El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, cruzó este jueves al dirigente social Juan Grabois, quien en medio de la disparada del dólar y del tembladeral económico echó mano al diccionario de la crisis de 2001 y habló de eventuales saqueos, producto de la situación social y de un Gobierno que, consideró, "no está reaccionando".
“Prefiero decir estas cosas ahora y no lamentarme cuando empiecen los saqueos”, lanzó el líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) en la noche del miércoles en diálogo con C5N al ser consultado sobre sus expresiones vertidas horas antes durante una protesta en un acceso a la Ciudad, en las que había afirmado: "Algunos gauchos acá estamos dispuestos a dejar nuestra sangre en la calle para que no siga habiendo hambre en la Argentina”.
"Es una gran irresponsabilidad ese tipo de declaraciones. Es un momento en que los dirigentes tenemos que ayudar a la gente y bajar el nivel de angustia", sentenció Rodríguez Larreta en la mañana del jueves en una conferencia de prensa, convocada por el gobierno porteño para formular anuncios en materia de seguridad.
En su modo predilecto de fundamentalista de la moderación, Larreta señaló que lo dicho por Grabois "es otra muestra más de las contradicciones que se ven en el equipo de Gobierno y que confirman que no hay un plan ni un rumbo". Pícaro y a la pasada, el alcalde alineó con el Ejecutivo al dirigente social, que la semana pasada había dicho que está “latente” la posibilidad de que abandone el Frente de Todos.
"Ya la gente tiene un nivel de incertidumbre enorme. Declaraciones como esas no ayudan nada", apuntó Larreta horas después de que Grabois también asegurara en sus declaraciones televisivas que el estallido social podría darse en “semanas o meses” y reafirmara su postura de reclamar soluciones a la gestión del Frente de Todos, a la que cuestionó duramente. “Nosotros estamos dispuestos a poner el cuerpo por nuestro pueblo. Veo que se está acabando el tiempo y que el Gobierno no está reaccionando". Durante la jornada del miércoles, en el marco de una protesta en el puente Pueyrredón junto a movimientos sociales y organizaciones de izquierda, el dirigente cercano al papa Francisco ya se había manifestado en el mismo sentido: "Hay que despertar al Gobierno. Están dormidos, están en un 'cumple’".
Por la noche, Grabois buscó explicar que su intención es ayudar a que el Gobierno comprenda que "para cumplir con la Constitución y con el mandato por el que fue elegido, tiene que tomar medidas que resuelvan los problemas de los jubilados más pobres, de los trabajadores del sector público y privado más pobres y de los sectores de la economía popular e informalizada”.
“Si la crisis la pagan los pobres, el gobierno deja de ser popular, pasa a ser otra cosa. No es lo que votamos. Los militantes no pusimos a un tipo para que la pobreza aumente", sentenció en alusión al presidente Alberto Fernández. "Para que haya equilibrio fiscal, hay que meterle al 1% la mano en el bolsillo y sacarle la que se llevan a costa de todos. Eso es lo que hay que hacer. La naturaleza de un gobierno popular es confrontar con los grupos concentrados de poder económico para redistribuir la riqueza que, por la dinámica del capitalismo, se concentra ahí arribita. Si no hace eso, es otra cosa”, añadió.
El dirigente social recalcó la necesidad de avanzar sobre los sectores de mayores recursos para mitigar las penurias de quienes menos tienen. "Hay que tratar de bancar el parche, pero no a costa del hambre de la gente. Las medidas extraordinarias que se toman son por acción u omisión. Hambrear a la gente es una medida por omisión. Es lo mismo ponerse la gorra con la gente y no con la gente que tiene 14.000 millones de dólares en granos”, disparó.
Respecto de los saqueos, lejos de alarmarse por agitar pesadillas que sacuden la memoria colectiva, dijo que constituyen "un escenario obvio” si continúan creciendo los niveles de pobreza. “El deterioro adquisitivo de la clase media y baja está llevando a la pauperización absoluta”, afirmó.
Este miércoles, organizaciones sociales, movimientos de izquierda y algunos sindicatos volvieron a salir a la calle para exigir mejoras sociales y económicas. A medida que se extienden, las mismas representan un problema para la Casa Rosada porque empiezan a sumarse a sus reclamos sectores que hasta hace no mucho tiempo apoyaban al Presidente.