El canciller Santiago Cafiero fue el primer delegado argentino en llevar a cabo una actividad oficial en el marco de la IX Cumbre de las Américas, que se realiza en Estados Unidos. El jefe de la diplomacia nacional anticipó el tono y la estrategia que utilizará el presidente Alberto Fernández durante su gira. En un encuentro de cancilleres y ante el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, exigió el fin de los bloqueos económicos sobre Cuba y Venezuela porque “han fracasado y solo han generado sufrimiento” y declaró que la Organización de los Estados Americanos (OEA) “nunca más deben legitimar procesos de desestabilización”, como el golpe de Estado de 2019 en Bolivia.
Con esta primera participación, el gobierno argentino se encamina a plasmar en hechos sus promesas de representar a aquellos países que no participarán de la cita internacional, ya sea por la exclusión decidida por Washington, como son los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, o de aquellos gobiernos que decidieron no acudir como forma de protesta, como el boliviano, que comanda Luis Arce Catacora, y el de México, a cargo de Andrés Manuel López Obrador, entre otros. Ante este escenario, que no permitirá reunir a todos los países del hemisferio, como es el objetivo del organismo, que tiene como hecho distintivo este punto, Buenos Aires coordinó su participación -había estado en duda- con estos países para elevar sus reclamos a partir del rol que desempeña Fernández como presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
“Si las instituciones que están llamadas a promover la integración, el desarrollo y el diálogo equivocan el camino, debemos alzar la voz”, afirmó Cafiero con relación a la participación que tuvo la OEA en el derrocamiento del expresidente boliviano Evo Morales en 2019, pero en lo que también puede ser entendido como una crítica tácita a la Casa Blanca por excluir unilateralmente de la cita a La Habana, Managua y Caracas. De esta manera, la administración del Frente de Todos (FdT) apuesta a una participación crítica en Los Ángeles luego de asegurarse el aval de la izquierda sudamericana, con la que coordinó la estrategia a desarrollar, y que buscará mantener un equilibrio diplomático entre denuncia y asistencia para no generar tampoco el malestar de Washington.
“Repartir sanciones y bloqueos va en la dirección contraria a la búsqueda de herramientas efectivas para combatir la desigualdad”, declaró Cafiero en la misma sintonía en la que se manifestó el Presidente hace unas semanas, cuando denunció que la isla del Caribe “sobrevive como puede” a raíz de las sanciones económicas que pesan en su contra. “No me callo más y sería maravilloso que se sumaran a mi voz los países que hoy sufren esa realidad”, declaró entonces. Esta vez, el que se sumó fue su canciller, uno de los ministros más leales que tiene en momentos en los que también busca mantener un equilibrio en la interna del FdT para bajar las tensiones que lo aquejan dentro de las fronteras argentinas. “Nadie puede pretender el imperialismo del pensamiento único y, justamente, repartir sanciones”, profundizó Cafiero.
No son casuales, entonces, las críticas a la OEA, un organismo de la influencia de Washington que es comandado por un hombre de su confianza, el uruguayo Luis Almagro, que en 2019 avaló el golpe de Estado en Bolivia. “Nunca más debe legitimar procesos de desestabilización. Debemos dejar atrás esas tristes páginas de la historia”, agregó. Las críticas contra este espacio, que tampoco cuenta con la participación de Cuba, Nicaragua y Venezuela, se realizan a partir de los intentos argentinos por comandar la región desde el asiento que Fernández ostenta en la CELAC, un espacio que considera más propicio para el continente al tener, en su mesa, espacio para todos los países salvo, por decisión política al apostar a la diplomacia del Sur, Canadá y Estados Unidos.
Además, la relación bilateral entre el Frente de Todos (FdT) y el Movimiento Al Socialismo (MAS) de Bolivia tiene un carácter especial para el presidente Alberto Fernández al tener en cuenta el rol que desarrolló el argentino durante el golpe de Estado que derrocó a Evo Morales, que permitió salvar la vida del mandatario al coordinar su salida del Trópico de Cochabamba hacia México primero y hacia la Argentina después. El vínculo bilateral está atravesado, por un lado, por la denuncia hecha por Arce Catacora contra el expresidente Mauricio Macri por su presunta participación en el derrocamiento al brindarle armas y municiones a las fuerzas golpistas y, por otro, por la donación de un millón de vacunas que Buenos Aires le hizo a La Paz durante la pandemia de Covid-19.
El discurso de Cafiero inauguró una cargada agenda internacional que desplegará Alberto Fernández durante su estadía en Estados Unidos. Este miércoles, el Presidente argentino participará de la ceremonia de inauguración que liderará el mandatario norteamericano, Joe Biden, y hablará ante el pleno de la Cumbre el jueves y el viernes.
Mantendrá encuentros bilaterales con distintas figuras del continente, como los presidentes de Perú, Pedro Castillo, y de Chile, Gabriel Boric; y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. En esas participaciones se espera que sostenga un fino equilibrio entre la crítica de América Latina contra el poderoso Estados Unidos y la profundización de los lazos económicos y políticos con las distintas representaciones regionales que permitan abonar a la construcción de un liderazgo regional. El discurso de Cafiero fue un anticipo de esa estrategia.