"1. Pero que cosa rara un corte de vías para pedir una reunión con un ministro. ¿No? 2. Mas raro aun, que haya pasajeros del Ramal Roca con gomeras y capuchas. 3. Además saben que la Ministra de Trabajo manifestó la disposición de atender a los trabajadores y así y todo no levantaban el corte", escribieron dos ministros del gabinete nacional, el de Seguridad, Aníbal Fernández, y el de Transporte, Diego Giuliano, durante los disturbios registrados en la tarde de este jueves en Constitución. Cerraron el tuit -gemelo, irónico- con una pregunta inquietante: "¿Habrá elecciones el domingo?".
Letra P consultó fuentes del Gobierno para saber a ciencia cierta qué quisieron decir. ¿Estaban poniendo en duda la realización de las PASO en el escenario de hipersensibilidad derivado del asesinato de Morena Domínguez en Lanús? No, nada de eso. ¿Entonces?
Haciendo gala de un supuesto humor filoso y corrosivo, de un manejo delicado de la ironía, los ministros quisieron decir, según explicaron sus intérpretes, que seguramente los disturbios respondían a algún interés político ocupado en embarrarle la cancha al Gobierno a 72 horas de la apertura de las urnas.
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Sobre todo Aníbal, el mago del lenguaje, conoce el valor de las palabras. Entiende de sus pliegues. Conoce los riesgos de su mal uso. ¿Nunca se le ocurrió pensar que esa pregunta, escrita en un clima sumamente enrarecido como el que se instaló en la recta final de la campaña, podía leerse literalmente, en forma lineal, sin el filtro de su sarcasmo de polemista, como la puesta en duda de la realización de los comicios?
Cuando la escribió, a las 17.23, evidentemente no. Hasta el cierre de esta nota, tres horas y media después, seguía sin parecerle inconveniente. Ni siquiera cuando al crimen de Morena y los incidentes en Constitución se habían sumado las muertes de un manifestante reprimido por la Policía de la Ciudad en el Obelisco y la de un hombre víctima de un robo en Morón.
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A las 20.58, el tuit seguía ahí. A esa hora, cuando el clima preelectoral era irrespirable, el país necesitaba más que nunca de la prudencia de su clase dirigente.
