Luego de la desprolija publicación de los resultados del escrutinio definitivo de las PASO, dentro de la Casa Rosada algunos funcionarios que siguieron el proceso electoral de cerca exudan un clima de “misión cumplida”, tras dos semanas de duras acusaciones de la oposición sobre presuntas manipulaciones en la carga de los telegramas dentro del Correo Oficial, la empresa estatal que funciona bajo la órbita del ministro de Modernización, Andrés Ibarra, y que ahora afrontará cambios en su management.
Detrás del discurso público del oficialismo, cuyos voceros se negaron en forma terminante a reconocer la existencia de alguna manipulación en la carga de datos, el balance que comparten los escuderos del presidente Mauricio Macri es "positivo". Debajo de la pirotecnia comunicacional que articula la Jefatura de Gabinete en manos de Marcos Peña, la estrategia de diluir y postergar el revés electoral de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires fue efectiva y tiene un principal responsable: el histórico apoderado del PRO y actual jefe de Asesores de la Presidencia, José Torello. Ante las consultas de este medio a distintos funcionarios de Balcarce 50, el nombre del viejo compañero de colegio de Macri fue el más mencionado como “el arquitecto” de una estrategia cuyos contornos íntimos son reñidos con la legalidad.
“Dentro del PRO, si hay alguien que conoce en detalle lo que se puede y lo que no se puede hacer en materia electoral es José, que cuenta con la confianza del Presidente y es apoderado desde que Mauricio decidió lanzarse a la política”, resumió un habitante de la Casa Rosada en referencia a la amistad que comparten desde la infancia.
La competencia de Torello en materia electoral es tan reservada como la que tiene Ibarra, el brazo ejecutor de las remociones que puso en marcha en la conducción del Correo, con el reemplazo del ingeniero Jorge Irigoin por Gustavo Papini, ex CEO de OCA y ex gerente del Grupo Pegasus, el holding que condujo hasta diciembre de 2015 el vicejefe de Gabinete Mario Quintana, mayor operador y lobbysta de la cadena de retail Farmacity.
A la hora de los balances provisorios, en el Gobierno deslizan que el desempeño de Irigoin fue eficiente, a pesar del desgaste que afrontó luego del escándalo por la deuda que mantiene el Grupo SOCMA con el Estado por la fallida privatización del servicio telepostal argentino durante la segunda presidencia de Carlos Menem. Durante los años en que Franco Macri detentó el control del correo, Irigoin fue miembro de su management hasta 2001, tres años antes de que el entonces presidente Néstor Kirchner decidiera anular la concesión.
Durante el primer paso de Irigoin por el correo se especializó en el negocio telepostal, una disciplina empresarial que continuó desde 2003, cuando pasó a conducir OCA. Lo hizo hasta 2006, y al año siguiente fue nombrado como presidente de Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado.
“La llegada de Papini al correo es un enroque para continuar con el trabajo de Irigoin, cuya partida ya estaba prevista desde hace tiempo, pero se iba a concretar cuando terminara el escrutinio definitivo de las PASO”, explicó un hombre del PRO que reporta a Torello.
En la lista de relevos dentro del correo, por ahora no aparece el nombre Alejandro Tullio, actual director de Asuntos Públicos del Correo y titular de la Dirección Nacional Electoral entre 2001 y 2015. Su rol, según fuentes vinculadas a Torello, es tan importante en estas legislativas como la contratación de la española INDRA, encargada del escrutinio provisorio (ver "Pasan todos, quedan Indra y Tullio").
La continuidad de Tullio y de Indra es materia de debates dentro del Gobierno. Algunos funcionarios, incluso ministros, ya plantearon su desacuerdo sobre la presencia del funcionario en el staff del Correo y apuestan a su partida, basados en las recomendaciones de la Cámara Nacional Electoral, que reclamó corregir procedimientos y controlar la “trazabilidad de los datos” y de los traslados de las urnas y la documentación.
Todos esos puntos serían retomados por la nueva gestión del correo para evitar que se repita un escenario de acusaciones como el que se extendió entre la noche del 14 agosto, durante el escrutinio provisorio de las PASO, y este lunes, cuando el juez federal con competencia electoral de La Plata, Juan Manuel Culotta, comenzó a difundir los resultados definitivos.
En la presencia del magistrado también está la “mano invisible” de Torello, a quien adjudican su promoción al frente del juzgado platense desde el año pasado, para quitárselo a la magistrada María Romilda Servini de Cubría, que tiene la competencia electoral de la Ciudad de Buenos Aires y subrogaba el mismo rol en la provincia de Buenos Aires, hasta que fue invitada a dejar ese poder en manos de un hombre que, como Torello, también compartió los pupitres del colegio Cardenl Newman.
En la arqueología del PRO, el ministro Ibarra también tiene un sitial de privilegio en el entorno presidencial. Fue gerente general del club Boca Juniors durante los dos mandatos de Macri como titular de la entidad deportiva, luego compartió responsabilidades electorales junto a Torello durante los inicios de Compromiso para el Cambio y desde diciembre de 2007 estuvo al frente de la versión porteña de la actual cartera de Modernización que funciona en la órbita federal. En el salto que pegó Macri desde la jefatura porteña a la Casa Rosada, Ibarra fue sumando funciones electorales, especialmente con la implementación de la Boleta Única Electrónica y por el manejo de los jugosos contratos que la administración de Cambiemos tenía en carpeta si el Congreso aprobaba la reforma electoral nacional para aplicarla en todo el país.