El presidente Mauricio Macri lo espera este viernes al jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, en el Country Club Cumelén. No tendrá que insistirle porque la decisión está tomada: la Ciudad de Buenos Aires unificará sus elecciones con las nacionales y ambos pelearán por su reelección en la misma fecha. Sin embargo, en los pasillos de la Jefatura de Gobierno persiste una incógnita: ¿También se utilizará el mismo sistema de votación?
A pesar de que lo pensó y lo estudió en infinidad de oportunidades, Rodríguez Larreta no tiene margen político para separar su elección de la nacional. Su escenario ideal contemplaba competir por la reelección en elecciones desdobladas y con el sistema de Boleta Única Electrónica (BUE). No en vano su equipo de confianza le diagramó un panorama electoral en el que, municipalizando la campaña, podría arañar los 50 puntos y ganar en primera vuelta en un distrito en el que ningún gobernante logró esa faena.
El larretismo intentará montar ese tipo de proselitismo electoral, aunque la discusión nacional concentrará la mayor atención. Nuevamente, la tarea de escapar a la nacionalización y lograr instalar los "hitos" de la gestión porteña recaerá en Federico Di Benedetto (subsecretario de Comunicación) y Christian Coelho (subsecretario de Contenidos), los cerebros electorales detrás de Rodríguez Larreta que aplicaron el método "barrio por barrio" en 2017.
Todo cambió a principios de 2018, cuando el Presidente le reclamó que avance con una normativa propia para erradicar la prohibición de hacer simultáneas las elecciones de la Ciudad y la Nación. La Legislatura porteña aprobó la creación del primer Código Electoral del distrito y delegó en el jefe de Gobierno la lapicera para diagramar el calendario electoral. En el fuero más íntimo del jefe de Gobierno admiten que el mejor escenario es mantener el esquema desdoblado porque, alejado de los conflictos nacionales, su boleta y su campaña se acotarían a los márgenes de la Ciudad.
En 2019 toda la estructura de Cambiemos pone mucho en juego, pero Rodríguez Larreta no sacará lo pies del plato y jugará en favor del objetivo primordial del PRO: garantizar cuatro años más de Macri en la Casa Rosada. Tienen diferencias, discuten y se miden, pero el alcalde sigue considerando al Presidente como su jefe político y como el líder del espacio que integra. Un ministro porteño, que desde hace meses devora encuestas y cruza los números de Larreta y Macri, repite la misma frase que la gobernadora María Eugenia Vidal: “Horacio quiere ser el jefe de Gobierno de Mauricio, no de Cristina”.
En el interior del equipo de Rodríguez Larreta circula una encuesta que logró acelerar la decisión del alcalde de pegar su reelección a la Macri. Los números propios que mastican en la Jefatura de Gobierno porteña, procesados luego de la Cumbre de Líderes de G20, ubican al Presidente con un 42% de aprobación en la Ciudad, tanto a su figura como a su gestión. En plena corrida cambiaria, allá por mayo de 2018, Macri experimentó una drástica caída en el distrito que lo vio nacer políticamente. De acuerdo a funcionarios porteños, ese 42% del Presidente "se traduce" en intención de voto y significa un repunte de casi 10 puntos en su imagen. Cauto, el jefe de Gobierno explica la unificación bajo criterios políticos antes que numéricos.
Macri y Rodríguez Larreta durante su encuentro de enero de 2018 en Cumelén (FOTO: Prensa Presidencia)
También con cautela, Rodríguez Larreta es de los integrantes de la mesa chica PRO que ve con buenos ojos el desdoblamiento que propone Vidal para la provincia de Buenos Aires. Esa idea nació meses atrás por idea del titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el jefe de Gabinete provincial y mano derecha de la mandataria, Federico Salvai. La gobernadora espera resolver ese debate con el Presidente, a sabiendas que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, rechaza esa posibilidad. El jefe de Gobierno espera que esta novela del verano culmine para dar a conocer la unificación, que ya está habilitada por ley.
Queda una cuestión burocrática por resolver: si decide unificar lo puede hacer apelando a la simultaneidad o proponiendo un esquema de elección concurrente. En el primer escenario, se vota a Presidente y alcalde el mismo día y se utiliza el sistema de sufragio que disponga la Casa Rosada, que será con boleta tradicional de papel.
Si Rodríguez Larreta firma por decreto una elección concurrente habilita a que la Ciudad vuelva a llamar a licitación para contratar el sistema de votación para los cargos electivos porteños (jefe de Gobierno, legisladores, comuneros), que volvería a ser la BUE. Si se mantiene el esquema desdoblado, hoy a punto de descartarse, queda a libre disposición del Gobierno porteño el sistema de votación a utilizar en los comicios.
Por otra parte, nadie en el gobierno porteño quiere generar un problema político con la juez electoral María Servini, que tendrá a su cargo el control de las urnas. Plegar la elección nacional con la porteña, y adoptar su sistema, dejaría el camino allanado para que la Ciudad se abstenga de la jornada y quede todo en manos de la magistrada. Esa recomendación llegó a Rodríguez Larreta por uno de sus asesores políticos, que trabajó durante todo el año en el flamante Código Electoral.
Otros dirigentes macristas argumentan que mantener el esquema desdoblado sería "una locura", porque se repetiría el escenario de seis elecciones en siete meses, como sucedió en 2015 cuando hubo ballotage en la presidencial y la carrera por la Jefatura de Gobierno. Sin embargo, es un argumento de carácter gestual que no se condice con la necesidad política de mostrar un apoyo al Presidente y su campaña por la reelección.