UN AÑO DE MILEI

Cómo construyó Javier Milei la jefatura imposible

Las encuestas validan un megaajuste que no pagó la casta. Supo aprovechar la fragmentación parlamentaria. La dinámica con Macri y CFK anticipa el 2025.

Como David Copperfield cuando en los ochenta hizo desaparecer por primera vez un avión de siete toneladas ante millones de espectadores, Javier Milei levantó tras su primer año de gobierno un velo misterioso que dejó al descubierto lo que muchos auguraban imposible: mantener el respaldo en las encuestas luego de practicar un gigaajuste desalmado con orden social en la Argentina que todavía tiene en su memoria el desastre de 2001, mientras da una cátedra acelerada de administración del poder que le envidian hasta los profesionales de la política, sus más acérrimos detractores.

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El escepticismo inicial tenía antecedentes. El líder de La Libertad Avanza se había sentado en el sillón de Rivadavia no sólo por su propio capital electoral, sino, también, por los más de tres millones de votos que negoció con Mauricio Macri en la famosa cena del Pacto de Acasusso, en la que se suponía que él estaba en el lado desfavorecido de la mesa. Milei tenía las convicciones y dos asesores que más tarde cerraron su triángulo de hierro, pero no mucho más. Carecía del famoso volumen político que le aportaría el expresidente.

Esta debilidad, cierta o aparente, que se entremezclaba con su perfil de economista con brotes televisivo de personaje desquiciado, era palpable en el tablero político. Su fuerza apenas tenía 38 diputados, siete senadores, ningún gobernador ni intendente y un equipo muy adiestrado en la elaboración de cosplayers, pero poco formado en el funcionamiento de la gestión pública. Un combo perfecto suficiente como para que el denominado Círculo Rojo lo mirara con desdén, el mismo grupo de empresarios y magnates de las finanzas que había apostado sin éxito por Horacio Rodríguez Larreta primero y por Patricia Bullrich después.

Luego de 12 meses de aquella realidad, en la que un sector del peronismo creía que el gobierno caía en marzo y una porción relevante del macrismo esperaba que el Presidente "escupiera sangre" y rogara por ayuda, la tortilla se dio vuelta, al menos en parte.

De la lógica bipartidista a la megafragmentación del Congreso

Salvo contadas excepciones, el mundo empresarial se rindió a sus pies. No todos a cambio de algún beneficio, a diferencia de Eduardo Elsztain, Paolo Rocca y Marcos Galperín, que conforman el selecto club de ganadores de este modelo económico. Hasta los dueños de los votos en las provincias le hacen caso al gobierno nacional sin haber recibido, prácticamente, nada a cambio en este primer año de mandato. La administración libertaria no saldó las deudas con los gobernadores, las obras públicas se paralizaron, los subsidios al transporte y la energía se frenaron y, para colmo, se congelaron los giros económicos más allá de los que marca la ley de copartipación federal.

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Javier Milei en Mercado Libre

Javier Milei en Mercado Libre

¿Cómo lo logró Milei? En Balcarce 50 lo atribuyen a la alta imagen presidencial y su programa de largo plazo. Ya hablan de dos mandatos y de una reforma de la Constitución que lo podría catapultar, si el pueblo así lo decidiera, por algunos años más. Pero también hay un temor natural de gobernadores e intendentes que se apuran en cerrar acuerdos para no tener el próximo año candidatos violetas en sus territorios.

La poca resistencia del provincialismo, que supo abroquelarse en el pasado para marcar cierta agenda local, se vio reflejada también en el Congreso durante 2024. Integrantes de ambas cámaras se desentendieron de sus jefaturas y actuaron, quizá al igual que ellos, por instinto o temor.

No sin dificultades, La Libertad Avanza consiguió la Ley Bases, columna vertebral del programa desregulador mileísta, con el PRO, la UCR y parte del PJ como aliados. La Casa Rosada sacó provecho de la atomización parlamentaria que se profundizó durante el año: el peronismo votó dividido, al igual que el bloque radical que se partió en los papeles.

La detención en Ciudad del Este del senador Eduardo Kueider con 211 mil dólares sin declarar es una sombra que acecha como el fantasma de la Banelco, la jactancia libertaria de haber construido mayorías parlamentarias sin métodos non sanctos.

El Gobierno tuvo algunos traspiés legislativos que, en el balance del año, suenan lejanos o pequeños. En el Congreso, Milei también amalgamó el blindaje a los vetos del financiamiento universitario y la nueva fórmula de movilidad jubilatoria, que más que dos logros para sostener el déficit económico fueron dos triunfos de la batalla cultural. "No era tanto por los números, sino por marcar que no damos marcha atrás", se sinceró un funcionario ante Letra P.

Daniel Parisini, conocido como Gordo Dan en las redes, institucionalizó la batalla cultural que el ecosistema libertario motorizaba en Twitter durante la campaña. Presentó Las Fuerzas del Cielo, un espacio que se autodefinió como "el brazo armado de Milei", con una postura bélica que molestó a otras agrupaciones mileísta de ADN más tradicional, como La Carlos Menem. Con la reivindicación de los noventa de la Casa Rosada, el menemismo que durante el kirchnerismo fue un paria dentro del peronismo, o directamente no se asumía como tal, pudo salir del closet y abrazar a la administración libertaria, a la que se sumó con cargos.

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Javier Milei junto a gobernadores en Tucumán.

Javier Milei junto a gobernadores en Tucumán.

No todo fueron éxitos, aunque los fracasos ya pocos los recuerdan. El Pacto de Mayo, que traía consigo la conformación de un consejo para poner en marcha políticas de estado comunes a las 24 jurisdicciones, quedó en la nada; quizá sólo en la memoria de Macri, que tuvo que volar a último momento desde Madrid por más de quince horas para permanecer sentado en un lugar marginal del acto que se celebró en Tucumán. Ni las cámaras de la Televisión Pública lo enfocaron. Otro sometimiento como parte de la batalla cultural.

El modelo y muchas preguntas

La euforia libertaria y la sumisión de la oposición aliada, que creyó que iban a tener rendido a sus pies a un león a mediados de año (Macri esperó en vano un llamado para sumar sus equipos al Gobierno), no se corresponden con la realidad cotidiana de la calle. La caída del dólar libre y la menor brecha cambiaria vigente desde la implementación del cepo, sumado a la persistente inflación a la baja, no evitó, sin embargo, que los salarios cayeran al quinto subsuelo de la pobreza, ni tampoco que la movilidad social ascendente se convierta, prácticamente, en una fantasía.

A cinco días de cumplirse el primer aniversario mileísta, la pobreza rozó el 50%. Según un relevamiento que hace la Universidad Católica Argentina (UCA), entre julio y octubre, el 49,9% de las personas no accedieron a las condiciones mínimas de vida, mientras que la indigencia para el mismo período alcanzó al 12,9% de la población.

Ambas cifras, que la administración libertaria decidió ignorar, a tono con lo que ya venía haciendo con otros guarismos negativos, representan un incremento importante respecto a los niveles registrados al final del tercer trimestre del año pasado (44,7%), sin embargo, hay que decir, son inferiores a la cúspide observada en el primer trimestre que arrojó un alarmante 55,9%.

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Como sea, el orden político y macroeconómico fue suficiente como para ponerle un bozal a los presagios catastróficos de los pavos reales de la economía liberal, desde Miguel Ángel Broda y Carlos Melconian, hasta Carlos Rodríguez, a quien Milei definió como "uno de los cinco economistas más brillantes de la historia argentina", pero lo dejó fuera de su administración a pesar de haberlo sumado a su campaña. La excepción a la regla es Domingo Cavallo: el exministro no ahorra críticas contra su viejo pupilo, pero el Presidente todavía le no contestó.

El PJ, con su versión gobernante de la provincia de Buenos Aires y con su brazo obrero de la CGT, tampoco logró destacar su voz. Y el control de la calle -el cuco de todo gobierno no peronista- no fue un problema en este primer año de Milei ni para el protocolo antipiquetes de Patricia Bullrich. Las marchas universitarias encendieron alguna luz amarilla, pero el año termina -a pesar del fantasma de los diciembres- con una deslucida concentración de las CTA y los movimientos sociales que quedó en lo testimonial.

Los modos de la vieja política

Quizá por añadidura a la absorción de sus rivales, a quienes primero partió y después sometió con muy pocas herramientas, es que Milei adoptó prácticas de aquella casta que dice despreciar.

En lo político fichó a Daniel Scioli, vicepresidente de Néstor Kirchner, gobernador bonaerense del Frente para la Victoria, que antes de aceptar el pase traicionó sin reparos a los suyos. En lo interno, confinó a Victoria Villarruel al Senado, bajo sospecha de tener una agenda electoral con Macri paralela a la Casa Rosada, y la marcó como Cristina Fernández de Kirchner lo hizo en su momento con Julio Cobos, siguiendo una larga tradición de enfrentamientos dentro del binomio presidencial. En lo judicial, para espanto de Elisa Carrió, propuso a Ariel Lijo, el juez federal que mejor representa las viejas mañas de Comodoro Py, para integrar la Corte, en tácito acuerdo con CFK.

Sobre unos y otros temas, nadie se animó hasta ahora a decirle al jefe de Estado "No es por ahí". Aquellos que apenas lo insinuaron, quedaron fuera del oficialismo, como el senador Francisco Paoltroni o la diputada Lourdes Arrieta, lo que demuestra el tipo de poder que ejerce el Presidente. Es un gobierno vertical, orgánico, sin más órdenes que las de Milei, su hermana y el influyente asesor Caputo.

Macri, fuera del ring

El mileísmo no es sólo cómo sus integrantes se perciben desde adentro sino, también, cómo construyen a Milei quienes están fuera del ecosistema libertario. El Presidente se encargó todo el año en mantener a raya a Macri en un juego del gato y el ratón, en el cual el PRO quedó sometido a LLA y apenas insistió con instalar una agenda propia. El naufragio de Ficha Limpia, a instancias de la Casa Rosada, dejó al partido amarillo más lejos que nunca, pero también al expresidente al borde de tener que anticipar una pelea que quiere dar bien entrado 2025.

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Con Macri fuera del ring, Milei subió primero a Axel Kicillof. El gobernador bonaerense era el perfecto enemigo del libertario: ambos economistas con bibliografías distintas, ambos símbolos del salto electoral exitoso a la arena política. El kirchnerismo se encargó de bajar de esa pelea al mandatario al lanzar el operativo clamor por CFK. La expresidenta no sólo fue única candidata a comandar el PJ nacional, también es la única que el propio Milei ubica desde la segunda parte del año como su principal contrincante.

Los vaivenes de la dinámica Milei-Macri-Cristina explican gran parte de los hitos políticos del año.

Así como Coperffield habrá ensayado mucho, con más errores que aciertos, antes de lograr deslumbrar al mundo en 1981 con la desaparición de un avión, Milei habrá experimentado con sus políticas libertarias en sus primeros 12 meses de gobierno. Con consecuencias todavía no develadas, con el eslogan cristinista de "No fue magia", hay quienes todavía se preguntan si lo que hace el Presidente es un truco o la mismísima realidad.

Osvaldo Jaldo y Raúl Jalil.
Alberto Weretilneck y Rolando Figueroa, juntos a la par

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