LOS HOTELES DEL PRESIDENTE

La Carlos Menem, un flash back a la Buenos Aires secreta del terciopelo y el champagne

El riojano tenía uno de sus búnkers en el resort elegido por las juventudes de Javier Milei para lanzar la agrupación que amadrina Karina. ¿Cuál era el otro?

No es casualidad la elección del Hotel Presidente para el lanzamiento de la agrupación juvenil libertaria La Carlos Menem en un acto estelarizado por Zulemita Menem y Alberto Kohan: el resort de la calle Cerrito fue uno de los búnkers de lujo en los que el riojano cocinó la Argentina de la pizza, el terciopelo, el champagne y otros placeres en aquel universo de glamour tan parecido a la tilinguería.

Busto de Carlos Menem - Zulemita y javier Milei
Zulemita Menem y Javier Milei inauguran el busto de Carlos Menem en la Casa Rosada.

Zulemita Menem y Javier Milei inauguran el busto de Carlos Menem en la Casa Rosada.

En esa suite del Presidente, Menem esperó los resultados de las elecciones presidenciales del 27 de abril de 2003, que lo darían ganador pero no tanto como para imponerse en un ballotage del que se bajaría para que no le rompieran el invicto del que se jactaba (“Yo nunca perdí una elección”, solía recordar).

En una crónica de aquella noche que escribió para Página 12, titulada Cada búnker con su estilo, Adriana Meyer resumió en pocas líneas el universo Menem. “En el Hotel Presidente, en cuyas habitaciones dio Menem su última conferencia de prensa antes de ir preso en el caso de la venta de armas, se habían congregado Moria Casán, Herminio Iglesias, Matilde Menéndez y el estilista Miguel Romano, entre otros”.

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Zulemita Menem y Alberto Kohan en el lanzamiento de la agrupación juvenil libertaria La Carlos Menem.

Zulemita Menem y Alberto Kohan en el lanzamiento de la agrupación juvenil libertaria La Carlos Menem.

Esa noche, un colega que entonces cubría el peronismo para un diario muy importante le preguntó a Alberto Kohan si podía tener unos minutos a solas con el expresidente. “Bancame que lo están vistiendo; terminan y te hago subir”, respondió el hombre, dueño de una de las llaves de la intimidad del exmandatario, una suerte de Napoleón argentino.

Los amigos de Carlos Menem

En los 2000, durante su mandato como senador (2005-2014), Menem usó esa suite como domicilio porteño. Se la tenía reservada su amigo Aldo Elías, dueño del hotel, que “fue señalado por Domingo Cavallo como uno de los hombres de Alfredo Yabrán en el entorno presidencial”, según recuerda La Nación en una entrevista que le hizo en 2020 en la que el hotelero “no tuvo ningún reparo en admitir su relación con el empresario postal”, que fue “víctima de una operación política montada por Eduardo Duhalde”.

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El Hotel Presidente, donde paraba Carlos Menem.

El Hotel Presidente, donde paraba Carlos Menem.

Este cronista conoció esa suite en 2006, cuando entrevistó a Menem para el diario Perfil. Era un enorme departamento recargado hasta la asfixia por un lujo sombrío, casi lúgubre. El entonces senador no atendió de entrecasa: después de unos cuantos minutos de espera –lo estarían vistiendo-, apareció impecablemente enfundado en un traje azul violáceo coronado por corbata amarilla y pañuelo de seda al tono -casi un Guasón style-. A pedido del fotógrafo, posó en un amplio ventanal, corriendo él mismo apenas unos centímetros un pesado cortinado de terciopelo, mirando hacia la avenida 9 de Julio como viendo pasar las mil vidas que había vivido. Lejos de renegar de esas ceremonias de la fama, Menem las disfrutaba. Si le hubieran pedido que hiciera la vertical para otra toma y hubiese tenido la fortaleza y la habilidad necesarias, habría cumplido el encargo.

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12 de mayo de 2003. Carlos Menem se reúne en el Hotel Presidente con Charly García. Say no more.

12 de mayo de 2003. Carlos Menem se reúne en el Hotel Presidente con Charly García. Say no more.

La sede Recoleta

El otro búnker de ultralujo de la era Menem fue el Hotel Alvear, propiedad de Mario Falak, también amigo del riojano, y refugio emblema de la aristocracia porteña que tiene entrada por la avenida del mismo nombre y una salida clave por Posadas.

Vale la pena transcribir tres pasajes fabulosos de una nota que escribieron Raúl Kollman y Laura Valesen Página 12, pintura descarnada de una época.

Carlos Corach llega, como siempre, apurado. Acompañado por una especie de secretario, oprime el botón del ascensor y sube. Alberto Kohan es habitué, al igual que Ramón Hernández o Armando Gostanian: todos van casi a diario. En cambio ‘el Jefe’, Carlos Menem, sólo aparece dos o tres veces por mes, siempre en forma discreta. A María Julia y los jueces menemistas de la Corte también se los suele ver por allí. Un rato después de la llegada de Corach, Eduardo Duhalde se instala en el primer piso, acompañado por alrededor de diez personas. Una de ellas pone en funcionamiento la valija ‘barredora de alfombras’, como llaman en el argot al aparato que detecta pinchaduras telefónicas o micrófonos. En planta baja, se acomodan en un sillón José Luis Fernández Valloni o Marcelo Regúnaga, hombres de Cavallo, justo cuando entra Ramón Ortega, que también tiene su reducto allí. La sucesión de escenas no transcurre en la Casa Rosada ni en el Parlamento: todos confluyen al Alvear Hotel, una especie de Naciones Unidas de la vida de los políticos del justicialismo y de buena parte de los que no son del PJ”.

“El correlato edilicio de la pizza y el champagne ‘es un buen lugar –explica un encuestador al que siempre convocan–. Es refinado, hay buena comida, se pueden hacer las manos, hay coiffeur, las señoritas y por qué no los muchachos pueden entrar y salir por la puerta que da a la galería y de allí, bajando por un ascensor, se van por la calle Posadas. Es un ámbito de rélax y buena vida’. Para los que tienen una visión más analítica, también el Alvear es un síntoma de que la guerra menemistas-duhaldistas tiene voltaje, pero también sosiego: comparten un ámbito común y no es casualidad”.

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La suite Royal del Hotel Alvear, la preferida de Carlos Menem.

La suite Royal del Hotel Alvear, la preferida de Carlos Menem.

"El reducto de Carlos Menem es la Suite Royal, una megahabitación de casi 200 metros cuadrados".

Las fantasías de Javier Milei

El presidente que llegó al poder con sus patillas y su raro peinado revuelto fantasea con ser Menem y contagia a las juventudes que lo siguen y le arman tropa para disputar los territorios ajenos a la virtualidad, que hacen menemismo explícito para rendirle homenaje a la musa inspiradora, aunque acaso algún menemista de paladar negro que quede por ahí –que guarde en las yemas de sus dedos la memoria sensitiva de aquellos terciopelos- piense que el menemismo libertario viene con más vulgaridad que lujo.

que vuelva carlos
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