“Lo único que no se recupera es el tiempo”. Parece una frase impresa en el papel que envuelve a una galleta de la fortuna o la arenga motivacional de un equipo de fútbol que pelea por evitar el descenso. Lejos de eso. Es la frase de cabecera de Horacio Rodríguez Larreta para alentar y perseguir a sus funcionarios de modo que cumplan con el tiempo estipulado para culminar el plan de obras con el que piensa plebiscitar su gestión en 2019, en el marco de la decisión de Cambiemos de poner en marcha la campaña para su reelección y las de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.
Días atrás, en la semanal reunión de gabinete, el jefe de Gobierno porteño había mandado a sus principales funcionarios "a dormir” a las obras de infraestructura que deben controlar. “Ustedes tienen que dormir en las obras”, soltó Rodríguez Larreta ante la atenta mirada de sus ministros y secretarios de gobierno.
No fue un reto ni tampoco una chicana. El gabinete porteño lo leyó como un pedido para que los funcionarios responsables de obras de infraestructura controlen a rajatabla el trabajo y los tiempos de las empresas adjudicatarias de las grandes obras de la Ciudad de Buenos Aires. El mensaje fue directo para el ministro Franco Moccia (Desarrollo Urbano y Transporte) y el secretario Juan José “Juanjo” Méndez (Transporte), pero se aplica a todo el gabinete.
Moccia y Méndez tienen a su cargo dos proyectos clave y, por sobre todo, muy visibles para la fisonomía del distrito: el Paseo del Bajo y los viaductos en los trenes Belgrano Sur, Mitre y San Martín, respectivamente. El primero es la conexión de la Autopista Illia con la Autopista Buenos Aires – La Plata y representa la gran apuesta de Rodríguez Larreta para descomprimir el Bajo porteño de tránsito pesado y alivianar las arterias cercanas. En tanto, la construcción de viaductos permitirá abrir 16 calles que hoy están cortadas por el paso de esos ferrocarriles y estos trabajos se suman a la extensión de los “sapitos” -túneles bajo trazado de trenes-, que borran del mapa a los pasos niveles, que generan atascos y un tiempo de espera importante en los cruces de barreras.
La frase y el reclamo de pasar horas frente a las obras pueden ser tomados a como chistes o bromas. Sin embargo, ese mensaje tiene una cuota de seriedad, además de graficar con exactitud la obsesión del jefe de Gobierno con el tiempo y los plazos de la gestión. Letra P contó que Rodríguez Larreta organiza reuniones a primera hora del día y hasta encuentros fugaces en su auto con funcionarios o legisladores "para ganar tiempo”.
Sucede todas las semanas. El alcalde recorre un barrio, sus asesores llaman a un legislador o funcionario con quien debe hablar un tema particular y lo citan a una esquina . No hay café, ni mozos, ni mesas. La invitación es a subirse al auto oficial del jefe de Gobierno y los participantes del encuentro político son el chofer, Larreta y el funcionario en cuestión.
Como informó Letra P, el alcalde piensa regar de obras públicas vinculadas al transporte y la movilidad y poblar de efectivos policiales la Capital Federal como principales elementos de la vidriera con la que plebiscitará su gestión en busca de la ansiada relección para las elecciones ejecutivas de 2019.
Quizás por eso una de los pensamientos más repetidos por sus ministros estos días indica que “en 2019 se acaba el mundo”. También en código bromista, el Gabinete porteño juega y se divierte con la presión que Rodríguez Larreta ejerce con respecto a los tiempos de la gestión. No obstante, tanto Méndez como Moccia aclararon que el desarrollo de las obras está en el ritmo esperado.
Además, el alcalde conminó a sus funcionarios a “caer de sorpresa” en las obras que deben controlar. “No avisen nada. Vayan de sorpresa, vean, hablen con los obreros y sigan el estado de sus obras”, alentó el Jefe de Gobierno.
Moccia tiene la mayoría de las obras de infraestructura de la Ciudad, pero la Secretaría de Integración Social y Urbana, el Ministerio de Educación y el de Ambiente y Espacio Público también tienen a su cargo trabajos clave para el proyecto reeleccionista de Larreta. El pedido también recae, entonces, para los titulares de esas áreas: Diego Fernández, Soledad Acuña y Eduardo Macchiavelli, respectivamente.
No obstante, las obras de urbanización de villas, la construcción de jardines y escuelas o, por ejemplo, la puesta en valor de la Plaza de Mayo no tienen turno nocturno, como sí lo poseen el Paseo del Bajo y los viaductos.
El operativo reelección de Rodríguez Larreta comenzó, de acuerdo a los tiempos políticos, la misma noche del 22 de octubre de 2017, cuando desde las 19 horas el comando de campaña ya sabía que la boleta encabezada por Elisa Carrió superaría el 50% de los votos. Sin embargo, en la cabeza de Rodríguez Larreta sus ocho años en la Ciudad estaban prediseñados desde aquel mediodía caluroso del 22 de febrero de 2016, cuando en el predio El Dorrego presentó el Plan de Gobierno y los compromisos de gestión asumidos, a pocos meses de haber ganado el ballotage frente a Martín Lousteau.
Se sabía que los grandes proyectos de infraestructura durarían años y siempre se estimaron para principios del 2019, cuando finalice el mandato iniciado el 10 de diciembre de 2015. Ninguna de estas obras se vería a corto plazo, por eso los presagios de funcionarios larretistas durante el primer año de gestión: “Entre 2017 y 2018 la Ciudad va a ser intransitable”, en referencia a la cantidad de trabajos de infraestructura y los cortes de calle que eso implicaría, aunque con conocimiento que serían la carta de presentación para la reelección.