“Nada antes del 20”. La frase se repite en loop en todos los estamentos que estructuran al peronismo de Córdoba, entre ellos, los pasillos legislativos. Sucede que a poco más de un mes de la sesión que dejará conformada la Unicameral para el período que comenzará el 10 de diciembre, el estallido interno generado por el ballotage presidencial empieza a meter la cola en el reparto oficialista dentro del recinto.
A pesar de todo, en el peronismo cordobés empiezan a sonar con fuerza algunos nombres que se convertirán en la herramienta política con la que Martín Llaryora buscará empujar sus primeras políticas de gobierno: Gustavo Brandán gana peso para quedarse con la presidencia provisoria del cuerpo, mientras que, como ya adelantó Letra P, Miguel Siciliano continúa como el nombre puesto para presidir el bloque del oficialismo.
El escenario, que según quienes conocen la vida legislativa puede cambiar abruptamente de un momento a otro, se estructura a partir de la baja de dos nombres que el plan original del cordobesismo contemplaba como alternativas para secundar a la vicegobernadora Myrian Prunotto: Juan Manuel Llamosas y Manuel Calvo, los primeros dos varones de la lista sábana que acompañó a lista de encabezada por Llaryora. El primero se quedará el Río Cuarto para encabezar el trabajo electoral que buscará garantizar la continuidad del peronismo en la capital alterna de la provincia. El actual vicegobernador será el ministro de Gobierno del primer gabinete llaryorista.
Intendente de Colonia Caroya hasta el 10 de diciembre, Brandán es uno de los hombres de confianza del sanfrancisqueño, que habla el idioma del municipalismo, una herramienta necesaria para una Legislatura en la que desembarcarán nombres fuertes de los ejecutivos del interior. Tiene vinculaciones porque fue su palanca política para desembarcar en el departamento Colón, el segunda enclave territorial con más peso electoral de la provincia. Allí, la oposición empezó a hacerse fuerte desde la aparición de la alianza entre el macrismo y el radicalismo de 2015.
Considerado como un amigo por Llaryora, Brandán llega a la Unicameral luego de haber encabezado de nómina de postulantes departamentales en una peleadísima elección en la que se impuso por apenas 214 votos. Al igual que el todavía intendente de Córdoba, tiene una militancia que lo hizo conocer los resortes del Estado provincial desde muy joven, ocupando espacios de gestión que lo ayudaron a ejercitar la construcción de consensos amplios y el diálogo con otros sectores de la política provincial.
A los 37 años se impuso en las elecciones de Colonia Caroya, ciudad que gobierna desde 2015, cuando le arrebató el distrito al radicalismo en medio del resurgir opositor insinuado por el desembarco de Cambiemos en la escena nacional. Casi como anticipando la amplitud que el llaryorismo quiere imprimirle a la nueva etapa del cordobesismo, Brandán no ganó aquella elección con el sello del PJ ni con la marca que todavía se llamaba Unión por Córdoba. Eligió el nombre Proyecto Caroya para sumar a actores independientes, vecinalistas y pequeños partidos políticos de la ciudad y la provincia.
Por todas esas características que construyen un perfil dirigencial, Llaryora lo imagina ocupando un lugar central en una Legislatura que presentará una paridad inédita en su historia, en la que el peronismo provincial deberá redoblar los esfuerzos para hacer avanzar los proyectos de gestión para la nueva etapa.
Con ese escenario en el horizonte, todo puede cambiar de un momento a otro dependiendo del resultado electoral del 19 de noviembre. Como sucede con el gabinete, nadie espera definiciones hasta después de la segunda vuelta que protagonizarán Sergio Massa y Javier Milei. La política nacional está en vilo y Llaryora, con sus planes de armado frenados.
“Cómo vamos a repartir lugares en la Legislatura si todavía no sabemos quiénes van al gabinete”, señaló uno de los dirigentes oficialistas que este miércoles levantó la mano para la aprobación del Presupuesto, en primera lectura, con el que Llaryora arrancará su gobierno. Sus palabras se desprenden de una decisión que ya contó Letra P y que guía los movimientos del cordobesismo: no es lo mismo armar un equipo de gobierno que tenga que interactuar con un gobierno peronista que uno que tenga que hacerlo con una administración libertaria.
Entonces, todo debe esperar. Incluso, la discusión de los espacios parlamentarios que se repartirán entre actores que todavía no están definidos ya que no son pocos los legisladores y legisladoras electas que podrían terminar en el Ejecutivo.