DETRÁS DE ESCENA. SHOCK DE ALIANZA

¡Es la política, Marcos!

La turbulencia sacudió el fuerte de Peña. La apertura tardía para blindar al Presidente. La #Mesaza ampliada en Olivos. La devaluación del duranbarbismo. Los gobernadores del PJ, enjabonados.

Ernesto Sanz estaba retirado de la política. Después de 22 años en cargos públicos y una campaña larga que incluía la jefatura del radicalismo y los esfuerzos para sumar al radicalismo a la aventura de Cambiemos, había decidido refugiarse en Mendoza. Pero Mauricio Macri lo llamó por teléfono apenas unos días después de asumir para pedirle que volviera a Buenos Aires: “Tenemos el primer quilombo”, le dijo. Era la designación de dos jueces de la Corte Suprema, un juego de niños comparado con los trastornos que vendrían después. Casi sin darse cuenta, Sanz se acopló a la mesa ejecutiva del Gobierno con asistencia a dos o tres reuniones por semana, en la Casa Rosada y en Olivos. Era una pieza extraña en el armado, porque no tenía responsabilidades concretas en la función pública y daba opiniones sobre tareas que después no podía asumir, por haberse autoexcluido del gabinete.

 

Enseguida llegaron algunos cruces. El mendocino comenzó a plantear objeciones y advertencias que no encontraban demasiado eco en el trío de ojos del Presidente, Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Cuentan en la Casa Rosada que uno de los primeros cruces fue por el tarifazo inicial de Juan José Aranguren, hace ya dos años. Mientras Sanz advertía que se abriría un escenario de conflictos con el peronismo, los usuarios, los sindicatos y el frente judicial, la línea oficial le aseguraba que el impacto estaba medido y sólo afectaría a un porcentaje acotado de los usuarios.

 

La historia es conocida.

 

Sanz acaba de confesarlo en La Nación: “Tengo muchas diferencias con Peña”, dijo. El núcleo duro del Gobierno se encerró, apretó los dientes, dejó de escuchar y, así y todo, le fue bien. Ganó las elecciones hace apenas seis meses contra la prédica de los que anunciaban su debilitamiento político. Con un presidente híper coucheado que evangelizó durante dos años a favor del entusiasmo y la maravilla de lo que estamos logrando juntos, lejos de un discurso político y de algún tipo de épica, como la que habían demandado los miembros de la alianza que pertenecen a la vieja política. Los que ahora, según se dice, hacen falta.

 

Espontaneidad posada. El regreso de Monzó y Sanz que operó el Gobierno en medios amigos.

 

 

AJUSTE Y CONCERTACIÓN PLURAL. Fue la fragilidad de un gradualismo que vivía de prestado y el tipo de cambio atrasado que estimulaba la fuga de divisas lo que obligó al Presidente y a su equipo a intentar recrear ahora -desde la política y tarde- una concertación plural para el ajuste que viene. Bastó que la Reserva Federal aumentara medio punto la tasa de interés para que el país se descubriera mucho más cerca del abismo que lo que confesaba el gobierno.

 

La corrida bancaria y las diferencias en la alianza gobernante llevaron a Macri y Peña a intentar ahora el blindaje político. En primer lugar, con el aparente indulto a Monzó que desde Balcarce 50 relativizan: dicen que siempre estuvo y destacan su asistencia dos veces por semana a las reuniones de coordinación, donde no se discute política sino, sobre todo, cuestiones operativas. En la misma línea de repentina apertura a los aliados está la repatriación de Sanz, que es, en realidad, la admisión al radicalismo, después de los choques por el tarifazo que evidenciaron diferencias en el fondo y la forma. Los radicales todavía recuerdan que -antes de que empezaran a chillar- Aranguren ni siquiera les atendía el teléfono.

 

En segundo lugar, con la convocatoria al gran acuerdo nacional para que los gobernadores del PJ respalden el pedido de auxilio al Fondo y la etapa del ajuste, la lápida que vendría a sepultar el gradualismo sui generis que se inició el 10 de diciembre de 2015.

 

 

 

A la foto del miércoles en Olivos -donde Sanz apuntó a los que ganaron con la corrida y hubo discrepancia sobre la importancia de medios y periodistas amigos que “jugaron mal”- se sumó la cena de este viernes con Peña, Rogelio Frigerio, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Monzó, Alfredo Cornejo y Gerardo Morales, presentada como una mesa de gobernadores de Cambiemos a la que sólo faltó Gustavo Valdés, de Corrientes. Sanz no participó porque prefiere estar en su provincia los viernes, según le dijeron a Letra P cerca del ex senador. No estuvo tampoco, por lo que se sabe, el representante de la Coalición Cívica, Fernando Sánchez

 

Durán Barba cree que el radicalismo encarnaba el siglo XIX, el peronismo el siglo XX y el macrismo, el siglo XXI. Desde esa lógica, no tenía sentido aparecer abrazados con lo vetusto.

LA VIEJA POLÍTICA. Se trata de reactivar, en el momento de mayor debilidad política y económica, una estrategia que los políticos de Cambiemos recomendaban en los momentos de mayor fortaleza. Macri no lo hizo cuando ganó las elecciones, sino que decidió avanzar con tres reformas intempestivas de las cuales aprobó dos y una a un precio altísimo.

 

Pese a su filiación política y su conocido rechazo al peronismo, Sanz coincidía con Monzó y Frigerio en un punto: el Gobierno de coalición debía ir a un acuerdo de fondo con el peronismo. Algo así como el gran acuerdo nacional que ahora se plantea. Pero chocaban con la doctrina de Jaime Durán Barba en contra de lo viejo.

 

El gurú ecuatoriano solía deslizar en las reuniones que animaba que el radicalismo encarnaba el siglo XIX, el peronismo el siglo XX y el macrismo, el siglo XXI. Desde esa lógica, no tenía sentido aparecer abrazados con lo vetusto.

 

Como Monzó y Frigerio, Sanz no pensaba en cualquier PJ: tiene una amistad personal con Miguel Ángel Pichetto, el jefe del bloque de senadores con el que convivió en la Cámara alta durante los 12 exactos años del kirchnerismo en el poder. Pero en la Casa Rosada hoy despotrican contra el rionegrino por el capítulo de tarifas que se viene sin contrapropuesta, con ley y veto.

 

 

Horas después de anunciar el regreso al FMI, Macri iciaba la operación Abrazo de Oso: reunión con cinco gobernadores peronistas.

 

 

EL ACELERE PRO. Aunque no está claro si la nueva mesa que se propagandiza desde los medios afines al Gobierno tendrá o no influencia en el tiempo que viene, Macri necesita apurar el ajuste y pretende asociar a la dirigencia política como parte de una misión riesgosa que tiene poco de tentadora. Lo reconocen en la Casa Rosada: “No se trata de mesas, lo que se está ampliando es la superficie de contacto con diferentes zonas. Tenemos que cambiar, acelerar y amplificar”, dicen. Se suma para eso un representante radical y uno de la Coalición Cívica.

 

El proceso de ensimismamiento del núcleo duro del macrismo había derivado en dos trípodes de poder que tenían como hilo conductor y vértice al jefe de Gabinete. En la política, un núcleo de acero reservado por completo al macrismo puro con Marcos, María Eugenia y Horacio. Ahí, se definían estrategias, se diseñaban políticas para ejecutar un plan de la Nación con anuncios de la gobernadora y el jefe de Gobierno -como el de bajar impuestos en tarifas- y se fantaseaba desde siempre con la triple reelección. Eso es lo que se abre, según parece.

 

A la foto del miércoles en Olivos se sumó la cena de este viernes con Peña, Rogelio Frigerio, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Monzó, Alfredo Cornejo y Gerardo Morales.

En la gestión diaria, el trío es el de Peña con Quintana y Lopetegui a cargo de medio gabinete cada uno. Con reuniones de seguimiento que empiezan siempre en punto y le demandan rendir cuentas a los ministros que asisten y presentar los avances en cada uno de los puntos que se habían abordado en la reunión anterior. A ese elenco, que incorpora ministros y legisladores como miembros rotativos cada día, se había acoplado de manera casi permanente Frigerio. Eso no cambia.

 

Cerca del Presidente, niegan que haya habido intentos de renuncia y, si los hubo, hoy no parecen importar: nadie imagina a Macri sin Peña y tampoco a Peña sin la asistencia de los CEOs de Farmacity y Lan. Según le dijo a Letra P un macrista de la primera ahora, entre los dos cumplen las funciones que asumía en la ciudad Rodríguez Larreta, una máquina de gestión que conoce la lógica privada, mamó el desarrollismo y se educó en política durante el menemismo.

 

La confirmación del gabinete no impide que los pases de factura comiencen a aflorar hacia el interior del mejor equipo de los últimos 50 años y en esa dinámica -despiadada y decadente- afloren las versiones de renuncia. Quienes conocen la relación que los une, afirman que es impensable que Macri prescinda de Peña. La gran novedad, en cambio, es el regreso de Nicolás Caputo, el “hermano” del Presidente que también había caído en desgracia, distanciado con Marcos. Como Monzó y como Sanz. Como publicó Claudio Mardones en Letra P, se trata de uno de los “mayores contrapesos” que puede tener el hijo de Franco. Llega tarde y en un mal momento, cuando el margen del Gobierno se angostó de manera vertiginosa, en lo político pero, sobre todo, en lo económico. Conseguir socios para la empresa del ajuste no va a ser fácil, ni siquiera para hombres de negocios tan experimentados. Nadie ve cuál es la ganancia.

 

Augusto Marini, dueño de dos canales de streaming en la Argentina de Javier Milei
Javier Milei en Israel. 

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