LA PUJA POR LA VACANTE

El juego de la silla vacía en la Corte provincial: los anotados en la pelea

Vidal quiere a una mujer y estudia proponer a la peronista María Laura Leguizamón. Eso no desalienta a los que se nominan para el puesto. Quiénes son. Quiénes los auspician. ¿Dos huecos por llenar?

El viernes pasado, Letra P informó que la gobernadora María Eugenia Vidal, decidida a avanzar sobre todos los espacios de poder disponibles en el tablero institucional bonaerense, evalúa proponer a la senadora nacional María Laura Leguizamón para cubrir la vacante que hay en la Suprema Corte de la Provincia. La información no fue desmentida oficial ni extraoficialmente por los voceros de la mandataria. Pero ésa es sólo una parte de la historia: la intención de la jefa del Estado de colocar a la legisladora peronista platense. Al mismo tiempo, corre –caudaloso- un río subterráneo de operaciones y movimientos nutrido por los que tienen aspiraciones de sentarse en ese sillón, un puesto de máxima relevancia que, además, asegura un retiro alejado de urgencias y penurias. Acaso ese rio suene menos durante este mes de enero, cuando la feria judicial convierte casi en taperas a los palacios que habita todo el año la familia judicial, pero los pescadores están ahí, tirando sus anzuelos.

 

El hecho de que Vidal aspire a llevar a una mujer al máximo tribunal bonaerense –ahora, la ecuación de género es abrumadoramente dispar en favor de los varones: 5 a 1- no desalienta a los hombres que se arriman al fogón. Uno de ellos es el presidente de la Cámara Segunda en lo Civil y Comercial de La Plata, Agustín Hankovits. Llegado el momento, el camarista podría gestionar con éxito dos cartas de recomendación de peso en esta etapa: la del ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Germán Garavano –aunque las simpatías de los integrantes de la elite de juristas del macrismo siempre tienen su contraparte en la interna de ese universo, que es feroz- y la del jefe de la Iglesia platense, el arzobispo ultraconservador Héctor Agüer. El jueves pasado, el cura, célebre por su cruzada contra la masturbación –una práctica “animaloide” en la que advierte la acechanza de “El Maligno”- y por su prédica a favor de “olvido, borrón y cuenta nueva” respecto de los crímenes de la represión ilegal, siguió desde la primera fila la asunción del abogado del Opus Dei Julio Conte Grand al frente de la Procuración General de la Corte. Todo tiene que ver con todo, decía el presentador Pancho Ibáñez.

 

 

Lo dijo este portal la semana pasada: en los rincones donde se juntan a hablar en voz baja jueces, fiscales y otros miembros de la familia judicial bonaerense pagaba dos pesos con veinte el asesor general de Gobierno, Marcelo López Mesa, como candidato a séptimo cortesano. Y la decisión de Vidal de darle el despacho que dejó el ex denarvaísta - ex sciolista Gustavo Ferrari había tributado al fortalecimiento de la figura del ex juez de Chubut. Pero no es que los rumores lo ponían en la pole position a pesar de él. El hombre, que blande ciertos vínculos con el radicalismo PRO y pergaminos académico-profesionales nacionales e internacionales, arrastra la frustración de no haber llegado a la corte de la provincia gobernada por Mario Das Neves. Ahora, juega sus fichas para que la segunda sea la vencida. De hecho, hay quienes aseguran haber escuchado de su propia boca una frase dicha con impostada resignación patriótica: “Si la gobernadora me necesita, yo podría asumir”.                       

 

¿Pero la gobernadora quiere a una mujer? El intendente de San Isidro, Gustavo Posse, tiene un nombre para poner arriba de la mesa: su esposa, la camarista María Fernanda Nuevo. El jefe comunal es un político versátil. Radical desde la cuna, fue macrista y ahora es aliado del líder del Frente Renovador, Sergio Massa. Eso podría ayudar: su ex colega de Tigre es el garante de la gobernabilidad en la provincia de Buenos Aires a partir de su acuerdo estratégico con Vidal. De todos modos, el diputado nacional evaluaría una jugada para sacarle un rédito más importante a la montaña de votos que, sumando cada ley que tuvo éxito en 2016 en la Legislatura, le acercó a la mandataria provincial. 

 

 

 

Como señaló este portal el viernes, en la Corte hay una silla disponible. Pero pronto podrían ser dos. En rigor, ésa sería otra aspiración de la gobernadora, porque un nuevo hueco generaría una suerte de sensación de necesidad y urgencia de avanzar en nombramientos. Ese escenario también alimenta fantasías del radicalismo, que rumia bronca por la flaca participación institucional que ligó como socio mayor del partido gobernante y otea el horizonte en busca de hendijas por donde penetrar la muralla –alta- que Vidal ha construido alrededor de su administración, un muro que, para colmo, vienen saltando con éxito más compañeros peronistas que correligionarios de boina blanca.

 

En la Corte se dice que el cortesano Eduardo de Lázzari no goza de la simpatía de la gobernadora ni de la de su hombre de confianza, el jefe de Gabinete, Federico Salvai. También, que la Gobernación apuesta a la jubilación del ministro decano del tribunal provincial, Héctor Negri, que asumió su función en 1983 y este año cumplirá 77 años. Pero en el palacio de la avenida 13 de La Plata se lo compara con Mirtha Legrand, que todos los años anuncia su última temporada en la tele, y con Carlos Fayt, el fallecido supremo que renunció a la Corte nacional en diciembre pasado, a los 96 años.

 

Un juez atento a las intrigas de palacio evaluó ante Letra P que las últimas jugadas del gobierno de Cambiemos demuestran que a Vidal no le interesan el Tribunal de Cuentas ni otros organismos de control ni la Defensoría del Pueblo. Y que, en cambio, opera para posicionar sus cuadros técnicos y políticos en la Justicia. En ese sentido, destaca el caso de Conte Grand y la aspiración de poner un pie –o dos- en la Corte. Y señala que también es un objetivo de Vidal la Cámara Casación Penal. En ese tribunal, explica, se ventilarán las causas por corrupción contra figuras de la oposición no amigable, como su antecesor en el cargo, Daniel Scioli.

 

El juez coincide con la descripción que hizo este portal de la Corte provincial. Es más técnica que política, acepta. Pero apunta que la presidencia del tribunal, aunque es rotativa, constituye un espacio de poder interesante: quien preside la Corte, preside el jury de enjuiciamiento de jueces y fiscales. Puede acelerarlos o puede frenarlos. Combinado con la jefatura de los investigadores penales, que ya está a cargo de un PRO puro, no es un resorte de poco valor político.

 

Por todo ello, la fuente no da lugar a dudas: mientras Vidal esté en el poder, a la Corte sólo llegarán sus bendecidos. “Pero tiene que tener cuidado: si manda un paracaidista sin peso específico, no la va a pasar bien, porque los supremos bonaerenses son duros, tienen oficio”, advierte y, alejada de las formas de la academia, augura: “Se lo comerían crudo”.

 

Leandro Busatto se despegó del rechazo del peronismo a la reforma constitucional.
Axel Kicillof y Maximiliano Pullaro 

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