TODOS CONTRA TODOS

El papa zarandea la interna del Gobierno y deja en offside a Beliz y Guzmán

Carta al Presidente con entrelínea filosa y un movimiento que desacomoda al vaticanismo albertista. CFK, al margen. Un jesuita antiajuste mete púa.

La carta protocolar y reversiva del papa Francisco al presidente Alberto Fernández provocó un fuerte movimiento en la arena política vernácula, al leerse como un intento de mediación papal ante el teléfono roto entre el primer mandatario y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), al que también se opone La Cámpora con Máximo Kirchner al comando.

 

El Presidente quiso sacarle provechó a la misiva del pontífice para el redil albertista en momentos de virtual ruptura del Frente de Todos (FdT), sin percibir, quizás, que en la entrelínea subyacía un pedido para que tanto él como su entorno dejen atrás las luchas intestinas y enfoquen la gestión en la procura de "soluciones adecuadas” a los problemas económicos que afligen a la Argentina, de manera particular a los sectores sociales más golpeados por los daños colaterales de la pandemia, la escalada inflacionaria y el alza en el precio de los alimentos.

 

Encandilado por la prédica bergogliana, Fernández calificó la carta papal como un “faro” ante los desafíos por afrontar en el país en la actual coyuntura; mientras que funcionarios gubernamentales en Roma y Buenos Aires consultados por Letra P buscaron bajarle el tono interpelador al mensaje del pontífice y subrayar el significado “completo y de cercanía” de Jorge Bergoglio con sus compatriotas; al igual que lo hizo la vocera Gabriela Cerruti este jueves en rueda de prensa en otro round de chicanas contra CFK por no atender al Presidente.

 

En tanto, de diestra a siniestra, los comentarios pendularon desde una petición de lectura “sincera” de la misiva del pontífice hasta quejas airadas por la “intromisión” del papa en la política nacional. Mientras que la oposición enclavada en Juntos por el Cambio (JxC) se abstuvo de hacer comentarios; los planteos más duros provinieron del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), que tildó de “santa hipocresía” la carta del papa al Presidente, al enfatizar que “tras bendecir el acuerdo con el FMI, Bergoglio ahora reza por los más débiles".

 

Sin embargo, las lecturas políticas diversas de la misiva papal en el marco de la guerra fría de Fernández con CFK y La Cámpora no fueron el peor golpe para las entrañas albertistas; sino la decisión de Bergoglio de desplazar al obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo de su cargo al frente de las academias pontificias para las Ciencias y para las Ciencias Sociales, que ocupaba desde 1998 gracias a los sucesivos votos de confianza de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

 

El prelado, de 79 años y pasado en cuatro del límite de edad jubilatoria eclesiástica, cultivó en este tiempo vínculos fuertes con la dirigencia política argentina y en el último tiempo se había convertido en el nexo vaticano de dos hombres de confianza del Presidente: el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, ambos integrantes de la Academia Pontificia para las Ciencias Sociales por bendición papal.

 

A las malas noticias para el entorno presidencial llegadas desde Roma se sumaron también unas declaraciones del titular de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, el obispo jesuita Jorge Lugones, quien en una entrevista a la agencia de información del episcopado italiano SIR puso objeciones al acuerdo con el FMI alcanzado por el Gobierno a raíz de la deuda contraída por la administración de Mauricio Macri.

 

“En la situación económica actual, los argentinos no pueden ser objeto de políticas de ajuste”, aseveró el diocesano de Lomas de Zamora y uno de los intérpretes de la doctrina bergogliana, y planteó: “Es imprescindible que la dirigencia política en su conjunto asuma las responsabilidades institucionales que merece semejante condicionamiento”. Las afirmaciones de Lugones sonaron como la más maravillosa música para la feligresía de CFK y la militancia camporista, que esgrimen fundamentaciones similares en su arremetida contra el Presidente.

 

Lugones atribuyó la profundización de la crisis social a la aplicación de “políticas neoliberales en los últimos tiempos”, abogó por un “punto de encuentro” de los diversos sectores para el diseño de un país más inclusivo y valoró el surgimiento de una “economía popular” fruto del trabajo argentino. En esta línea también se pronunció por estas horas la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CNJP), un foro laico dentro del episcopado, que reivindicó la agricultura familiar, campesina e indígena y reclamó a las autoridades potenciar esa forma de producción de alimentos; precisamente uno de los puntos de la pelea que el Ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Juan Zabaleta, mantiene con los punteros de las organizaciones sociales y piqueteras no afines al Gobierno.

 

Gabriela Brower de Koning, al frente del debate sobre la movilidad de las jubilaciones. 
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