Opinión

Sergio Massa y el síndrome de Estocolmo en Argentina

Para el autor, mientras la inflación sube, el ministro-candidato crea la ilusión de recuperación con el "plan platita". La trampa de lo nuevo y el sistema K.

Que el síndrome de Estocolmo no se instale en la política nacional es mi principal temor ante el ballotage que nos espera el próximo 19 de noviembre.

¿Qué es este síndrome? En el verano de 1973, Kristin Ehnmark fue una de los cuatro rehenes en el asalto de un banco de la plaza Norrmalmstorg de Estocolmo, perpetrado por Jan-Erik Olsson. En algún momento, Olsson quiso demostrarle a la policía que estaba hablando en serio, así que escogió a Sven Safstrom, otro rehén, y le dijo: "'te voy a disparar en la pierna, pero voy a evitar los huesos, para no hacerte tanto daño". En ese momento crucial, Ehnmark dijo algo extraño: "Sven, no te preocupes, es sólo en la pierna".

En esta patología se pueden observar dos situaciones: las víctimas tienen sentimientos positivos hacia sus victimarios, y por otra parte, muestran ira contra quienes se oponen a ellos. ¿Cómo relacionamos esto con la política? Recordando que ha pasado en estos 20 años de gobierno peronista.

La historia política de estos últimos 24 años nos dice que Sergio Massa, el representante de Unión por la Patria, fue diputado provincial por la Ucedé menemista; jefe de Anses con Néstor Kirchner, diputado nacional electo del kirchnerismo; luego, jefe de gabinete de Cristina Fernández de Kirchner. Tuvo intentos de salidas por fuera del círculo K, a través del Frente Renovador. En 2019, volvió al esquema con Alberto Fernández, terminando como un “superministro” de Economía.

Podemos comprobar que, a pesar del esfuerzo del candidato de decir “no pertenezco”, es parte necesaria del esquema kirchnerista.

De Massa también podemos hablar de sus recientes “logros”: 162% la proyección de la inflación 2023, récord histórico; intervención en los mercados de maíz, soja y carne; escasez de insumos médicos, materia prima de la industria y combustible por falta de dólares; triplicación del valor del dólar MEP (para no hablar del dólar blue) de $270 a $899; 45% de pobreza; disminución del poder adquisitivo 10%, y la lista sigue.

El esquema de trabajo del ministro de Economía se repite a lo que ya se vivió con Néstor, Cristina y Alberto. Mientras la inflación crece y crece, te va dando a través del “plan platita” por un determinado tiempo una cuota que te hace pensar que le ganás a la inflación.

Te pisa algunos precios de productos, que empiezan a escasear en las góndolas. Te hace creer que el transporte es gratis o muy barato. Con las compensaciones de granos a los productores agropecuarios, los deja contento.

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Ahora es momento de decirnos a nosotros mismos: que el miedo no nos paralice, que no nos atrape el síndrome. Que no nos genere incertidumbres e inestabilidad salir de este círculo vicioso, por temor a que lo que venga pueda ser peor.

¿Cómo lograrlo? Saliendo de la zona de confort, a pesar del temor, estando seguros de que la democracia ya está garantizada en el parlamento. Que tenemos la libertad de optar por algo distinto.

No caigamos nuevamente en la trampa de que lo nuevo está en el mismo sistema kirchnerista que nos llevó a esta decadencia.

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