La alianza Juntos por el Cambio (JxC) no durmió y, con un documento oficial en el que le reclama al Gobierno que sea serio y responsable al tiempo que le avisa al país que prepara un plan para gobernar a partir de diciembre de 2023, salió rápido a pescar en el río revuelto de un oficialismo que le permite ilusionarse con volver al poder cuatro años después de no conseguir retenerlo en las urnas por el desastre que había perpetrado, justamente, en el terreno de la economía.
En el comunicado difundido en el mediodía caliente del domingo, mientras el Gobierno, encerrado en la quinta de Olivos, intentaba salir del laberinto en el que lo había metido la renuncia de Martín Guzmán a su cargo de ministro de Economía, la coalición opositora le exigió a la administración del presidente Alberto Fernández “máxima responsabilidad institucional y seriedad democrática” y le reclamó “el cese en las peleas internas”.
Ahí está el punto. JxC pone en primer plano el caos del frente oficialista para contraponer ante la opinión pública el orden institucional que supo construir a pesar de sus propios demonios, que los tiene, aunque surjan de una dinámica lógica en una fuerza opositora que debe definir su oferta electoral.
El colectivo PRO-UCR-CC y sus partidos menores aliados anida halcones, palomas y todo tipo de especies. Sus principales figuras hacen campañas adelantadas a codazos y, como sucedió con Mauricio Macri y Gerardo Morales recientemente, son capaces de sostener durísimas discusiones públicas por próceres de unos y amigotes foráneos de otros. Hacia dónde expandir la coalición es un debate áspero que hace crujir la alianza más de lo que parecería razonable.
Sin embargo, la coalición se ha dado una organización interna que funciona, aunque parezca que lo haga para la tribuna. La mesa nacional de JxC viene reuniéndose periódicamente para mostrar capítulos de lo que vende como un plan de gobierno y economistas de las distintas fuerzas miembros trabajan en un programa que, aseguran, podría ser implementado por quien fuera que terminara en la Casa Rosada si el electorado decidiera darle un segundo tiempo a Cambiemos. Eso, contrapuesto con la descomposición del frente gobernante, es una enormidad y es lo que salió a exhibir el principal combo opositor en el fin de semana salvaje -uno más- del Gobierno.