DETRÁS DE ESCENA. MACRI JUEGA

Loco por el fútbol

El Presidente quiere la súper final en Buenos Aires. Cerró filas con D'Onofrio y relegó a Angelici, pato rengo sin 2019. La banda millonaria PRO que intenta salvar el partido más chivo de la historia.

No pudo dormir durante dos semanas y se quedó con la frustración. Mauricio Macri, el político que parió el negocio del fútbol, se encontró enredado en un escenario imprevisto. Después de desear que uno de los dos equipos argentinos perdiera para evitar el estrés de la súper final de la Copa Libertadores, pedir visitantes en los dos partidos y llamar culón a Marcelo Gallardo, el Presidente termina más cerca de Rodolfo D’Onofrio que de su amigo, operador y heredero Daniel Angelici. Lo hicieron posible la inminencia del G20, las encuestas que maneja el núcleo duro del Gobierno, los oficios del macrismo riverplatense y el temerario manejo de la seguridad por parte de Martín Ocampo, el ahijado distinguido del “Tano” que se tuvo que ir por la puerta de atrás.

 

El nexo fundamental entre Macri y D’Onofrio es el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis, un riverplatense fervoroso

La cumbre que traerá a Donald Trump y Xi Jinping opacada por el ataque al micro de Boca y la negativa del presidente del club xeneize a jugar el partido no hacen más que complicar la imagen que Macri soñó venderle al mundo. El sábado a la tarde, Angelici se había comprometido a disputar la final ante las autoridades de la impredecible Conmebol, pero algo lo hizo cambiar de opinión de manera intempestiva. Tal vez haya sido el TT #AndateAngelici, como suponen algunos en el club, o quizás alguna otra razón importante. Lo cierto es que la hermandad de la Boca se resquebrajó desde entonces.

 

En la Casa Rosada, lo admiten: el Presidente quiere resolver el tema y está convencido de que el partido se puede jugar en Argentina y en la cancha de River, igual que sucedió antes en la Bombonera. Así lo dijo D’Onofrio después de afirmar que un allegado de Macri se le acercó a confirmarle el deseo del ex alcalde porteño. El portal Doble Amarilla difundió que el mensaje del Presidente llegó a través del gerenciador, liquidador del Fútbol para Todos y subsecretario de Comunicacion en la Secretaría de Deportes Fernando Marín.

 

Según pudo saber Letra P de fuentes oficiales, el nexo fundamental entre Macri y D’Onofrio es el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis, un riverplatense fervoroso que no da un paso sin el aval del ingeniero que ganó popularidad desde la comandancia de Boca. En River, también admiten que De Andreis es políticamente muy cercano a D’Onofrio, en lo que tiene que ver con el club. Su servicio a las órdenes del Presidente está ligado a los emprendimientos deportivos con los que sueña Macri en los días de mayor ánimo, como el de organizar el Mundial 2030 junto a Uruguay y Paraguay. Con un escaso relieve político, De Andreis es, sin embargo, uno de los funcionarios de mayor cercanía con el Presidente. Junto con Iván Pavlovsky y el canciller en las sombras, Fulvio Pompeo, lo siguen a todos lados, incluso los más íntimos. Así, por lo menos, lo cuentan entre risas los habitués de Balcarce 50 y la residencia de Olivos.

 

 

Hay otro macrista caído en desgracia que oficia de puente entre rivales irreconciliables, Valentín Díaz Gilligan, el número dos de De Andreis que se tuvo que ir del gobierno ante la revelación de su cuenta en Andorra.

 

Gran jugador de fútbol, formación militante en la Ucedé y ex socio de Francisco “Paco” Casal, Díaz Gilligan todavía figura como vocal de la comisión directiva de River, pese a que la comisión fiscalizadora reclamó su renuncia en febrero último por considerar “incompatible” su función con el negocio de la intermediación deportiva. D'onofrio y su círculo de confianza decidieron respaldarlo.

 

Las casualidades quisieron que Donofrio y Díaz Gilligan coincidieran el pasado 16 de julio en la Casa Rosada. Ese día, el presidente de la entidad de Núñez rompió el hielo con Macri después de mucho tiempo de desconfianza y enojo. De Andreis también hizo su parte.

 

 

 

Encuestas como la que publicó Aresco indican que la mayor parte de los consultados (55,6%) entiende que el partido debe jugarse en la cancha de River y el 26,4%, dárselo por ganado a Boca. El núcleo duro del macrismo tiene más insumos en el mismo sentido. Según publicó el sitio doble amarilla, Macri llamó al presidente de la Conmebol con la intención de disuadirlo de mudar la final lejos de Argentina.

 

Seguir profundizando la grieta podría generar problemas adicionales para la Casa Rosada, en un momento inoportuno. No sólo dejar en claro que la administración Cambiemos es incapaz de organizar un espectáculo deportivo, sino avanzar en una pesquisa que incluye la identificación de los agresores del micro xeneize, algo que -por alguna razón- al parecer todavía no se hizo. 

 

PRO RIVER. Pese a la eterna rivalidad, el club que tiene como DT a Gallardo está saturado de macristas que están en el Gobierno. Rogelio Frigerio, Diego Santilli, Eugenio Burzaco, Federico Salvai y el menos conocido -pero más influyente- Ignacio Villarroel, el secretario de River que forma parte del oficialismo y es apoderado del PRO en Entre Ríos. La fatídica noche del gas pimienta, en 2015, Macri llamó a Villarroel para recriminarle su viaje a Paraguay en defensa de River.

 

River está saturado de macristas que están en el Gobierno: Frigerio, Santilli, Burzaco, Salvai y el menos conocido -pero más influyente- Ignacio Villarroel.

Desde entonces, la relación entre Macri y D’Onofrio fue de lo peor, hasta julio pasado, cuando el presidente de la banda volvió a la Rosada.

 

La final de la Copa Libertadores y la suspensión del partido en el Monumental lograron lo imposible. Por primera vez en mucho tiempo, las palabras del presidente de River sonaron en línea con el discurso del Gobierno: “El mundo está mirando y nos estamos mostrando al mundo de una manera terrible”.

 

El mensaje de D’Onofrio coincide con el operativo clamor que -por iniciativa de Marín- comenzaron algunos formadores de opinión que quieren a River y a Macri, en busca de llegar a un entendimiento con el intratable Angelici, un operador que nunca va a gozar de buena prensa por fuera del mundillo del fútbol, donde impone su peso.

 

Con una ascendencia envidiable en jueces y fiscales de Comodoro Py, el abogado nacido en Parque Patricios se sorprende cuando ve cómo lo castigan en medios afines al macrismo y maldice la sociedad del Presidente con Elisa Carrió.

 

Quienes conocen el pensamiento de Macri afirman que no sólo está mirando el G20, sino, además, la sucesión en Boca, donde Angelici se quedó sin reelección y deberá dejar su sillón a fines de 2019. Justo cuando el hijo de Franco termine su mandato.

 

En el oficialismo, algunos mencionan a Andrés Ibarra como el candidato del Presidente para hacerse cargo de la franquicia xeneize, pero el ahora vicejefe de Gabinete -que fue gerente general en la gestión Macri- dice que no tiene ningún interés en el tema. Sus modos y su historia contrastan con los de Angelici, aunque quizás resulten más propios para el sector privado que para la entidad de la ribera. Sin embargo, el reiterado anhelo del Presidente para convertir a los clubes en sociedades anónimas lo pone en partido.

 

 

 

BOCA 2019. El Tano ya anunció en televisión que el candidato oficialista será su mano derecha, Cristian Gribaudo, otro macrista duro. Puertas adentro del club, interpretaron que esa postulación tenía el respaldo de Macri. Falta un año eterno, van a primar los resultados deportivos -la Copa Libertadores de este año y la de 2019- y de eso dependen también las chances de los por lo menos nueve aspirantes que figuran en una oposición que incluye a Mario Pergolini, José Beraldi, José Ameal y -el postulante que podría torcer el destino- Juan Román Riquelme.

 

Las encuestas que circulan entre los socios xeneizes incluyen como eventuales candidatos a Royco Ferrari, el ex sindicalista Juan Carlos Crespi, el actual vicepresidente Horacio Paolini y el también empresario Adrián Suar. Ferrari es considerado un actor clave por controlar las peñas del club de la ribera en todo el país. Sin embargo, a la hora de votar, pesan cada vez menos en un padrón en el que la enorme mayoría de las 26.000 personas que votaron en 2015 viven en Capital Federal y el Gran Buenos Aires.

 

Según fuentes de la oposición xeneize, en esa oportunidad apenas tres mil socios vinieron del interior y hoy el 26% del padrón que parió el macrismo -los socios que votan y van a la cancha- tiene domicilio en Palermo y Belgrano. Después, en el ránking de barrios porteños boquenses, vienen Caballito, San Telmo y Barracas. En esos comicios, la oposición de Ameal-Pergolini (30,9%) y Beraldi-Zemborain (25,1%) perdió con Angelici (43,87) únicamente por no haberse unido.

 

Para las elecciones de fines de 2019, nadie puede arriesgar un futuro. No sólo para el destino de Boca. Tampoco para Mauricio, que, si se viera obligado a abandonar el poder a fines del año próximo, tal vez quisiera volver a concentrarse en la mayor de sus pasiones, el club al que nunca abandonó.

 

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