Mateo es el único participante de la reunión menor de 30 años. “A nosotras nos adoptaron en el grupo de la juventud”, bromearía Giselle secundada por las risas de su compañera de Quilmes centro.
Sentada en la punta de la mesa, la organizadora de eventos no solo recuerda la cantidad de gente sino las emociones en las distintas etapas de las elecciones presidenciales y el esfuerzo que representó incluso después de la derrota del 22 de octubre. “No te puedo explicar lo que fue estar acá dentro y hacer todo el trabajo que hicimos”, dice.
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Javier Milei es la imagen que ilustra la sede de La Julio Argentino en Quilmes.
La labor de La Julio Argentino no terminó con el ballotage del 19 de noviembre y el Gobierno le prepara el puntapié inicial para volver a las calles: la posibilidad de un plebiscito después del fracaso de la ley ómnibus. Mientras los movimientos sociales y los sindicatos lidiaron con el Protocolo Antipiquetes, la militancia libertaria se enfrenta a sus propios disturbios que, encima, se encuentran en el origen de la victoria.
La militancia sabe que existe un 26% en duda, lo que hubo entre el 30% de las PASO y el 56% de la segunda vuelta. "Desde antes del ballotage se sabía que no iba a ser fácil", recuerda Mateo a Letra P y asegura que "siempre" estuvieron "preparados para seguir llevando las ideas a la gente". Para el joven de 23 años, un plebiscito no vinculante "debería ser suficiente" para que quienes ocupan las bancas del Congreso se den cuenta "si están representando a sus votantes o no".
En la misma línea, la concejala Albasetti reconoció: "Sabíamos que lo que logramos en las elecciones lo íbamos a tener que defender todos los días". "Conocemos la 'ley Bases' y por lo tanto sabemos cómo defenderla", prometió, acostumbrada a trabajar en minoría en el Concejo Deliberante con abrumadora mayoría de Unión por la Patria. Están, sabe, detrás de las líneas enemigas.
Lo primero es la familia
Las familias del trío libertario fueron parte del 55,69% de votos que acumuló LLA en el ballotage y el punto de partida para los primeros reclamos después del 10 de diciembre. Mateo es la excepción porque, aduce, en su entorno “conocen de política y saben que un cambio no es de un momento para el otro” y menos en un gobierno que tiene que “pactar hasta para ir al baño”.
En el caso de Claudia, la grieta está en su familia política, que no dejó de ser kirchnerista y critica “el tema de los aumentos, que aumentó todo y ahora aumentó la nafta y ahora aumenta toda la mercadería”.
En un ballotage se elige entre las únicas dos opciones que hay, así que el respaldo detrás de la victoriosa no concuerda con la cantidad de votos obtenida. Las personas indecisas no firmaron un cheque en blanco y tienen menos paciencia que el núcleo libertario, aunque más que el peronista. El escenario de tercios pronosticado por Cristina Fernández de Kirchner no solo se ve reflejado en el Congreso hiperfragmentado, sino en la variedad de humor social.
“No les podés sacar el chip de un día para otro y ponerle uno y decir 'mirá, esta es la realidad, mirá cómo son las cosas', porque no lo van a entender nunca”, resume Giselle sobre las personas que hace años respaldan al kirchnerismo y asegura que tampoco van a reconocer si el plan económico libertario sale bien.
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La firma del Presidente en un cartel de La Julio Argentino.
Letra P.
Su familia, a la que no le costó “mucho trabajo” convencer durante la campaña, también está “enojada”, duda y le reclama: “Me arrepiento de haberlo votado porque no estoy viendo los cambios”. “No podés ver los cambios de una semana para otra”, defiende Giselle a Milei.
Sus familias no son las únicas con límites. Claudia y Mateo tienen los propios: la economía y la educación (la garantía de clases y “que no se haga política en las escuelas”), respectivamente. Aunque el joven programador que trabaja "para afuera" también reconoce que, si bien la economía “ya estaba mal” y peor no cree que vaya a estar, “si llega a estar peor obviamente hay algo que tampoco se hace bien”.
Giselle puede esperar. “Después te digo”, contesta y coincide con el referente de La Julio Argentino Nicolás Rivarola. “No tenemos dudas de que vamos a apoyar al Presidente en las medidas que tome porque son necesarias para, como dice nuestro eslogan, ‘Hacer grande Argentina otra vez’”, prometió el joven de 22 años. Es la versión autóctona del Make America Great Again de Donald Trump.
Rivarola aseguró que la organización “va estar apoyando la gestión del presidente Milei de la forma que sea necesaria, en las calles y plazas, dando a conocer las medidas y demás; las acciones van a depender de la situación que se esté viviendo y lo que el Presidente y la gestión necesiten”.
En una de las paredes blancas, resalta la firma del jefe de Estado en fibrón negro sobre un cartel azul con una de sus frases célebres: “No vine a guiar corderos, vine a despertar leones”.
Militar a Javier Milei en tierras kirchneristas
No la ve. El Milei que decora el vidrio del local tampoco la ve. Durante la campaña, al póster del ahora presidente le rallaron los ojos y sus pupilas quedaron indistinguibles. En el otro vidrio, las fotos del diputado provincial y fundador de La Julio Argentino, Nahuel Sotelo, y de la concejala Albasetti siguen intactas.
“En Solano pensábamos que nos iban a atacar, pero no, fue tranquilo. Acá en Quilmes no, y más que estuvimos en la peatonal, hubo un par de personas que nos insultaban y todo eso, pero bueno... Había que aguantar”, recuerda Claudia sobre los meses de campaña.
Durante ese tiempo, el trío fiscalizó en distintas instancias y trabajó junto a la gente del candidato a intendente de Quilmes por LLA, Miguel Lezcano, y del segundo candidato a concejal, Ricardo Rij. El único que tuvo una buena experiencia fiscalizando fue Mateo, quien ya lo había hecho para José Luis Espert cuando el ahora diputado aspiró a la presidencia, en 2019.
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La imagen de Javier Milei bandalizada en el local de La Julio Argentino en Quilmes.
Giselle marca el contraste con el clima social actual de Quilmes, ya que desde que el economista libertario ganó puede “caminar tranquila en la calle” con su pin, así que considera que “está un poco más calmado”. Hay habitantes de Quilmes que les “pidieron disculpas” cuando la agrupación fue a ayudar a los barrios afectados por la inundación en la zona de la ribera quilmeña, como en Villa del Monte.
“No fuimos por política, fuimos porque somos humanos y tenemos empatía y sabemos que cuando una persona lo necesita y si está a nuestro alcance la podemos ayudar”, prometió Giselle y agregó: “Somos diferentes, somos libertarios. No te vamos a juzgar por lo que pensás, no te vamos a apedrear, no te vamos a tratar mal, no te vamos a putear, no te vamos a hacer de menos porque tenés otra ideología”.
Tanto para ella como para Mateo, en el orgullo por esa alegría se encuentra la clave para sumar más militantes. El joven explica que la cuestión no es “tanto movilizar más gente sino que la gente se sienta más tranquila al estar convencida y demostrar de lo que está convencida. No autocensurarse por tener miedo de lo que otro pueda pensar o hacer”.
De lograr ese orgullo, con la posibilidad de un plebiscito en puerta, tal vez las banderas, remeras y pines amarillos con la leyenda "Don't tread on me" vuelvan a llenar de color y serpientes el cuarto de paredes blancas. Focalizar en el enemigo K puede ayudar a que el segundo semestre llegue más rápido.