FADE OUT

Sergio Massa, Daniel Scioli y Wado de Pedro, los candidatos de un peronismo en retirada

Quisieron conducir una Argentina opuesta a la que propone MIlei. Hoy hacen silencio o se arriman al fogón libertario. El 44% del electorado, huérfano.

En la música, se conoce como fade out al recurso de terminar las canciones bajando el volumen de manera progresiva hasta llegar al silencio. Es como que los temas se van diluyendo, se desvanecen. Es lo que le está pasando, en estos días de transición hacia la era ultraderechista que encabezará Javier Milei, a un peronismo que se retira, según la referencia, por acción, por omisión o embarrado en colaboracionismos de variadas intensidades. Aspirantes con distintas suertes a conducir la Argentina opuesta a la que propone el León libertario, Sergio Massa, Daniel Scioli y Wado de Pedro son las caras más brillantes de la ausencia. También Juan Grabois, Reliverán de los estómagos más sensibles del kirchnerismo que no toleraban ni a la derecha propia representada por el ministro de Economía. Oposición se busca, escribió este domingo Marcelo Falak.

Esa abdicación es la contracara -a su vez, particípe necesaria- de la emergencia de una unidad nacional de derecha que, con todo y sus problemas, se construye alrededor de un líder que parecía únicamente destinado y preparado para destruir; un hombre que dice comunicarse con el espíritu de su perro muerto y clonado pero que acaso de loco no tenga nada o, para mayor prudencia, no tenga tanto.

El resultado de esa renuncia a ejercer el rol que la voluntad popular le dio -de esa morosidad, quizá, en el mejor escenario- es la soledad y el desamparo de un 44% del electorado que, trascendente al peronismo, se unió en el espanto detrás de una convocatoria progresista a la unidad nacional en defensa de un pacto democrático que consideró amenazado. Esa masa sufriente hace su duelo a la intemperie. Tampoco la acompañan las palomas de Juntos por el Cambio: los Horacio Rodríguez Larreta y los Gerardo Morales, bien gracias.

Aclaración urgente: la disposición para favorecer -para no entorpecer, de mínima- el desarrollo de una transición eficiente es lo que se espera de quienes administran el Estado para allanar el recambio institucional y la llegada, en su reemplazo, de quienes han sido designados por la voluntad popular. Sin embargo, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Lo cortés, se sabe, no quita lo valiente: aceitar con responsabilidad el funcionamiento de la democracia no se choca con la organización de una oposición robusta que honre el mandato de 11 millones y medio de personas que, frustrado el objetivo central de gobernar, ahora pretenden oponerle un dique a las desmesuras de un proyecto político de raquítica vocación democrática.

Al vino, Toro

El domingo 19 a la noche, Massa reconoció la victoria de Milei y, en un tuit que publicó a las 21.32, agradeció a "los 11 millones" -la masa sufriente que hace el duelo a la intemperie- que lo acompañaron "con la convicción y el valor de defender ese país inclusivo, de progreso y desarrollo con igualdad de oportunidades que tanto queremos". Unas horas después, lanzó el globo para tantear de dónde soplaba el viento: hizo saber que analizaba renunciar a su cargo de ministro de Economía para soltar lo más rápido posibe el bastón de mariscal que le había entregado Alberto Fernández en agosto de 2022, en una transición interna que el Presidente no había podido resistir. La operación salió mal y Massa se quedó donde estaba, pero recluido en un silencio de misa en el que, según lo poco que se sabe, organiza su mudanza parcial a Estados Unidos, donde trabajará para algunos fondos de inversión con los que ha trabado vínculos en sus 15 meses de estadía en el Palacio de Hacienda.

Pese a los malos resultados de su gestión y a la mochila de un gobierno del que intentó despegarse y con la ayuda de un cuco que consiguió que hasta parte del Club de Fans de Leon Trotsky votara a un candidato del peronismo, el hincha de Tigre logró reunir el 44% de los votos. ¿Qué tiene pensado hacer con todo eso? Hasta ahora, es un misterio.

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Scioli desafío al establishment del Frente de Todos y presentó lista en la interna de la coalición que pronto devendría Unión por la Patria. La unidad le dolió, pero se bajó. Después de rumiar el sapo ácido que aceptó tragarse, se cuadró y militó la candidatura de su enemigo íntimo. Primero se sacó una foto en rol de asesor del MInisterio de Economía y después, cuando la campaña llegaba a su fin, escribió: "Estoy convencido de apoyarlo porque sé que el camino correcto es este: de la mano de la producción y el trabajo argentino".

Eximio equilibrista, el exgobernador enderezó la nave en la mismísima noche de la derrota. Felicitó al presidente electo y a su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, y le envió "un fuerte abrazo" a su "querido amigo Guillermo Francos", hombre fuerte de la mesa política libertaria que condujo el Banco Provincia cuando El Pichichi mandó en Buenos Aires. Cenizas quedan.

Hoy, el embajador en Brasil se suma a una galería de próceres ilustres del peronismo anti-K de barrigas blindadas que se arriman al calor de la unidad nacional de la derecha y le aportan gobernabilidad al proyecto de la motosierra y la dinamita: con desprendimientos de su gabinete saliente, el cordobés Juan Schiaretti coloniza puestos clave del organigrama libertario; referentes del cordobesismo que se la habían jugado por Massa Presidente, como Natalia de la Sota, se refugian en la organicidad para aportar su granito de arena a la pax armada; Florencio Randazzo va por la presidencia de la Cámara de Diputados, un sillón que lo sumaría sin pliegues a la maquinaria institucional oficialista, y lo hace a cualquier precio, incluso posando sonriente al lado del procesista tucumano Ricardo Bussi. Dale que va.

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Scioli podría quedarse en Brasilia como representante del gobierno de MIlei ante el país comunista que lidera Luiz Inácio Lula Da Silva y ya despliega sus buenos oficios de relacionista público de amplio espectro. "¡Bienvenida Diana Mondino a Brasil!", le dedicó a la canciller designada en un tuit que publicó este domingo, con foto incluida. Este martes, en una entrevista que le dio a Urbana Play en el marco de su gira de despedida, el presidente saliente lo retó: "No entiendo cómo se puede representar al gobierno de Alberto Fernández y al de Milei del mismo modo. Eso no es representar a la Argentina porque son dos Argentinas distintas".

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Wado de Pedro fue precandidato a presidente por un día. Después, jefe de campaña de la derrota upeísta de las PASO, un atributo diluido para la primera vuelta en una mesa intervenida por el massismo hardcore. El ministro del Interior terminó ganando: encabezó la lista bonaerense de UP para el Senado y tiene trabajo por seis años. Primer candidato a diputado, también ganó Máximo Kirchner, otro ausente sin aviso, como su madre, Cristina Fernández de Kirchner: otra vez nominada a la jubilación por Aníbal Fernández, enrededa en sus telarañas judiciales, hace rato que solo quiebra su voto de silencio para patalear contra la Justicia, como hizo este martes.

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En los nueve días que transcurrieron entre la derrota sufrida por el Gobierno en el ballotage y el cierre de esta nota, Wado se expresó en las redes sociales, la plataforma que usa la política para comunicarse con sus bases, sobre dos temas: los Juegos Panaparalímpicos de Santiago de Chile y el aniversario de la muerte de Maradona. No más preguntas.

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A Grabois lo encontraron buscando en Ezeiza -una odiadora cebada por la derrota peronista lo grabó y lo insultó de arriba a abajo en el aeropuerto internacional- la salida hacia unos días de retiro político espiritual en el Vaticano. Se dedica a predicar la palabra del papa.

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Mientras tanto, este martes, en Buenos Aires, hombres y mujeres en situación de desesperación se cocinaban en el cemento de la 9 de Julio en un piquete organizado por las organizaciones sociales de izquierda. “Massa estaba activo y ahora desapareció; están demoradas las partidas clave de alimentos para la población afectada", dijo Eduardo Belliboni, líder del Polo Obrero, que no votó al ministro en el ballotage.

Nostalgias

El secretario de Redacción de Letra P, Adrián D'Amore, tiene una teoría que abreva en la melancolía noventista. La ausencia peronista que brilla por estos días y el acercamiento de astillas del movimiento de Perón al combo milemacrista responde, en un punto, al "gen menemista" del presidente electo, que "despierta las más variadas fantasías" en el justicialismo nostálgico. "Es una espera con algo de esperanza", dice y no tiene dudas de que otra sería la historia si la ganadora hubiese sido Patricia Bullrich.

Michael Jordan fadeaway on Mason (Native HD, 1080p/30)

Acaso no sea un fade out la pirueta que está ensayando el peronismo. Quizá sea un fade away: en el básquet, el arte de saltar echándose hacia atrás y lanzar al aro escapando del alcance de la defensa -la técnica que hacía inmarcable a Michael Jordan-; una suerte de repliegue táctico para atacar. La esperanza es lo último que debe perder la masa doliente del 44%.

Javier Milei.
una unidad nacional a la derecha: ¿massa hubiera estado ahi?

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