Los números justos de Javier Milei
Esta oposición ya funciona como interbloque. Sus referentes discuten agendas cada semana, con reuniones con expertos. Cada bancada compite a ver a quién resiste la presión del Gobierno y evita ausencias entre sus filas en las sesiones. Es una puja con la Casa Rosada, que alterna cada semana ganadores y perdedores. Una práctica habitual es crear la lista de “jabonosos”, como llaman a quienes pueden dejar su banca vacía.
Menem jugó fuerte para bajar la última sesión y lo logró. No sólo eso, en su entorno hay expectativas de repetir el éxito en dos semanas, para cuando la oposición agendó otro intento por sesionar. La confianza libertaria está puesta en los 11 votos que reúnen en Unión por la Patria los gobernadores Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Raúl Jalil (Catamarca), siete y cuatro, respectivamente. En La Libertad Avanza les dicen los “UP con peluca”.
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El gobernador Raúl Jalil y Javier Milei pactaron un acuerdo que permitió pasar por el Congreso el crédito del FMI y que Catamarca recupere una mina de cobre.
El martes los gobernadores dejaron sillas vacías, con excusas diversas, como supuestos retrasos en los vuelos. “Estamos en condiciones de levantar a todos”, repiten en la tropa libertaria. Piden prestar atención a santiagueños que puedan desembarcar pronto en el Poder Ejecutivo.
Las cuentas siguen estando difíciles para Menem. La sesión se cayó por sólo cuatro votos y tres UP no fueron porque no estaban dispuestos a aprobar los nombramientos en la AGN. Ese trío no faltará para votar jubilaciones. Los larretistas Álvaro González y Héctor Baldassi, aun integrante del bloque PRO, están dispuestos a sentarse si son necesarios para comenzar la sesión.
Cerrar Diputados
En la Casa Rosada juegan a todo o nada a cerrar el recinto de Diputados. Ni siquiera hay apuro en aprobar el proyecto para bajar la edad de imputabilidad. El miedo tiene sus fundamentos: por la disputa de Milei con Mauricio Macri, con una sesión empezada, La Libertad Avanza ni siquiera tiene garantías de reunir un tercio para que la oposición no apruebe un proyecto recién presentado.
El jefe del PRO Cristian Ritondo, tal vez el único macrista-mileísta que haya, acordó con Menem no dar cuórum en las sesiones que pida la oposición, pero luego no puede digitar las votaciones. Hay diez macristas dispuestos a desmarcarse, además de la dupla larretista. Son muchos: alcanzan para darle dos tercios a la oposición.
Hasta hace un mes, Menen era asistido en la estrategia legislativa por la diputada del PRO Silvia Lospennato, derrotada en la elección porteña. La macrista no apareció por el Congreso en la semana posterior a su mala elección.
Silvia Lospennato
Silvia Lospennato reconoció la derrota del PRO en la Ciudad de Buenos Aires
El rol que tenía Lospennato lo tomó Silvana Giudici, cercana a Patricia Bullrich. La exradical es la guardiana de los intereses de Milei en Diputados. En la oposición cuentan que, en las reuniones de labor parlamentaria, es capaz de retar a Menem para que no ceda a las pretensiones de la oposición.
Al riojano le gusta ser el policía malo antes de las sesiones. El martes, se habría cruzado con varios gobernadores, aprovechando la coincidencia en la cumbre de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AmCham).
La mira estaba puesta en Martín Llaryora (Córdoba). El Gobierno acordó cumplir con la deuda previsional, como parte de una conciliación de la Corte. El mandatario cree que no hay chances de que la Nación no cumpla. Menem y Guillermo Francos se empeñan en crear temor y lo logran: las tres ausencias cordobesas de el miércoles fueron decisivas para que que la sesión se cayera.
Escenario electoral, el problema mayor
El escenario electoral complica más la agenda legislativa, o al menos la hace impredecible. En el PRO conviven muchas posturas, aunque Ritondo logra que lo hagan en paz. Un sector del macrismo de la provincia de Buenos Aires fantasea con listas locales amarillas en la elección de septiembre y violetas en octubre, cuando se eligen miembros para sentarse en Diputados. De esta manera, no se obligaría a la conversión libertaria de figuras locales.
Hay conversaciones de intendentes amarillos con el titular de la UCR bonaerense, el senador Maximiliano Abad. Confían en que Milei debería aceptar esa propuesta. Olvidan un detalle: Santiago Caputo quiere engrosar su poder en la Legislatura bonaerense con su agrupación, Las Fuerzas del Cielo, liderada en ese territorio por el diputado provincial Agustín Romo.
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Es el único terreno de batalla entre este grupo y el sector territorial de Karina Milei, que en Buenos Aires representa Sebastián Pareja. Romo hace un acto por semana en tierra bonaerense: este viernes estuvo en Almirante Brown. ¿Qué rol puede tener el PRO en esta pelea?
Menem ya empezó a ver un problema: ¿Cómo van a actuar los aliados que se queden sin lista en el cierre de agosto? Es por eso que, desde esa fecha hasta diciembre, prefiere cerrar Diputados.
Dilemas radicales
El diputado Facundo Manes, líder del bloque Democracia Para Siempre, no cree en esas alquimias y se anima a la batalla ideológica. Se quedó con la espina de no darla en 2021, cuando algunos consultores le decían que el próximo presidente sería un outsider: él o Miliei. El neurólogo se fue de la UCR y jugará con sello propio, con la expectativa de sumar peronismo residual. No le importa si dividir a la oposición provoca el triunfo de UP: su mira está puesta en 2027.
El radicalismo que gobierna provincias -o quiere hacerlo- se hace sentir con votos en ambas cámaras del Congreso y busca una alianza con Milei, con quien comparten votantes. Su único desafío es no perder la identidad. Las grandes discusiones, aunque cueste creerlo, son por los nombres de los eventuales frentes electorales.
En Chaco, Leandro Zdero logró fusionar los sellos: la coalición que compitió el 18 de mayo se llamó “Chado puede + LLA”. En Mendoza, Alfredo Cornejo pide el mismo cartel y está dispuesto a demorar la legislativa hasta 2026 para conseguirlo. Después de ganar las legislativas, el gobernador de Jujuy, el radical Carlos Sadir, ayudó a bloquear la sesión el martes: su diputado Carlos Rizotti, de DPS, nunca apareció por el recinto.
El bloque UCR de Diputados quedó con 14 miembros, a cargo de Rodrigo De Loredo, que no dieron cuórum aun cuando tenían dictámenes propios sobre jubilaciones. Tampoco importó que en el temario estuvieran proyectos para ayudar a localidades inundadas de la provincia de Buenos Aires. Milei puede más.
Corte y AGN, el canje
El Senado comenzará el miércoles en un plenario de comisiones a tratar los proyectos para ampliar la Corte Suprema. Las propuestas son de los aliados Juan Carlos Romero (Provincias Unidas) y Mónica Silva (Río Negro), para llevarlas a siete y nueve miembros. Hay otra de UP para que sea de 15.
Romero lidera la negociación con la Casa Rosada donde, después del fracaso de Caputo para negociar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, Karina Milei empezó a seguir los temas judiciales de cerca, a través de Martín y Lule Menem.
La idea que predomina es ampliar la Corte a 7 o 9 miembros, para que UP y aliados puedan tener su juez afín. En paralelo, quieren que esos bloques negocien las seis vacantes de la Auditoría General de la Nación.
Sólo dos auditores serían para el peronismo (uno por cámara) y el resto se repartiría entre PRO, UCR, partidos provinciales y LLA. La negociación empieza esta semana y el karinismo, además, quiere fuera de la AGN al diputado Emilio Monzó, quien estuvo muy cerca de lograr su ingreso en la última sesión.
El acuerdo lo habían negociado Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, quienes temen que Milei complete la AGN por DNU. El fallido acuerdo no agradó a un sector de UP vinculado a figuras provinciales, que dejaron tres bancas vacías. Es el grupo que apoyó el intento del gobernador riojano Ricardo Quintela para presidir el PJ y que, además, respalda a Axel Kicillof en su interna con CFK.
La Coalición Cívica y la UCR crítica tampoco quisieron votar a Monzó. Elisa Carrió le rinde pleitesía a Mario Negri, candidato a auditor propuesto por el radicalismo oficial. El exdiputado cordobés, ahora desde afuera, no perdió el oficio y volvió a ganar una batalla legislativa, sólo con recorrer los pasillos del Congreso: logró que LLA pida por él para cerrar el acuerdo, porque es capaz de arrastrar una mayoría.
Villarruel, en aprietos
La semana terminó con la renuncia presentada por el secretario administrativo del Senado, Emilio Viramonte Olmos, quien confirmó en exclusiva a Letra P su intención de dejar el cargo que ostentó apenas dos semanas.
Tomó la decisión este viernes, luego de una nueva reunión con la vicepresidenta, en la que le pidió, por enésima vez, que le delegue facultades para ejercer la administración.
Entender a Villarruel es el desafío más grande que afronta el personal del Senado. La vicepresidenta pidió desde octubre el apoyo de la oposición para nombrar en el cargo más relevante de la cámara a Viramonte Olmos, un amigo suyo que ejercía de jefe de Gabinete del Senado.
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Victoria Villarruel con Emilio Viramonte Olmos, en el Senado.
Villarruel logró que el cordobés sea votado el 7 de mayo, pero, luego, no le dio la firma ni para un memo. Hizo lo de siempre: empoderó al segundo de Viramonte Olmos, Francisco Funes, con quien digitó un festival de nombramientos. Situaciones similares sufrieron otros funcionarios y funcionarias del Senado nombrados por la vice, como la directora de Relaciones Internacionales, Isolina Correa Monterrubio.
Quienes frecuentan a Villarruel creen que se trata de una paranoia suya, que le impide confiar en alguien. Esa conducta, cuentan en el Senado, se acrecentó desde que asumió como su mano derecha el exmilitar Claudio Gallardo. Sospechan que graba las conversaciones ajenas para llevarle información a la vice.
Viramonte Olmos vivió un infierno de tres semanas. Funcionarios de la camara alta confirmaron a Letra P que Villarruel se excusó de darle la firma con argumentos insólitos, como que debía ocuparse de las relaciones políticas. Pero a su vez, fuentes de Unión Por la Patria contaron a Letra P que el aún secretario administrativo mantuvo reuniones con senadoras kirchneristas y la vice no lo tomó bien.
Villarruel se quedará sin administrador y tampoco tiene vocero, por la renuncia de Gaspar Bosch. Rompió su vínculo con Juan Martín Donato, el líder de su juventud, que tenía un cargo en Atención Ciudadana y, el año pasado, la vice trataba como a un iluminado. Hasta le dejaba cerrar las reuniones. Luego dejó de confiar en él. No es el único caso.