Liliana Montero sorprendió con un posteo en sus redes sociales en la noche del jueves. La secretaria de Prevención de la Municipalidad de Córdoba y futura ministra de una súper cartera social del gobernador electo Martín Llaryora- posteó una foto con Malena Galmarini, presidenta de AySA y esposa del candidato presidencial oficialista Sergio Massa.
“Nos encontramos con Malena Galmarini a intercambiar opiniones y proyectos que pongan el eje de la acción de estado en el desarrollo humano. Es con más estado presente y más comunidad organizada que vamos a lograr resolver las brechas de desigualdad”, posteó la funcionaria que militó en el radicalismo, en el partido de Luis Juez, en el kirchnerismo de la mano de Eduardo Accastello y hoy desarrolla sus capacidades de gestión en las filas del cordobesismo transversal.
La neutralidad de Juan Schiaretti y Llaryora inquieta al peronismo cordobés. Esto explica que cada oración del epígrafe citado haya sido objeto de sesudos análisis semióticos en los chats peronistas.
Los escasos elementos sobre el juego político de los popes invitaban a suponer que el gobernador electo habilitó el carril subterráneo de los gestos a Massa, que muestra un hiperactivismo en el bastión que no mostró entre las PASO y las generales.
“Montero no es peronista”, fue uno de los elementos de escape más escuchados. Se sabe que Schiaretti y Llaryora tienen vetada a la primera línea de su estructura a cantar su voto. Sin embargo, en un círculo bien codeado de Hacemos por Córdoba circulaba otra versión con respecto a la foto Galmarini-Montero.
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El relato no coloca a Llaryora como el protagonista, sino que la construcción pone el foco en Massa. Letra P viene contando los esfuerzos de Juanjo Álvarez y otros operadores massistas de abrir la red primigenia de apoyos en Córdoba. Necesitan de figuras que le hagan cosquillas a los dos jefes convivientes de la provincia. Por eso, son incesantes los llamados estratégicos a diputados, legisladores y figuras de la gestión desde el comando de Unión por la Patria.
En esa pelotera de llamados, Montero fue una de las convocadas desde Buenos Aires a mostrar su apoyo. Por lo tanto, no habría sido un guiño de Llaryora sino un pedido de apoyo por las gestiones conjuntas con el gobierno nacional, entre ellas, la aprobación de unos 3.000 planes Progresar que la exlegisladora logró para integrantes de cooperativas con llegada al municipio.
La terminal de la funcionaria con el gobierno que integra Massa es Daniel Menéndez, coordinador de Barrios de Pie y subsecretario de Políticas de Formación e Integración del Ministerio de Desarrollo Social. Se conocen de los tiempos compartidos en Libres del Sur.
La mesa chica de Llaryora, sin silla en el gabinete
Llaryora tiene el diseño general de su gabinete, pero hay varios nombres sueltos. Semana a semana, la foto se va completando, pero quedan varios casilleros vacíos.
Lo curioso es que la mesa chica del gobernador electo no tendrá responsabilidades de gestión. Juan Manuel Cid no integrará la cartera de Justicia que, finalmente, regresará a manos del ministro de Gobierno de Schiaretti, Julián López.
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Sin cargo desde el 10 de diciembre, el legislador seguirá integrando el pool de asesores de extrema confianza. Queda la posibilidad de pasar al Tribunal de Cuentas si es que Silvina Rivero no asume para continuar en el nuevo esquema de gobierno.
En tanto, otro hombre de permanente consulta como Ignacio García Aresca seguirá en Diputados y Pablo Bario en su rol de asesor en el Consejo de la Magistratura. "No los quiere quemar. A ese tridente lo necesita fresco para la consulta permanente", resumen en el entorno del sanfrancisqueño.
La escuelita de Picat
El intendente de Jesús María y diputado electo de Juntos por el Cambio, Luis Picat, ha demostrado con sus últimos movimientos políticos que tiene juego propio. Cercano a Rodrigo de Loredo durante el proceso electoral provincial y municipal, tiempo después dio la primera señal de independencia cuando se acomodó debajo del ala de halcón de Patricia Bullrich y sorprendió al encabezar la lista legislativa que enfrentaría a la de Horacio Rodríguez Larreta, con otro amigo de Evolución como armador, Marcos Ferrer. En ese momento, se interpretó como un juego de dos canastas.
Lo cierto es que siguieron pasando las semanas y Picat mostró que no tiene jefes. Se desmarcó de la neutralidad radical rumbo al ballotage y remarcó que su límite político es Sergio Massa.
Con ambiciones ministeriales y por su pasado reciente en la cabecera de la Sociedad Rural de Jesús María, Bullrich le había prometido el Ministerio de Agricultura. Con el juego acotado por la derrota de la alianza, nadie desconoce que tiene buen concepto del mundo libertario que habla al oído de Javier Milei.
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Sin embargo, en los tiempos libres Picat se dedica a otras acciones comunitarias. En su ciudad natal, abrió una escuela de gestión para brindar soporte a los municipios en los procesos de transición política. Ya pasaron por los pupitres del intendente saliente los responsables de los ejecutivos de Villa Allende, Río Ceballos, La Calera, Mendiolaza y Anisacate, entre otras localidades.
Las fuerzas participantes se llevan apuntes gordos con buenas prácticas de gestión, transparencia y consejos para la solución de momentos de crisis.
El peronismo cordobesista también tiene estos espacios de formación porque detrás del apoyo pedagógico se esconde toda una novedad (y una preocupación) compartida por todo el arco político: 250 intendentes e intendentas debutarán en el cargo este año. La inexperiencia puede presentarse en forma de buenas ideas e innovación, pero también puede ser una bomba de tiempo en momentos difíciles.