LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) Tras seis años al frente de la intendencia de Pinamar y de su alineamiento inflexible con la línea dura de la oposición, Martín Yeza se convirtió en uno de los pocos arquetipos bonaerenses de la gestión PRO puro. Con ese rasgo y sus vínculos fluidos con Mauricio Macri y de trabajo técnico con Cristian Ritondo, proyecta su futuro político más allá del distrito que gobierna desde 2015. Dos caminos se bifurcan en su cabeza: acompañar al exministro de Seguridad en una fórmula para la gobernación de Buenos Aires o conducir el gabinete en un eventual gobierno vidalista.
En las reuniones privadas junto a sus hombres y mujeres de confianza, se muestra cauteloso sobre los próximos pasos a seguir, aunque tiene en claro dos cosas: que no se presentará nuevamente como candidato a intendente de Pinamar y que buscará un lugar en la política de mayor envergadura, pese a que había manifestado su deseo de volver a la actividad privada (“Me encantaría trabajar en la industria del conocimiento, en el sector privado. Me gustaría trabajar en una fintech estilo Ualá, por ejemplo”, dijo a Letra P durante una entrevista en el verano de 2022).
La decisión de no buscar otro mandato va en línea con el espíritu de la ley impulsada por María Eugenia Vidal -también empujó esa normativa el Frente Renovador de Sergio Massa- que en 2016 puso límite a las reelecciones indefinidas, norma que fue modificada antes de las legislativas de 2021 y abrió la puerta a la dirigencia a buscar otro mandato el año próximo. En cambio, Yeza promoverá una amplia interna dentro de Juntos.
La posibilidad de subir escalones en la política lo seduce, aún más desde que, como reveló Letra P, Ritondo lo sumara a la lista de posibles compañeros de fórmula para disputar la gobernación de Buenos Aires. Es algo que Yeza ya tenía en la cabeza, lo mismo que su inclusión en un gabinete vidalista.
Quienes trabajan en su agenda diaria aseguran que prefiere “estar en la mesa de las decisiones que tome el próximo gobernador y estar en constante diálogo con el próximo presidente para ser parte de los cambios necesarios que necesita la Argentina”, como un paquete de reformas de shock que los principales líderes del sector más intransigente del PRO buscan implementar desde el primer día de gestión si vuelven al poder.
Yeza no titubea, su candidato a la presidencia es Macri y su postulante a la gobernación es Ritondo, dos de los principales exponentes del ala dura que se enfrentan a las palomas Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli. Más allá de esta línea interna, Yeza se mueve con cierta independencia e inorganicidad de su partido; de ahí que también proponga una renovación generacional en el PRO y copiar modelos de gestión que provienen de otros sectores, pero que cree exitosos, como los del radicalismo en Mendoza o el peronismo en Córdoba.
Con la idea de hacer una suerte de trasvasamiento generacional en el partido amarillo está también el legislador porteño Darío Nieto, la persona que aún organiza la agenda política y de recorridas de campaña del expresidente; y el diputado bonaerense Sergio Siciliano, un exfuncionario de Educación de buena relación con la exgobernadora. Ya tuvieron una serie de reuniones en distintos bares del barrio porteño de Palermo. ¿El objetivo? Algo similar a lo que está pregonando el ingeniero en sus últimos encuentros: volver a las raíces del PRO y generar una identidad y una épica de la que carece el partido, para generar un contexto propicio para que sus políticas entren mejor en un contexto de ajuste. Como contó este medio, destilar el PRO.
Su perfil encaja perfecto para guerrear con el kirchnerismo y lo hace permanentemente en las redes sociales, aunque también muestra gestos de diálogo. El último cruce público relevante fue con el jefe de Asesores y hombre de confianza del gobernador, Carlos Bianco, quien lo había criticado por sus acusaciones sobre discriminación en el reparto de fondos públicos. Dos días después de ese hecho en Twitter, el intendente viajó más de 300 kilómetros hasta La Plata para reunirse de manera individual con el vicejefe de Gabinete de ministros, Juan Pablo Zabaleta, la ministra de Gobierno, Cristina Álvarez Rodríguez, y la ministra de Ambiente, Daniela Vilar, para intentar destrabar las tensiones y buscar un canal de diálogo alternativo en la provincia.