La vicegobernadora Gisela Scaglia, a los abrazos sentidos con Pullaro en plena campaña.
De la nada a la gloria, como dice la canción, pero al revés. La vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia, despertó una minicrisis en Unidos al poner en duda su asunción como diputada el 10 de diciembre. Tuvo que salir el gobernador Maximiliano Pullaro a poner orden y acomodar los melones, pero la situación imprevista generó más de un ruido.
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Scaglia vivió una película que fue un torbellino de emociones en un par de meses. En el amanecer de agosto, cuando al gobierno de Javier Milei lo empezaba a aquejar más de una crisis política, ella ascendió en el PRO, logró el respaldo del expresidente Mauricio Macri y recibió la inesperada propuesta de su candidatura de parte de Pullaro, que había lanzado Provincias Unidas y precisaba poner un ancho de bastos en la cancha.
Los días frenéticos de Gisela Scaglia
La vicegobernadora no lo esperaba y nunca se convenció del todo de dar el sí, pero entendió que formaba parte de un proyecto político nacional y novedoso, y no podía decirle que no al gobernador. Se recorrió casi toda la provincia, le llegaban encuestas que hablaban de tercios, se entusiasmó y la entusiasmaron con una victoria y hasta rechazó posar en una foto con el ahora flamante ministro violeta Diego Santilli, en un encuentro del PRO liderado por Macri.
Promediaba octubre y Scaglia fantaseaba con un rol central en el Congreso, espada política de Provincias Unidas para ponerle condiciones al Gobierno y también con tentar a diputados del PRO a sumarse al frente federal que lideran los gobernadores. Se imaginó un diciembre y un 2026 de centralidad y visibilidad nacional al servicio de una causa grande.
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Sin embargo, el sueño se derrumbó de un plumazo. Scaglia perdió por 22 puntos y terminó tercera detrás del ignoto Agustín Pellegrini y de Caren Tepp. Lo que vino para ella después del 26-O fue mucha introspección hasta esta semana, cuando soltó una bomba nuclear al declarar ante El Litoral que dudaba de asumir en Diputados.
Qué pasó entre Maximiliano Pullaro y Gisela Scaglia
Según fuentes de la Casa Gris, Scaglia no había charlado de esa posibilidad con Pullaro. “Se mandó sola, fue muy impulsiva”, se quejó un funcionario del gobierno santafesino ante la consulta de Letra P. Adrede o inocente, la vicegobernadora desató un vendaval. No habían pasado ni cinco minutos de publicada la entrevista y su teléfono ya recibía más de un reproche de integrantes de la coalición.
A la tardecita, en la primera reunión de presidentes de partidos de Unidos después de las elecciones, la vicegobernadora volvió a dar a entender que su asunción estaba en pausa, que había que analizar cuál era la mejor opción. “Fue sumamente ambigua”, según una de las autoridades presentes. Pullaro, al otro día, tuvo que cancelar el tema, ocupar el rol de jefe y dejar en claro que Scaglia será diputada a partir del 10 de diciembre.
Ahora bien, ¿qué buscó la presidenta del PRO santafesino? ¿Provocó una minicrisis a propósito? ¿Creyó ver oro y era barro en realidad? Pasar de ser vicegobernadora a ser diputada no es negocio en términos políticos, se sabe. Mucho menos sin un norte, sin un horizonte hacia el cual caminar.
¿En qué PRO cae Scaglia?
A la vicegobernadora la esperan dos dramones en breve. Por un lado, encontrar un lugar desde dónde construir en el universo amarillo. Scaglia no va a aliarse ni con los PRO de Cristian Ritondo ni con los libertarios de Patricia Bullrich. ¿Hay lugar para otra cosa entonces? El otro problema que la aguarda es el funcionamiento de Provincias Unidas en la cámara baja, si es que llega a constituirse un bloque del frente federal. Al lado de Miguel Pichetto, Martín Lousteau, Juan Schiaretti, por ejemplo, ¿tendrá protagonismo la oriunda de Gálvez? ¿O comida por dirigentes con más experiencia y mañas será solo una más dentro del sector?
“En Diputados se pierden muchos privilegios, sos raso y no hay caja”, resume casi a la perfección y sin anestesia una figura de Unidos. Scaglia seguramente vio la película completa, pero movió sola y descolocó a varios en el oficialismo santafesino. Ahora, hay que desensillar y dejar que el tiempo cure. Para que cicatricen las heridas y, sobre todo, para prepararse para las próximas batallas.