El primer anillo de contención resiste en Olivos. Rodeado por un acotado círculo de leales, el presidente Alberto Fernández sigue descartando la posibilidad de retomar el diálogo con Cristina Fernández de Kirchner, piensa en el relanzamiento del Gobierno, con eje en la recuperación económica, y espera que el tiempo le dé la razón, pensando en la reelección. Afuera, el resto del peronismo busca opciones -y candidatos- que permitan garantizar la supervivencia más allá de 2023.
Las reuniones de Katopodis y Zabaleta con el jefe de Gabinete de la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, y el diputado Máximo Kirchner se hicieron frecuentes. Como la mayoría de los intendentes y gobernadores, alarmados por los números del Gobierno en las encuestas y por la temperatura de la militancia, Katopodis y Zabaleta también hicieron cuentas y empezaron a aplicar la lógica de defensa territorial.
Ferraresi también volvió sobre sus pasos, con un diálogo directo con Cristina, a quien vio hace poco más de dos semanas. Alejado del Instituto Patria, y con diferencias con La Cámpora, el ministro de Desarrollo Territorial se había acercado al Presidente e incluso llegó a integrar la nómina de quienes le pedían al jefe de Estado más gestos de autonomía. A principios de abril, participó del acto que organizó Agustín Rossi en Rosario y que convocó al sector albertista del Gobierno. Recalculó unos días después y suspendió definitivamente su fe en lo que un grupo de dirigentes considera “amagues” del Presidente, que dejan a todos en orsai.
Manzur hizo otro tanto. El tucumano cumplió en pedirles el último jueves a los integrantes Gabinete que acompañaran a Fernández en el acto que organizó la UOCRA en Esteban Echeverría, en lo que prometía ser una muestra de respaldo a la figura presidencial. Tuvo poco eco. Asistieron los ministros fieles a Fernández, Martín Guzmán (Economía), Claudio Moroni (Trabajo), Matías Lammens (Turismo), Zabaleta, Katopodis y Ferraresi. El cristinismo solo envió a Martín Soria (Justicia) y el mensaje del faltazo más resonante, el de Eduardo de Pedro. El ministro del Interior interpuso una excusa formal, pero nunca estuvo de acuerdo con la lógica del acto, que buscaba empoderar a Fernández en la interna.
El poder territorial tampoco asistió. Los intendentes y gobernadores pegaron el faltazo, con la única excepción del sanjuanino Sergio Uñac. Las ausencias buscaron enviarle nuevas señales al Presidente y el pedido de que abra el juego político que, entienden, convalida una línea dura que lo rodea y que no tiene “nada para perder” si la experiencia de gobierno fracasa. Los jefes territoriales se quejan de un supuesto "encierro" presidencial en un entorno chico que fue dejando afuera a actores de la política.
Se refieren, así, al “primer cordón” que rodea al Presidente. La mesa chica que forman el canciller Santiago Cafiero, los secretarios Julio Vitobello, Gustavo Beliz y Vilma Ibarra, el jefe de asesores, Juan Manuel Olmos, y la portavoz Gabriela Cerruti. Todos leales a Fernández, pero con internas cruzadas entre sí.
Por fuera de ese círculo más cercano se ubican el ministro Aníbal Fernández, Zabaleta, Katopodis y Ferraresi, el exministro Agustín Rossi , Manzur y el líder del Movimiento Evita, Fernando “Chino” Navarro, que puso la fuerza territorial del espacio a disposición de Fernández. En las bases del movimiento se quejan de la "incomprensión" que reciben como respuesta de algunos funcionarios y mencionan al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Los reproches contra el equipo económico, que actúa de manera descoordinada, ya exceden largamente al cristinismo. De hecho, Fernández es hoy casi el único que lo respalda.
En tanto, los dirigentes con quienes el Presidente solía mantener diálogo político, como los diputados Leandro Santoro y Eduardo Valdés - autodenominado frentetodista- están hoy más lejos de la intimidad de Olivos. Santoro pasó semanas sin hablar con el jefe de Estado. Valdés está en la misma situación y hasta habló en las últimas horas de una posible candidatura de Cristina.
Para la vice también hay
Las fuerzas del territorio dirigen sus exigencias a Fernández, pero las críticas también alcanzan a Cristina. “El que tiene que convocar es el Presidente. Es quien tiene la responsabilidad principal”, apunta un senador nacional que participa del tour que el interbloque del FdT viene haciendo desde hace semanas por las provincias. Los legisladores dicen que buscan "construir poder" en el territorio para llegar con chances a 2023.
Los resultados no son alentadores. En líneas generales, los senadores recogen preocupación por la “parálisis” del Gobierno, quejas por la falta de conducción y la poca reacción frente a la crisis económica. La inflación y la perdida de poder adquisitivo está en el podio de los problemas. Desde la Casa Rosada, el Presidente responde con resultados concretos. Resalta que casi todos los gobernadores aseguran que cumplió con los cinco puntos que se comprometió a gestionar con cada provincia durante la campaña 2019 y que quedaron plasmados en un acta formal, que se firmó en Rosario. El pampeano Sergio Ziliotto, en efecto, lo reconoció públicamente durante la última visita de Fernández a La Pampa.
En otras provincias también reconocen que la gestión cumplió e incluso destacan los resultados de la macroeconomía. Pero apuntan a la política. “El problema primero es político. La política no está ordenada. Cuando vos tenés conducción todos los otros problemas tienen un encuadre. Sin conducción, todos los problemas te llevan puesto. Se generan un montón de subdiscusiones. Cuando hay un jefe, se ordena todo”, apunta un dirigente del Norte Grande, al tanto de los diálogos que mantienen los gobernadores, en estado de alerta y movilización. Varios se habían entusiasmado con la posibilidad de que Fernández los condujera y eso diera como resultado la independencia final del cristinismo.
La "incomprensión" de la ciudadanía y de la dirigencia es una de las principales frustraciones de Fernández, que destaca la gestión que el Gobierno hizo durante la pandemia, el ordenamiento de la deuda y la recuperación económica. Hacia adentro del FdT, además, el Presidente siempre sacará a relucir la carta de que, en contra de todas las voces que lo incitaron a romper con Cristina, sacrificó todo para proteger la unidad. Serán parte de los factores que resaltará en el relanzamiento que la Casa Rosada cranea para el 25 de Mayo.
Entre los jefes provinciales también hay reproches hacia Cristina, a quien responsabilizan por la elección “inconsulta” de Fernández, que la enorme mayoría celebró en público en un primer momento. La calificaron como "una jugada magistral". Ahora, le piden a la vicepresidenta que se haga “responsable” de su decisión. Entre quienes evitaron pronunciarse en ese entonces se anotó el formoseño Gildo Insfrán, que actúa en tándem con otro el santiagueño Gerardo Zamora. De todas formas, nadie piensa pelearse con la vice.
Mientras el Presidente habla de su posible reelección, los jefes territoriales salieron sin disimulo en busca de opciones. En la cumbre que organizó el PJ de Mendoza, un senador del FdT se animó a alentar la candidatura de De Pedro. Jorge Capitanich salió de gira por las provincias y el exterior. Sergio Massa también se anota en la carrera. El embajador Daniel Scioli hace campaña offshore desde Brasil, donde organiza “misiones comerciales” que atraen a los gobernadores. No oculta que quiere la revancha de 2015, aunque aclara que si el Presidente va por otro mandato, no se lo disputará. Hace dos semanas, se reunió con Cristina en el Senado. La vicepresidenta lo invitó con pasta frola, su tarta preferida.
Entre los mandatarios que se suelen dar cita en el Consejo Federal de Inversiones para hacer catarisis y buscar "alternativas" circula otra máxima, que indica que “Cristina ya quemó el cartucho del dedo con Alberto”. Destacan, también, que si la vicepresidenta quiso oponerse al rumbo del Gobierno lo hizo, finalmente, "con baja efectividad".
Sin dedo elector, el peronismo ya se prepara para las PASO y hay quienes sueñan con un frente más amplio que el FdT, que incluya exiliados, como Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti. Sin diálogo en la cúpula, al menos en las últimas semanas, se consolidó la idea de que la ruptura está descartada.