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Pocas pero protagonistas: Macri construyó su poder con mujeres como mejores aliadas

Los roles de Michetti y Vidal en la carrera del Presidente. El Gabinete, solo dos ministras. La influencia de Carrió, la primera dama y su secretaria histórica. Agenda de género con sobresaltos.

El presidente Mauricio Macri llegó al poder electo en 2015 acompañado por dos mujeres: en la fórmula presidencial junto a la vicepresidenta Gabriela Michetti y en el distrito más importante del país, la provincia de Buenos Aires, por su ex vicejefa de Gobierno porteña y actual gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. Ambas son hoy las personas más mencionadas para integrar una eventual fórmula a la reelección o a la sucesión de Macri en 2019.

 

Sin embargo, tras la salida, el año pasado, de la ministra de Relaciones Exteriores, Susana Malcorra, en el resto del Gabinete solo dos mujeres ocupan cargos de primera línea: Patricia Bullrich en Seguridad y Carolina Stanley en Desarrollo Social. En tanto, solo se puede ver mujeres en la Casa Rosada en las segundas y terceras líneas, como secretarías, subsecretarías y direcciones, y en los últimos meses se incorporaron varias jóvenes, vestidas de civil, custodiando los pasillos internos de la Casa Rosada.

 

Muchas de las mujeres que ocupaban las segundas y terceras líneas del Gobierno se vieron obligadas a dejar sus cargos recientemente a partir del decreto anti nepotismo, anunciado por Macri en enero de este año para prohibir la designación de familiares de funcionarios en el Estado, luego del escándalo protagonizado por el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, por la designación de su hermana, Mariana Triaca, en diciembre de 2017 como directora del Banco Nación, el mismo cargo que el macrismo había cuestionado al kirchnerismo cuando el ex ministro Agustín Rossi designó a su hija, Delfina.

 

En la Cámara de Diputados, Macri tiene aliadas importantes como la líder de la Coalición Cívica y cofundadora de la alianza Cambiemos, Elisa Carrió, quien no tiene cargo formal en el Gobierno pero sí varios funcionarios y legisladores que le responden directamente. Lilita discute como pocos hombres con el primer mandatario, codo a codo, las principales decisiones del Gobierno.

 

En el marco de la segunda marcha por el Día Internacional de la Mujer y paro de actividades convocados para este jueves en el Congreso, en reclamo de derechos a la igualdad y contra la ola de femicidios, entre otras consignas, el Gobierno prepara un acto oficial para homenajear a las mujeres.

 

Macri se subió a la ola feminista anunciando el año pasado, ante el crecimiento de las marchas conocidas como #Ni Una Menos en 2015, y promovió leyes contra la violencia familiar, la igualdad salarial y la representación política, en la reciente apertura de sesiones ordinarias del Congreso.

 

No obstante, en la práctica, Macri tuvo que dar marcha atrás a la reducción de partidas por unos 67 millones de pesos de programas destinados al Consejo Nacional de la Mujer, luego de denuncias publicadas por distintos medios nacionales en enero de 2017, y en julio del mismo año anunció, con un acto en el Salón Blanco de la Casa Rosada, un programa federal contra la violencia familiar a través de la línea de ayuda y atención telefónica 144, que cuenta con una red interdisciplinaria de profesionales para detectar casos de violencia contra las mujeres.

 

El Presidente –que varias veces fue cuestionado en las redes sociales por sus conocidos chistes machistas antes de acceder a la Presidencia- suele mostrar como emblema de su cambio de perfil al llegar al máximo poder a su esposa, Juliana Awada, y a su hija más pequeña, Antonia. Ellas mandan en la intimidad de la residencia de Olivos, según suele admitir Macri a sus más cercanos colaboradores.

 

 

A Juliana Awada la conoce desde que eran niños, vecinos del Barrio Parque, pero entablaron relación amorosa después de que ella se separara de un conde belga. Elegante y sexy, la primera dama profundizó la relación con Macri en el gimnasio, esquiva la política pero es quien aconseja a Macri en sus posturas e imagen públicas.  

 

Otra mujer importante en la vida de Macri es su histórica secretaria, Ana Moschini, que se jubiló hace doce años pero sigue trabajando. Tiene 72 y maneja los tiempos y la pesada agenda del Presidente desde que comenzó a cuidarlo como niñera, a los cinco años. Acompaña a Macri desde que se inició en política, poco tiempo antes de ganar su primer mandato en la Jefatura porteña. Desde entonces, se encargó de todo: manejar los encuentros políticos, los llamados y hasta las compras de regalos para sus allegados.

 

 

 

Moschini tuvo protagonismo en la causa de las escuchas ilegales. En noviembre de 2009 admitió haber enviado un correo para que el cuñado de Macri, Néstor Leonardo, desvinculase al entonces jefe de Gobierno porteño de la pinchadura de su teléfono. Fue citada por el juez federal Norberto Oyarbide.

 

"Esta mujer es una de las cosas más maravillosas que me pasó en la vida. Era la secretaria de mi padre y, en un momento de mi vida en el que no daba pie con bola, le pedí que viniese a darme una mano", contó Macri al asumir la Presidencia.

 

En tanto, tras duras internas por el liderazgo del PRO con Michetti desde que la ahora vicepresidenta se negó a competir por la gobernación bonaerense, Macri tiene una debilidad especial por Vidal.  

 

La gobernadora de la provincia electoralmente más grande del país comenzó como pasante en la ANSES cuando Macri era jefe de Gobierno porteño y se ganó su confianza como ministra de Desarrollo Social primero y como vicejefa de Gobierno después, hasta llegar al cargo más caliente de la política argentina: conducir el destino bonaerense.

 

 "Elegí a una mujer joven, madre, profesional, con la sensibilidad y la pasión que demostró María Eugenia". Vidal nunca imaginó que iba a terminar al frente de la provincia de Buenos Aires. Sus rivales y los medios tampoco. Así, en años, pasó de ser la sombra de Michetti a verdugo de los temidos barones del conurbano.

 

La gobernadora bonaerense, que derrotó al peronista Aníbal Fernández en las elecciones generales de 2015, apareció en el momento en que Macri no tenía a nadie para mandar a la provincia. Michetti lo había desairado cuando le pidió la mudanza. Al momento de postularla, todos creían que el Frente para la Victoria tenía la elección ganada. Un todo terreno del conurbano como Aníbal frente a una ignota mujer de un partido con poca tradición territorial que finalmente dio el batacazo histórico ganándole al partido de mayor poder real en el mayor distrito electoral del país. Hoy Vidal no pelea el liderazgo de Macri, pero mantiene más alta imagen que el propio presidente en las encuestas de opinión pública y es mencionada como posible sucesora al sillón de Rivadavia.

 

Bullrich y Stanley son las únicas mujeres del Gabinete: ambas poderosas, pero con perfiles bien distintos. La ministra de Seguridad ingresó al Gobierno como líder de su propio partido: Unión por Todos, aliada fundadora también de Cambiemos. Desde el cargo en el Gabinete –ya había sido ministra de Trabajo muy cuestionada durante la gestión de Fernando De la Rúa por las rebajas salariales y a los jubilados-, desde el actual cargo en Seguridad se escapa a las decisiones del poderoso jefe de Gabinete, Marcos Peña, y crea su propia agenda con todo el apoyo de Macri. Una guerrera impulsora de la mano dura, cuestionada por apoyar eventuales excesos de las fuerzas de seguridad como Gendarmería en el Caso Maldonado o el policía que mató a un ladrón por la espalda, Luis Chocobar, Mantiene un alto perfil en las redes sociales y medios de comunicación.

 

 Al contrario, Stanley –una funcionaria del riñón PRO- cultiva uno de los más bajos perfiles de la administración Macri y es la encargada puesta por el Presidente para negociar con las organizaciones sociales en materia de planes y políticas de contención, duramente cuestionada por avances y retrocesos en ajustes en una de las áreas más sensibles del Gobierno.

 

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