Un informe elaborado con datos del Banco Central, el Indec y la provincia indica que el exmandatario "quemó las naves" para retener el poder.
El gobernador Gustavo Bordet y su sucesor, Rogelio Frigerio, en la primera reunión de transición en la Casa de Gobierno de Entre Ríos.
Un informe elaborado con datos del Banco Central, el Indec y el Gobierno de Entre Ríos expone la compleja situación fiscal de esa provincia y el cuadro económico y financiero que Rogelio Frigerio heredó de su antecesor, Gustavo Bordet. Se titula: “Ejecución presupuestaria 2023: Entre Ríos, el peor alumno de la clase”.
El trabajo indica que en el ejercicio finalizado el 31 de diciembre pasado, Entre Ríos fue una de las provincias que mayor deterioro sufrió en su posición fiscal por el aumento del gasto público. En la administración de Rogelio Frigerio relacionan esa práctica con la disputa electoral y la pelea del peronismo por retener el poder.
El estudio muestra la caída real de los ingresos en las arcas públicas, provocada por la recesión económica, pero subraya que esa misma situación la vivieron otras provincias y que en ninguna se observó lo que exponen los números de Entre Ríos. En términos comparativos es la provincia que presentó “un desempeño peor al del resto”, se indica.
La liquidez de la provincia, que se mide con los depósitos en el sistema financiero local, marca una caída interanual del 65% -ajustada por precios– durante 2023, “presentando la peor dinámica de todo el país”. Mientras Mendoza expone un crecimiento del 211% en sus depósitos públicos, Entre Ríos queda ubicada en el último lugar por su caída.
Una forma de medir la liquidez es a partir del volumen de dinero con el que cuenta el Estado para hacer frente a los salarios provinciales. Mientras en 2022 se podían afrontar cuatro masas salariales, en la segunda mitad de 2023 apenas llegaba a 1,1 nómina.
El trabajo marca un fuerte crecimiento del gasto salarial (+4,6%), aunque acepta también la pérdida del poder adquisitivo de los salarios públicos, lo que busca “poner en foco la poca prudencia fiscal de la gestión saliente”.
Al mismo tiempo señala a Entre Ríos como la jurisdicción con menor crecimiento de los recursos propios, con una caída del 7,7%. El peor registro del país, en parte empujado por la caída del nivel de actividad y la sequía. “Debería haber intentado explorar mejoras en su capacidad de recaudación o, avanzar con un plan de austeridad fiscal”, sugiere el trabajo.
La ejecución fiscal de 2023 cerró con una caída real del 5,3% en los ingresos provinciales. La dinámica del gasto primario tuvo una dinámica contraria, con una suba del 3,8%.
Crítico, el informe con datos oficiales muestra a Entre Ríos como una de las provincias con menor nivel de inversión pública. Al cierre del primer semestre destina 6% del gasto primario, ubicándose como la tercera peor del país.
“El déficit de inversión en infraestructura pública, la cual permite apalancar el desarrollo y crecimiento del sector privado, es otra de las herencias que deberá revertir, en el corto o mediano plazo, la nueva gestión de gobierno”, se advierte.
La gestión saliente, indica el relevamiento, “quemó las naves intentando perpetuarse en la gobernación”, llevando las arcas públicas a una caída significativa en el superávit promedio: de 7,2% en el trienio 2020-2022 a un -2,9% en 2023.
“Esta ‘miopía fiscal’ que sólo busca réditos políticos de corto plazo sin mirar estratégicamente hacia el futuro, es una figurita repetida en la historia fiscal argentina para cualquier nivel de gobierno que se analice”, indica el informe que sugiere su apoyo a la política dispuesta por Javier Milei.
“Vemos positivo el cambio de rumbo impulsado por buena parte de las nuevas administraciones, poniendo el equilibrio fiscal como una política de Estado y como condición necesaria para el desarrollo económico de largo plazo”, plantea.
En el último capítulo advierte su inquietud por el recorte de transferencias presupuestarias que aplicará el Gobierno nacional con las provincias y una mayor demanda de gasto social frente a la dinámica inflacionaria, un escenario desafiante que, proyecta el trabajo, sólo podrá afrontarse con una “eficiente” gestión del gasto público, apuntalando el flujo de ingresos públicos y gestionando nuevos financiamientos.