“¿Viste lo que hacía Alberto Fernández para Néstor Kirchner? Bueno, Wado hace lo mismo, pero en vez de trabajar para el Presidente, construye para Cristina”
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“¿Viste lo que hacía Alberto Fernández para Néstor Kirchner? Bueno, Wado hace lo mismo, pero en vez de trabajar para el Presidente, construye para Cristina”
Un dirigente de larga trayectoria en el peronismo define así a Eduardo de Pedro, designado canciller del cristinismo, el encargado de “dormir” a figuras del Círculo Rojo, de dialogar con empresarios, tejer acuerdos y de hablar con los que nadie más habla, como el antes innombrable Luis Barrionuevo o el exiliado y díscolo Juan Manuel Urtubey, de mostrar la cara amable del cristinismo para luego reportar, sin excepciones, a una única jefatura política, la de Cristina Fernández de Kirchner.
De Pedro ya no se mueve en voz baja. El ministro del Interior empezó a mostrar en público los contactos que antes transcurrían en privado, y que tanto él como su entorno evitaban confirmar o desmentir. Barrionuevo y Urtubey forman parte de la lista ahora blanqueada de reuniones que usa como instrumento para proclamar la necesidad de ampliar el Frente de Todos (FdT).
El mismo De Pedro lo dijo de manera explícita en la cena que el último jueves compartieron gobernadores y ministros en la casa de Juan Manzur, en Tucumán, en la previa del encuentro formal de la Liga del Norte Grande. El enviado de Cristina habló sobre la necesidad de mantener la unidad del FdT y remarcó sus encuentros con los peronistas antikirchneristas.
Si esos movimientos forman parte de la construcción de una candidatura presidencial es algo que ningún dirigente o vocero del cristinismo se anima a confirmar ni a desmentir, ya sea por secretismo, falta de información o porque tal decisión todavía no fue tomada. Lo que sí queda claro es que Cristina y Máximo Kirchner están en el vértice de una organización - La Cámpora como habitáculo base, pero el cristinismo como un universo más amplio- en el que existen funciones precisas y roles definidos, construidos en base a características personales. En ese esquema a De Pedro le tocó en suerte ser el enviado de la paz, mientras la Infantería dispara.
Si Andrés Larroque cumplió en las últimas semanas las funciones de francotirador – como antes había tenido un perfil más componedor – hace tiempo que De Pedro representa a “las blancas”. “Hace su trabajo, es el rol que le dieron. ¿Tiene autonomía? No, no hace nada sin consultarlo con Cristina. Es el designado para mostrar que no son todos gurkas”, dice un interlocutor del ministro.
“En campaña son todos muy amplios. Después la realidad muestra que no es así”, apunta un dirigente del peronismo del interior que dialoga con De Pedro, pero mira sus movimientos con desconfianza. Entiende, como otros, que la apertura que proclama el ministro es un movimiento destinado a “blanquear” la posición interna del cristinismo y a dejar expuesto al presidente Fernández como responsable del eventual fracaso del Gobierno, pero que no se condice con lo que sucede a la hora de gobernar. “Sos su empleado o sos el enemigo”, describe en privado el Presidente sobre el tipo de relación que entiende que plantean Cristina y La Cámpora.
Aunque las relaciones mejoraron en lo público, la convivencia con Fernández quedó marcada por la desconfianza después de la renuncia posterior a las PASO de 2021. El ministro y el Presidente mantienen una comunicación casi diaria, que incluye algunas tensiones y desacuerdos, pero que se mueve dentro de los carriles institucionales. En el entorno del ministro afirman que De Pedro le reporta a Fernández todo aquello que tiene que ver con la gestión y la marcha del Gobierno, más allá de que su terminal política esté en el Instituto Patria.
Los movimientos de De Pedro generan recelo entre los dirigentes que dialogan con Fernández. La gira por Israel puso los nervios de punta a quienes entienden que el funcionario usa su lugar en Interior para abonar la construcción política de Cristina y la suya. “¿Qué tiene que ir a hacer una semana a Israel con gobernadores? Si lo hubiera hecho cualquier otro sería un escándalo. ¿Usa el Ministerio del Interior para armar para Cristina y Alberto se lo tiene que bancar sin decir nada?”, protesta un dirigente que tiene acceso al despacho presidencial. La gira se sumó a los viajes que había hecho, previamente, a España y a Roma, donde se reunió en privado con el papa Francisco. Una agenda exterior cuanto menos peculiar para un ministro del Interior.
El acto que convocó la senadora y presidenta del Partido Justicialista de Mendoza, Anabel Fernández Sagasti, el sábado pasado, también generó resquemor. De Pedro fue el único ministro nacional que participó de manera presencial, sacó a relucir allí su relación con Urtubey, fue el protagonista principal, el más requerido para las fotos y se llevó una ovación propia.
“Wado, corazón, acá tenés los pibes para la liberación”, le dedicó un grupo de militantes que respondía a Fernández Sagasti en el auditorio Ángel Bustelo, reversionando el cántico que suele estar destinado a Cristina. Entre los senadores que participaron del encuentro, uno se animó a hablar de 2023. “A mí me gusta Wado como candidato a presidente. Anda bien”, le dijo el dirigente a Letra P. Desde Buenos Aires, una figura leal al Presidente entendió que el evento había sido construido a la medida del ministro. “Pareció un acto de lanzamiento”, dijo.
En la oficina del ministro de Interior, la lectura fue desestimada. “No está de campaña. Está haciendo política. Es lo que deberían estar haciendo todos si queremos ganar en 2023. Confunden hacer campaña con hacer política”, respondieron ante la consulta de esta cronista. Y destacan que el funcionario mantiene diálogo “con todos”.
Ante el recelo del albertismo, la línea cristinista invierte la carga de la prueba y apunta la falta de conducción presidencial. Si De Pedro aparece como posible candidato, ¿no será que el peronismo está buscando afuera los referentes que no encuentra dentro de la Casa Rosada? ¿El problema no será que el Presidente no genera expectativas?
El abanico de relaciones de Pedro no solo incluye a la amplia y diversa familia peronista, el empresariado y el círculo rojo. Los contactos del ministro también cruzan hacia la oposición. De Pedro mantiene diálogo permanente con Horacio Rodríguez Larreta, con el presidente de la UCR, Gerardo Morales, y con otros dirigentes de peso en el radicalismo, como Facundo Manes. Con el neurólogo tiene un vínculo que precede la política: Manes lo tuvo como paciente hace años por su disfluencia. El diálogo entre ellos es frecuente.
De Pedro entiende que el Presidente está en la situación inversa. Como Cristina, el ministro cree que Fernández está “cada vez más encerrado” en un círculo íntimo, que le hace un relato que no se condice con la realidad y que conduce al Gobierno a un fracaso. Rescata de ese círculo a los ministros considerados albertistas pero que también piden apertura, como Juan Zabaleta y Gabriel Katopodis, y construyó finalmente una relación sólida con Manzur. En tanto, tiene congelado el vínculo con el canciller Santiago Cafiero, hombre de confianza del Presidente. En otros tiempos, ambos fueron los embajadores designados por Fernández y la vice. Ninguno confía ya en la palabra del otro.
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Por lo pronto, el ministro no solo trabaja en la política sino también sobre su imagen y comunicación. Ya hace tiempo que De Pedro decidió romper la prohibición auto impuesta de hablar en público. Su disfluencia se convirtió en motivo de sus propias bromas, en entrevistas y actos, y una dificultad sobre la que busca concientizar a la sociedad. Decisión tomada, De Pedro se lanzó a dar discursos y a multiplicar su presencia en los medios.
En paralelo, su equipo de comunicación lanzó en diferentes redes sociales La Remisería de La Rosada, una cuenta “medio en serio, medio en broma”, que muestra el detrás de escena del ministro, su lado B, intimidades, color y material de archivo. La primera publicación de la cuenta de Twitter data del 24 de septiembre de 2021, apenas nueve días después de que De Pedro pusiera su renuncia a disposición del Presidente, episodio que terminó de desatar la interna feroz entre el cristinismo y Fernández. A esa primera acción se sumaron cuentas en Instagram y Tik Tok, redes con llegada a las audiencias más jóvenes y menos politizadas.
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También se dedicó a cuidar su perfil institucional, deslizando, incluso, algunas diferencias internas con Cristina. Así lo hizo cuando marcó su posición en favor del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras la vicepresidenta y La Cámpora jugaban en contra. El Presidente le agradeció que lo marcara en una entrevista con el diario El País, de España. ¿Fue genuino o tiene que ver con su rol institucional? En La Cámpora nadie duda que De Pedro lo hizo como parte de su juego de roles.