Duerme poco. Se levanta muy temprano para hacer deporte o para encabezar reuniones. Cronometra cada actividad que realiza, habla con todos y divide la política de la familia. El estilo de trabajo de Horacio Antonio Rodríguez Larreta se destaca por su hiperactividad. Lo definen como “un tipo exigente”.
“A veces te cita a las 6.45 de la mañana. Llegás y te aparece por atrás recién llegado de sus salidas a correr”, describe un funcionario porteño que integra el grupo reducido de colaboradores a quienes el jefe de Gobierno escucha y deja opinar.
Tiene por costumbre levantarse muy temprano y volver a su casa, ubicada en Recoleta, cerca de las 21 para cenar junto a su esposa y sus hijas. “Difícilmente lo veas en un evento mucho tiempo. Va, saluda, come el primer plato y se va a su casa”, cuenta un ministro porteño. Un legislador de su riñón lo califica, entre risas, como “un puritano, un anglosajón”.
Generalmente, utiliza las instalaciones de Pizza Cero como búnker. Allí atiende a funcionarios, colaboradores y amigos. Cuando las reuniones son muy temprano cita en su casa, que queda en el edificio ubicado arriba del restaurant, debido a que el local a esa hora está cerrado.
Antes de comenzar la jornada laboral, el jefe de Gobierno sale a correr. Lo hace solo, al menos tres veces por semana y por la zona. Anteriormente, su compañero de running era el ahora ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich.
Cuando regresa, inicia la ronda de reuniones y está pendiente de su celular. Evita utilizar Whatsapp. A los miembros de su equipo les escribe vía Blackberry Messenger o directamente los llama. Al igual que Mauricio Macri, está muy pendiente del ánimo de sus dirigidos y jamás se olvida de responder mensajes o de devolver llamados. “Es más fácil que te conteste Horacio que un ministro”, dispara una diputada porteña.
Pero su rol componedor y contenedor se agota cuando hay que discutir sobre la gestión. En las reuniones periódicas de seguimiento escucha avances, trabas y retrocesos de cada ministerio. Quienes presenciaron esos encuentros en la Jefatura de Gabinete resaltan la “obsesión por el detalle” y la “memoria” de Larreta sobre los trabajos de cada área.
“Horacio tiene un plus. Fue ocho años jefe de Gabinete de Mauricio. Es difícil que un ministro lo pueda sanatear”, admite un funcionario porteño.
En esas reuniones hay un encargado de llevar adelante el “tablero de control” –una especie de guía donde se anotan todos los movimientos de los ministerios-, en quien el alcalde deposita máxima confianza, aunque es una labor que él mismo la lleva en la cabeza, dicen sus asesores.
Hasta diciembre de 2015, ese rol lo cumplió el actual ministro de Desarrollo Urbano, Franco Moccia, uno de los más cercanos al jefe de Gobierno, y quien ahora está a cargo es el secretario de Planeamiento y Control de Gestión, Fernando “Bana” Benegas, primo de la primera dama, la wedding planner Bárbara Diez.
Sus dirigidos, quizás en tono de admiración, hacen hincapié en que “no para de laburar” y lo comparan con un “maratonista”. “Ves la agenda de Horacio y te cansás. Es su estilo”, grafican.
Rodríguez Larreta no pierde el tiempo. Optimiza los minutos y hasta hace reuniones en el auto oficial, un Volskwagen Vento que lo traslada de un lugar a otro. “El auto es también una oficina. Le mandás un mensaje diciendo que lo querés ver, te hace llamar por una de sus secretarias y te pide que lo esperes en alguna esquina de la Ciudad. Te pasa a buscar y hace la reunión en el asiento de atrás del auto”, contó a Letra P un dirigente larretista.
Generalmente, esa “oficina móvil” la pone en práctica cuando termina una actividad en la calle o una reunión con vecinos. Si no, arma reuniones en la Jefatura de Gobierno.
Los encuentros con vecinos serán una impronta fundamental de su gestión. Los asesores le recomendaron moverse con custodia personal. El jefe de Gobierno aceptó, pero no se siente cómodo.
La obsesión por el detalle y por el control del tiempo son dos características clave de Rodríguez Larreta, que siempre trata de imponer su liderazgo en base a esas “virtudes”. Su círculo íntimo le adjudica una frase que explica el porqué de ese método: “Lo más valioso es saber administrar el tiempo”.
En sus tiempos de ocio y descanso, el jefe de Gobierno le presta atención a sus dos pasiones: la familia y Racing Club de Avellaneda. Siempre acomoda su agenda para cenar con su esposa y sus hijas, y jamás se ausenta de la Platea A del estadio Juan Domingo Perón.
La rutina de la semana lo agota y lo traslada hacia el norte del conurbano bonaerense. Larreta suele pasar el fin de semana en familia en su casa de Pilar, a donde, según cuentan sus colaboradores, se aleja un poco de la política. “La rosca en la Ciudad; en Pilar es íntimo”, asegura uno de los ministros que más lo conoce.