ELECCIONES 2019 | RIVER - BOCA

El plan de Larreta para evitar otro super papelón en plena campaña

La Ciudad desplegará un mega operativo tras el fracaso del trabajo conjunto con Bullrich en 2018. El jefe de Gobierno ordenó extremar prevenciones. Santilli, al mando. El acuerdo con Ritondo.

Con el antecedente del fatídico superclásico de noviembre de 2018, que terminó con la insólita disputa de una final de la Copa Libertadores en España, el Gobierno porteño pulió al máximo los detalles del operativo de seguridad de la primera semifinal entre River y Boca para evitar que el fútbol, otra vez, vuelva a inmiscuirse en la campaña. Con 1.500 policías repartidos por las calles del Monumental, Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli procuran que la seguridad no vuelva a generar dolores de cabeza al oficialismo y no embarre el plan reeleccionista del jefe de Gobierno, a 26 días de unas elecciones, un partido que se le presenta muy chivo al oficialismo local.

 

A diferencia del año pasado, el operativo estará a cargo únicamente del Ministerio de Seguridad y Justicia, que conduce Santilli en tándem con el secretario de Seguridad, Marcelo D'Alessandro, justamente desde el papelón del clásico de 2018, que eyectó del cargo al entonces titular de esa cartera, Martín Ocampo.

 

Ambos funcionarios le garantizaron a Larreta que con la Policía de la Ciudad alcanza para asegurar el despliegue, el trayecto de los jugadores y el resguardo de los hinchas que se acerquen a Nuñez.

 

 

La principal distinción, entonces, es que no habrá -al menos por ahora- intervención del Gobierno nacional. El River - Boca de noviembre pasado tuvo un trabajo conjunto de la Policía Federal, la Prefectura Nacional Argentina (PNA) y la Policía de la Ciudad que terminó en un desastre, tras el cual reverdecieron las internas entre el Gobierno porteño y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Como fruto de esa tensión, tuvo que renunciar Ocampo. El presidente Mauricio Macri siguió el minuto a minuto y, al calor de un episodio que dominó la agenda nacional, le pidió a Larreta la cabeza de su ministro.

 

Pero la diferencia con 2018 es grande y tiene ribetes políticos: la primera semifinal por la Copa Libertadores llega a pocos días de la elección general de octubre y, además, de la renovación de autoridades en Boca. El presidente Macri está inserto en el recorrido proselitista con la marcha del #SíSePuede y también pone en juego su estructura en el club de la ribera sur, donde Daniel "El Tano" Angelici no puede ser reelecto, aunque aspira a mantener un lugar de peso en el club con el apoyo de su delfín, Christian Gribaudo, como detalló Letra P.

 

 

 

En tanto, Rodríguez Larreta municipalizó la campaña para no quedar pegado a la crisis nacional y cruza los dedos para que el superclásico no le juegue una mala pasada en el pago chico PRO que busca gobernar por cuatro años más. Hace un año, el alcalde puso la cara por Macri ante el papelón del operativo y le pidió a Santilli, vinculado a la política de River, que tomara la riendas del área de Seguridad.

 

Curiosamente, el principal rival de Larreta también está vinculado al mundo del fútbol: el candidato a jefe de Gobierno por el Frente de Todos, Matías Lammens, es también presidente de San Lorenzo.

 

LOS DETALLES. Tras el fracaso del trabajo conjunto con Bullrich en 2018, con 1.500 efectivos la Ciudad concentrará el operativo de este martes. Catalogan al evento como de riesgo extremo. La tarea recayó en Santilli y D'Alesandro, que acordaron con el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo, una especie de "asistencia" de la Policía bonaerense.

 

Aunque la Policía de la Ciudad es la única responsable del operativo de seguridad, la Bonaerense colaborará liberando el tránsito para que los micros que trasladan a los jugadores avancen sin complicaciones. Esto ocurre porque Boca concentra en Ezeiza y River en Pilar y, si bien la Ciudad se encarga de la seguridad del traslado de la "cápsula" (colectivo donde viaja el plantel), pidió ayuda a la Bonaerense para el perímetro del trayecto.

 

 

 

En paralelo, el Gobierno porteño les insistió a ambos clubes para que los colectivos tengan vidrio anti vandálico. Hubo que modificar, a través del Ministerio de Transporte, una disposición de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) para quitar esa prohibición. Al mismo tiempo, la Policía de la Ciudad diseñó un mapa de "arterias alternativas" por si existe alguna interrupción del tránsito o una aglomeración de hinchas en el camino previsto.

 

En cercanías al estadio, según sostiene el Gobierno, habrá 1.500 policías y también efectivos de Tribuna Segura, que coordina la Dirección Nacional de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos. El primer anillo de seguridad es el que cualquier hincha argentino se cruza cuando va al estadio: personal de Tribuna Segura controla el DNI de los ingresantes y esos datos se cruzan con las listas de derecho de admisión.

 

 

 

El segundo anillo es "invisible": simplemente, se empieza a achicar el acceso hacia la cancha y las cámaras móviles que están en la zona aplican reconocimiento facial para averiguación de antecedentes y corroborar si hay alguien está en las listas del derecho de admisión y burló el primer control. El Gobierno asegura que hay 123 cámaras en los alrededores del Monumental y que parte de los efectivos de seguridad irá a las inmediaciones del estadio con mochilas 4G para filmar lo que ocurra durante el acceso y el egreso.

 

Bajo esa lógica, el tándem que coordina Seguridad pidió "filmar todo" para acumular pruebas en caso de que se produzcan escenas similares a las de 2018.

 

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Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. 

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