sentido, Larreta enfatizó: “Si a Fernández le va bien, nos va bien a todos los argentinos”
NUEVA ERA. Rodríguez Larreta sabe que su relación con Fernández estará atravesada por el devenir de Juntos por el Cambio. El alcalde se metió en el bloque de diputados y senadores de la coalición -hasta este martes- oficialista para garantizar la unidad y negociar el perfil que construirán desde la oposición. Pragmático, quiere que Cambiemos se “adapte” y conviva con el peronismo en una disputa -en primer término- eminentemente legislativa, sin adelantar la discusión electoral de 2021. Su aspiración presidencial ya no es un secreto pero, ante el triunfo del peronismo y la discusión in eternum dentro de la alianza de centroderecha, optó por un repliegue agazapado. No quiere ser la principal voz opositora, pero ejercerá su condición de único referente del PRO con estructura y votos para gravitar en la nueva oposición.Por lo pronto, ya alistó a sus dos piezas claves en el Congreso.
Larreta se imagina un esquema de convivencia similar al que experimentó cuando era jefe de Gabinete de Macri. Mientras los ministros PRO y el propio alcalde se aprestaban a un enfrentamiento encarnizado con el kirchnerismo, él nunca dejó de hablar con los funcionarios nacionales de ese entonces. De aquella época vienen su relación actual -cordial- con Kicillof, Jorge Capitanich, Augusto Costa y Juan Manuel Abal Medina, entre otros.
Párrafo aparte merecen Juan Manuel Olmos y Massa, garantes del nexo entre Horacio y Alberto. El primero es un peronista porteño de pura cepa que supo construir una relación de respeto mutuo con el reelecto jefe de Gobierno. El segundo un íntimo amigo con el que habla día por medio. Se aconsejan, se cargan y se felicitan. Ambos se profesan un afecto que las vicisitudes de la política no lograron quebrar.
Larreta confía en que estos puentes ayudarán en su convivencia con los nuevos vecinos de la Casa Rosada y La Plata. Pero también sabe que tiene que poner lo suyo: desde el flamante Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, que conducirá María Migliore, se trabajará para mantener el contacto con las organizaciones y movimientos sociales; desde Margarita Barrientos, pasando por los curas villeros y hasta Juan Grabois. En un escenario de contracción económica y de soledad política, Larreta vuelve a blindar y potenciar su estructura para atender la demanda social más urgente.