LA PAZ (Enviado especial) El vuelo FA-052 llegó este lunes al aeropuerto internacional de El Alto con un millón de vacunas AstraZeneca, que Argentina le entregó a Bolivia, en lo que significó la donación más grande hecha por un gobierno a otro en el marco de la pandemia por covid-19. La apuesta del presidente Alberto Fernández es clara: por un lado, ayudar a un aliado regional, su homólogo y amigo Luis Arce Catacora; por el otro, diferenciarse de su antecesor, Mauricio Macri, quien está acusado de enviar material bélico a ese país para sofocar las protestas sociales contra el régimen de facto de Jeanine Añez.
“Antes otro avión vino a dividir a nuestros pueblos, nosotros venimos a plena luz del día y con muchísimo orgullo a traer vida, vacunas y esperanza”, dijo la ministra de Salud argentina, Carla Vizzotti, en conferencia de prensa minutos después de pisar territorio andino. De la comitiva también fue parte la exministra de Seguridad y actual presidenta de los Cascos Blancos, Sabina Frederic. “Es uno de los momentos más importantes desde el inicio de la pandemia”, aseguró Vizzotti al destacar la necesidad de profundizar el trabajo conjunto para combatir el coronavirus ya que “el acceso inequitativo de las vacunas es injusto y una estrategia errónea”.
En la últimas 48 horas, el gobierno de Fernández tuvo dos noticias para celebrar: la victoria del joven progresista Gabriel Boric en el ballotage chileno ante el ultraderechista José Antonio Kast, que le permitirá asumir el 11 de marzo como presidente del país trasandino, y la entrega de vacunas a Bolivia, que afianza el vínculo con uno de los países aliados y más fieles que tiene la coalición gobernante en el continente.
El viaje a Bolivia, a cargo de la Fuerza Aérea Argentina, también le permitió a Fernández brindar un gesto al sector kirchnerista del Frente de Todos, que le demanda trabajar más en procura de la “Patria grande”. Asimismo, se diferenció de la administración de Macri, acusada de enviar en 2019 unas 70 mil municiones de dispersión y 600 gases lacrimógenos para sostener al gobierno de facto ante las protestas de la población boliviana. “Hace dos años el gobierno apostaba por la muerte y la desunión. Nosotros apostamos por la vida y la unión”, dijo el embajador argentino en La Paz, Ariel Basteiro.
En diálogo con Letra P, el embajador boliviano en Buenos Aires, Jorge Ramiro Tapia Sainz, dijo que su futura administración va a “fortalecer el eje progresista de la región” y que el continente sudamericano tendrá la “posibilidad de dialogar conjuntamente y ya no apuntar hacia el norte sino favorecer a las políticas internas en base a la unidad de los pueblos”.
De todas maneras, la llegada de un potencial aliado de la Casa Rosada no significa de por sí una mejora en las relaciones bilaterales, ya que los vínculos políticos y diplomáticos requieren proveerlos de políticas, proyectos e intereses comunes para que puedan avanzar. La amistad de Fernández con el México de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sirve como ejemplo: a pesar de las similitudes y las coincidencias políticas entre ambos mandatarios no es una relación que se ha robustecido durante estos dos años entre ambas naciones. Por el contrario, México se ha dedicado a votar de forma conjunta en organismos internacionales, como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en contra del intervencionismo extranjero en Venezuela y Nicaragua, por ejemplo.
La región está en disputa entre fuerzas cada vez más polarizadas. Hace unos años, la izquierda fundó la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y luego la perdió ante los embates de los gobiernos de la derecha, quienes fundaron el Grupo de Lima y Prosur, dos organismos que hoy brillan por su ausencia. En este contexto, el gobierno argentino dio dos significativos pasos: celebró la apertura de las grandes alamedas de Chile con la inminente llegada de Boric al Palacio de la Moneda y consiguió avanzar en la ayuda sanitaria y la entrega de vacunas regionales, un punto sobre el cual el continente (y también el mundo) han mostrado un estrepitoso fracaso. De estos logros necesitará más, porque las luchas encarnizadas por las instancias de poder son furiosas y nadie tiene la permanencia en el sillón presidencial en el futuro.