La transición | Santa Fe

Vínculo roto, pirotecnia verbal y parálisis en el traspaso de mando santafesino

A Lifschitz y Perotti los separa un mar de distancia. Proliferan las acusaciones de uno y otro lado. El diálogo formal está cortado. Presupuesto y reforma, ejes del pleito.

Nunca tomó vuelo la transición en Santa Fe. El gobernador Miguel Lifschitz y su sucesor Omar Perotti se vieron la cara dos veces, el peronista no quiso fotos, y luego el camino del cambio de mando se llenó de espinas. Del lado justicialista se deslizó “irresponsabilidad” de parte del socialismo y desde el Ejecutivo actual se acusó al rival de querer “esmerilar” la figura del mandatario del PS.

 

La primera medida de Perotti y compañía fue conformar una mesa de transición, integrada por su mano derecha Roberto Mirabella y referentes de diversos sectores internos. Así buscó homogeneidad a la hora de pedirle información y documentación al gobierno saliente.

 

Los primeros encuentros trajeron un balance positivo en las dos partes. Primó el respeto y el entendimiento. Pero, a la brevedad, el vínculo se tornó inestable. El peronismo hizo hincapié en el déficit que le dejaba la administración socialista.

 

 

 

Inesperadamente, a Perotti lo azuzó el fuego amigo. Una de las patas de peso de la mesa de transición, el senador Armando Traferri, pegó el portazo. Dijo adiós, alegó que no coincidía con sus compañeros y reclamó que el rafaelino y Lifschitz se miraran a los ojos. Actor de peso, el sanlorencino es el líder de los senadores y constructor del salto a la política de la vicegobernadora electa Alejandra Rodenas.

 

Más allá del tiroteo verbal de las segundas líneas, Perotti siguió en la suya, se reunió con Lifschitz y le pidió que desistiera de presentar el presupuesto 2020 y lo dejara a él elaborarlo. El socialista, luego de ofrecer hacerlo de manera conjunta, accedió. Hasta ahí venía todo medianamente bien.

 

 

 

Pero el vínculo se rompió cuando Lifschitz avisó que no podía esperar, que la Legislatura se lo impidió y presentaría el presupuesto del año próximo antes de irse. El PJ perdió la calma y salió en malón a fustigar al gobernador. Desapareció el entendimiento.

 

En medio de la tormenta, Perotti decidió desempolvar la reforma constitucional que el mismo PJ le archivó a Lifschitz. Sumó de aliado a parte del radicalismo y creyó contar todos los votos del PRO. Pero pasaron cosas, y Juntos por el Cambio dio vuelta el resultado para vencer el 27 de octubre en la provincia. Más complicado, todavía no desechó la idea y confía en una última chance antes de fin mes.

 

 

 

A partir de allí, todo fue un enredo. Palo va, palo viene, y nadie se entretiene. El diálogo entre ambos mandatarios hoy está cortado. Lifschitz pide que Perotti revele los nombres del gabinete para meterle con el cambio de mando y el rafaelino, pero sobre todo sus espadas políticas, hacen cola para ver quién denosta con mayor ferocidad al socialismo que se va.

 

Foto entre Lifschitz y Perotti no hay, encuentros solo hubo dos y, en los hechos, no hay intercambio de información entre funcionarios. Entre los salientes y los entrantes. Priman las dagas verbales, la chicana y la especulación.

 

Javier Milei en una exposición de maquinaria agrícola, uno de los pocos sectores industriales con expectativas
Joaquín Blanco, nuevo presidente del socialismo en Santa Fe.

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