Reacomodamiento vs. recambio de gabinete, el dilema de Javier Milei para el día después
La mudanza de Quirno abre una ventana para que el nuevo gobierno no sea tan nuevo. Segundas líneas, en gateras. El problema no son los nombres, es la interna.
"El 26 a la noche, con todos los números, veré qué tipo de entramado necesito". Con esta frase, en su entrevista con la TV Pública, Javier Milei confirmó dos cosas: que se vendría un cambio de gabinete y que se materializaría recién el lunes. Lo segundo no pudo ser: pasaron cosas.
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Primero, Gerardo Werthein, despechado por el trato de Santiago Caputo, spoileó el miércoles que se iría y el Gobierno tuvo que nombrar a su sucesor este jueves porque otro ministro cometió la infidencia de adelantar su salida, Mariano Cúneo Libarona, que lo hizo en Infobae. A dos días de las elecciones, la Casa Rosada necesitaba mostrarse propositiva y que se hablara más del que llegaba que del que se iba.
El Gobierno, obligada a mostrar una carta
De esta forma, Milei tuvo que anticipar una jugada en un tablero que, en teoría, sigue dependiendo de los comicios del domingo. O no. Una versión sostenida indica que el triángulo de hierro (el Presidente, Caputo y Karina Milei) negociarán el nuevo gabinete esa misma noche, en el búnker de La Libertad Avanza montado en el Hotel Libertador, donde comenzó todo en 2023. Pero hay fuentes en Balcarce 50 que sospechan que hay cambios que ya están cocinados.
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Como sea, puede haber dos gabinetes distintos a partir del lunes. Uno más bien sería un mero reacomodamiento y el otro, el resultado de una cirugía mayor.
El reacomodamiento de Javier Milei
La mudanza definitiva de Pablo Quirnode Economía al Palacio San Martín (el próximo canciller ya había sido presentado como secretario de Relaciones Económicas Internacionales) podría ser la punta de lanza de un retoque ministerial con más maquillaje que un recambio obligado por una derrota electoral y un pedido de Washington de apertura a sectores opositores aliados para garantizar gobernabilidad (mensaje para Mauricio Macri y los gobernadores).
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La figura que suena con más fuerza para reemplazar a Cúneo Libarona por estas horas es Sebastián Amerio, el viceministro de Justicia que, en lo formal, maneja el Ministerio desde diciembre de 2023. Es ojos y voz de Santiago Caputo: ambos impulsaron la fallida jugada de nombrar a Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla como jueces de la Corte Suprema. El asesor también controla la SIDE, a través de Sergio Neiffert, y otros lugares clave de la administración, como Salud (convenció a Milei de nombrar a Mario Lugones) e YPF.
Una eventual salida de Guillermo Francos de la Jefatura de Gabinete, como se viene especulando, y su reemplazo por Caputo (una posibilidad que el mismo ministro coordinador puso sobre la mesa cuando le achacó al asesor que no tiene firma ni responsabilidades) no implicaría un terremoto al interior del Gobierno. Santiago C., más antes que en los últimos meses, ha oficiado de jefe de Gabinete en las sombras. Sería una institucionalización de su rol, algo que le reclama el ala de la secretaria general de la Presidencia.
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Guillermo Francos y Lisandro Catalán, durante la apertura de sesiones que trata Garrahan y Universidades.
"El problema no son los nombres, es la toma de decisiones lo que debe cambiar. Debe haber una línea clara", resumen en la Casa Rosada la interna aún no resuelta entre Caputo y Karina Milei, una dinámica interna que explica los (muchos) errores y los (menos) goles de la administración libertaria desde febrero a este 26-O. La tensión, con idas y venidas, empoderamientos pasajeros, puso al Gobierno a la deriva, sin planes de acción más que aguantar hasta los comicios. Quedan quienes añoran las épocas en que el Gobierno logró construir mayorías para aprobar la ley Bases. Para la ley Bases II y las reformas que promete Milei (y que la Casa Blanca espera), la administración libertaria que frenó la obra pública debe reconstruir puentes, al menos los políticos.
Es la interna, estúpido
Premio y castigo: el posible paso hacia la luz de Caputo lo pondría en una marquesina indeseada para determinados problemas, de los cuales hoy está a salvo por ser monotributista: por eso el enojo de Francos, quien, por firmar la suspensión de la ley de emergencia en Discapacidad, fue denunciado penalmente. Al asesor, dicen, pareciera preocuparle menos eso que lograr que Milei le devuelva el rol del año pasado, cuando las decisiones políticas pasaban por sus manos y El Jefe tenía funciones más acotadas.
Karina Milei no está sola: salpicado también por el escándalo de la ANDIS, Lule Menem es su mano derecha y Martín Menem busca negociar su reelección al frente de la Cámara de Diputados, en diciembre, mientras un sector impulsa a Cristian Ritondo para el cargo, como se evaluó en los albores del mileísmo en el poder. El operador Sebastián Pareja se juega una banca este domingo. La conseguirá.
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Patricia Bullrich en el Coloquio de Idea
Para las carteras con reemplazo obligado también podría haber continuidad. Desde que aceptó ser candidata, Patricia Bullrich pugnó porque en la silla que dejará vacante en el ministerio se siente Alejandra Monteoliva, secretaria de Seguridad Nacional. La ministra llegó a comentar a su entorno que ya lo tenía cerrado. En Balcarce 50, igual, lo siguen poniendo en duda.
En tanto, la partida de Luis Petri en Defensa podría subsanarse con dos opciones que están a la mano: su jefa de Gabinete, la abogada Luciana Carrasco, o el brigadier Xavier Isaac, jefe del Estado Mayor Conjunto.
Javier Milei, ante un escenario de derrota
"Estamos abajo frente al peronismo, pero recortando en los últimos días". Ese es el mantra que repiten en el Gobierno, ya sea verdad o estrategia. Otros hablan de una moneda al aire: el ganador quedará a dos o tres puntos, sea quien sea.
La frase de Milei sobre qué "entramado" de gabinete necesita para el resto de su mandato toma otra dimensión frente a una derrota del oficialismo, con números que ni frente a Washington pudiera dibujar para hablar de victoria pírrica, como el conteo de bandas que sumará a partir de diciembre. Quedar debajo del PJ puede forzar el lunes al oficialismo a batallar con el síndrome del Pato Rengo.
"Va a tener que que abrir el gobierno", resumen en un sector aliado. Cuando le preguntaron a Francos si Macri podría arrimar nombres para "el nuevo gobierno", dijo sin vueltas: "Será una conversación, yo creo que hay que tenerlos en cuenta".
Si bien el expresidente perdió su primera batalla al no poder entronizar a Federico Pinedo en la Cancillería, como contó Letra P, le quedan varios lugares por reclamar, si es que está dispuesto el lunes a acompañar al libertario.
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La timba para un gobierno de coalición
En la danza de nombres de un gobierno "de coalición" vuelven a aparecer los mismos que suenan hace meses, con alguna novedad. Sin Cúneo Libarona ni Bullrich, podrían fusionarse las carteras de Justicia y Seguridad con el intendente de General Pueyrredón y legislador electo, Guillermo Montenegro, a la cabeza. Para Seguridad también se menciona a Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, también con una banca esperándolo en la Legislatura bonaerense.
Para Interior, ministerio resucitado en septiembre con el nombramiento de Lisandro Catalán, asoma desde Rodrigo De Loredo (el radical también suena para suceder a un excorreligionario, Petri, en Defensa) y Diego Santilli, que reemplazó a José Luis Espert al tope de la boleta, con un potencial cargo en un gabinete, más allá de la regla karinista de que no haya candidaturas testimoniales. Todo depende de cuánto recorte la diferencia con respecto al 7-S.
Inédito para la política doméstica, frente a un potencial escenario de derrota electoral, no hay versiones de desplazamiento del ministro de Economía. Toto Caputo viene de ser empoderado con le nombramiento de Quirno en la Cancillería, cargo que asumiría el lunes, pero, además, el equipo económico actúa en tándem. "Si se va uno, se van todos", sentencian en un despacho oficial.
"No va a haber Pinedos ni Dietrichs (sic)", se juega una fuente oficial, descartando en especial al exministro de Transporte macrista, cuyo nombre está vetado en el triángulo de hierro. A los demás nombres, nadie se anima a descartarlos.