TEDEUM PATRIO

Jorge García Cuerva le puso palabras al hartazgo: "Se muere la fraternidad"

Apuntó contra los "haters" del odio, la difamación y la descalificación. Habló de unidad y diálogo. Javier Milei le negó el saludo a Villarruel y a Jorge Macri.

En un tedeum atravesado por el clima de tensión social y la desconfianza en la dirigencia política reflejada en la escasa participación en las elecciones legislativas en la Ciudad, el arzobispo de Buenos Aires interpeló a todos, pero con destinatarios concretos.

García Cuerva volvió a hacer del púlpito una caja de resonancia de lo que la Iglesia considera "el clamor social": el lenguaje del odio como patrón comunicacional, la agonía de los valores democráticos y el rol destructivo de los “haterslibertarios en tiempos de redes y grieta permanente.

Odio, redes y difamación

La palabra "haters", inusualmente coloquial para un púlpito, no fue un desliz. Fue una elección deliberada para nombrar lo innombrado con la terminología del presente.

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Jorge García Cuerva en el tedeum

Jorge García Cuerva en el tedeum

García Cuerva señaló con precisión el fenómeno de la desinformación, la violencia verbal y el desprecio sistemático que actualmente brotan desde dispositivos móviles, desde despachos oficiales y desde usinas digitales de agitación política.

En la lectura del arzobispo porteño, ese odio contemporáneo no es un accidente, sino una estrategia: “El terrorismo de las redes, como decía el papa Francisco ”.

La descalificación como forma de gobernar no fue aludida de forma directa, pero su sombra sobrevoló cada pasaje del sermón arzobispal.

Según marcó García Cuerva, el destrato, la difamación y la agresión convertida en rutina reflejan el síntoma de una democracia extenuada, en la que el adversario se volvió enemigo y el debate, una batalla cultural sin cuartel. En este punto, las palabras del arzobispo porteño rozaron al oficialismo con el filo de lo innegable.

Jorge García Cuerva: "Nuestro país también sangra"

En uno de los tramos más críticos, García Cuerva trazó un paralelo entre la mujer del evangelio que padecía hemorragias y la Argentina actual: “Nuestro país también sangra”. Allí, sin eufemismos, enumeró las llagas del presente: pobreza, exclusión, droga, juego, situación de calle, desigualdad, jubilaciones indignas.

La denuncia el segundo sucesor de Jorge Bergoglio en Buenos Aires no fue abstracta: fue social, económica y profundamente política.

"Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios", dijo, en una línea que resuena como espejo de la furia social y, al mismo tiempo, un dardo a quienes gobiernan alejados de las penurias de la calle. Es una crítica doble: al sistema y a quienes, en nombre del "cambio", se desentienden del tejido social que afirman representar.

Memoria, abrazo y reconciliación

La homilía de García Cuerva fue también una carta abierta a la posibilidad de otra Argentina. El gesto de "tomarse de la mano" para rezar una oración fue propuesto como un intento de gesto fundante.

La escena final del pasaje evangélico, cuando Jesús le dice a la niña “levántate”, García Cuerva la transformó en una interpelación directa: "Argentina, levántate, ponte de pie, vos podés, basta de arrastrarnos en el barro de las descalificaciones y la violencia, basta de vivir paralizados en el odio y el pasado, basta de estar con la esperanza por el suelo; es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones en un 'sálvese quien pueda', no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida".

Victoria Villarruel tedeum
Victoria Villarruel entra sola en la catedral porteña

Victoria Villarruel entra sola en la catedral porteña

El mensaje tiene un anclaje político-pastoral en el legado de Bergoglio. La reflexión de García Cuerva fue un llamado a salir del espiral de violencia simbólica y pobreza estructural, para abrirle paso a la esperanza, la solidaridad y la inclusión: "Es con todos".

El remate fue con la referencia al frontispicio de la catedral y su escultura bíblica de la reconciliación entre Jacob y José. “El abrazo que negamos al que piensa distinto”, recalcó.

La frase se volvió aún más potente cuando Milei, en este mismo templo porteño, decidió no saludar a su vicepresidenta ni al alcalde anfitrión. El contraste entre el mensaje y el gesto presidencial no pudo ser más contundente.

Axel Kicillof y, de fondo, Victoria Villarruel. 
garcia cuerva, ante milei: a muchos les falla el termometro social

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