SANTA FE

Con una pequeña ayuda de mis amigos (peronistas)

Lifschitz busca tender puentes con el PJ provincial para conseguir luz verde a la Asamblea Constituyente que le habilite la reelección. Antes, deberá resolver la interna socialista con Bonfatti.

Es ferviente el deseo del gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, por reformar la Constitución. Ya lo intentaron, sin éxito, sus antecesores socialistas Hermes Binner y Antonio Bonfatti. Pero pese a padecer un escenario político sumamente complicado, el mandatario prevé enviar el proyecto a la Legislatura entre fines de año y principios del próximo, tal como le confió un funcionario provincial a Letra P.

 

Binner fue el que llegó más lejos, en 2010. Elaboró el proyecto de “Ley de necesidad de Reforma” y lo derivó a las Cámaras, pero no tuvo apoyo y la iniciativa perdió estado parlamentario. Es que a diferencias de otros proyectos, este en particular requiere de una mayoría especial para su sanción.

 

Lifschitz precisa que el proyecto de ley sea aprobado por los dos tercios de cada una de las dos Cámaras, en Diputados y en el Senado. Confiado, el año pasado inició una “ronda de diálogo y consenso” con los titulares de los partidos políticos y lanzó Bases para la Reforma, una iniciativa impulsada que tiene por objeto “promover un proceso de deliberación y diálogo ciudadano e institucional para repensar las bases de una nueva Constitución Provincial”.

 

Diputados es la Cámara más numerosa. Integrada por 50 legisladores, el Frente Progresista tiene mayoría con 28 bancas, el peronismo cuenta diez, Cambiemos suma nueve y la izquierda se planta en dos. En Senadores los caciques peronistas se llevan once bancas de un total de 19. El socialismo apenas tiene dos y la UCR llega a seis.

 

El escenario, como se ve, es variopinto. Pero antes de enfrentarse a la oposición parlamentaria, Lifschitz debe resolver la interna que lo enfrenta a Bonfatti: su antecesor es el presidente de la Cámara de Diputados y tiene bien ordenado un bloque de ocho legisladores socialistas. Tras la bravuconada de meter Mauricio Macri y Adolf Hitler en la misma frase, Bonfatti pidió unas rápidas disculpas, pero el gobernador actual le endilgó una “soberbia incomprensible”. ¿De eso cómo se vuelve?

 

 

Lifschitz tiene altos niveles de imagen positiva y pretender renovar su mandato, cosa que no le permite la Constitución. Bonfatti ya le aclaró en más de una entrevista que está a favor de que la provincia tenga una reelección, pero no para el caso del actual mandatario, porque asumió con el viejo sistema constitucional. Ahí ya hay un primer obstáculo.

 

Con 34 votos a favor en la Cámara baja, Lifschitz tendría asegurada la media sanción de la ley que le permitiría convocar a una Asamblea Constituyente. Si reúne los 28 progresistas, le bastaría en todo caso sumar seis votos de la suma de doce peronistas e izquierdistas, descontando que Cambiemos no lo va a acompañar en el objetivo.

 

En el Senado llega a la mayoría especial con 13 manos levantadas, un número, a priori, bastante más sencillo de alcanzar que en Diputados. No por una cuestión numérica, sino porque los senadores del PJ mantienen una histórica relación de convivencia pacífica con el gobernador, que reparte obras y fondos sin discriminación entre ellos. No solo eso: el presidente del bloque peronista, Armando Traferri, le pide desde hace rato y públicamente al socialismo conformar un frente anti macrismo. Con esos once votos, más los dos socialistas, Lifschitz estaría en condiciones de celebrar.

 

 

 

¿Por qué el peronismo, a sabiendas de la buena imagen del gobernador, le entregaría sin trabas a Lifschitz la posibilidad de ser reelecto y bloquearía, así, su propia chance de recuperar la Gobernación? La clave está en los intendentes. Muchos de ellos hicieron una fuerte apuesta por Alejandra Rodenas en las PASO que la candidata perdió con Agustín Rossi. Eso, sumado a las dificultades que tiene el senador nacional Omar Perotti para aglutinar a todo el peronismo santafecino, es un interesante caldo de cultivo a la hora de negociar con el socialismo y achicar, en simultáneo, el margen para que Cambiemos de el zarpazo y pinte Santa Fe de amarillo.

 

¿Qué pasa si hay ley?

 

El director provincial de Reforma Política y Constitucional, Oscar Blando, le contó a Letra P el proceso que debe liderar Lifschitz para el caso. Por lo pronto, el proyecto que deriva a la Legislatura “ya establece el contenido de la futura reforma, cada uno de los artículos o capítulos que se van a someter”.

 

La ley misma determinará la duración de la Convención Constituyente y también el procedimiento de elección, el sistema y forma de elegir a los convencionales. Una vez que se definen esos detalles no menores, el Ejecutivo deberá convocar a la elección constituyente y los santafesinos tendrán que volver obligatoriamente a las urnas. En la votación se elegirán 69 convencionales, la suma de diputados más senadores, quienes “no pueden tratar temas que no han sido parte de la ley de convocatoria”.

 

“Hay una decisión de buscar acuerdos para que la Constitución sea renovada, actualizada. Hablamos, por ejemplo, de autonomía municipal, que es una obligación que Santa Fe lo tenga por mandato constitucional”, apuntó Blando, quien eligió la palabra “consenso” para diferenciar esta oportunidad de las anteriores, todas truncas.

 

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