Todos contra todos

Gestionar aunque duela, el nuevo mantra albertista

Fernández rechazó una presidencia colegiada. El cristinismo reclama institucionalizar la toma de decisiones. De ahora en más: administrar sin pedir opiniones.

"No existe la presidencia colegiada". Cinco palabras apenas le bastaron a Alberto Fernández para desestimar la propuesta emergente del cristinismo de montar una mesa chica del Frente de Todos (FdT) para la toma decisiones. El Presidente lo hizo este martes en un lugar no tan neutral: en El Destape Radio. Fue a menos de 48 horas de la carta que publicó del canciller Santiago Cafiero en el sitio El Cohete a la Luna, de Horacio Verbitsky, en la que suplicaba un alto el fuego en la recrudecida interna.

 

Más temprano, la senadora Juliana Di Tullio había explicitado una de las las principales demandas del cristinismo para sumarse al Operativo Reconciliación: la instalación de una mini-conducción en la cúpula todista. “Tiene que volver la mesa de discusión de todo el Frente de Todos”, sugirió la legisladora en declaraciones a Nacional Rock

 

En época electoral, se había armado una mesa de similares características, que administraba Cafiero hasta su implosión con la derrota en las PASO y la posterior carta de Cristina Fernández de Kirchner que derivó en la catarata de ofertas de renuncias. Fue lo único parecido a un debate interno institucionalizado. La última reaparición de Mauricio Macri que auguró con volver en 2023 pareció orquestada por el todismo que necesita recordar lo que los unió en 2019. Se reedita la frase que inmortalizó el diputado sanjuanino José Luis Gioja, como prólogo de la amnistía peronista: "Hay que buscar la unidad aunque duela". 

 

En la Casa Rosada argumentan que la ausencia de diálogo entre los sectores se debió a la pandemia y a otras urgencias; y aclaran que no fue por falta de voluntad política. Entre todos sus males, el covid ayudó en algo, añaden: permitió disimular la burocracia internista, tras el loteo del Gabinete en 2019, que postergó la toma de importantes decisiones. Así explican la sensación de "parálisis" administrativa. En el Instituto Patria siempre apuntaron con nombres propios a los "funcionarios que no funcionan", como los bautizó la vicepresidenta en otra misiva. 

 

Después de las declaraciones de Fernández, Di Tullio aclaró otra de las exigencias. "Es cierto lo que dice el Presidente: Presidente hay uno solo. Tiene que enderezar el barco", opinó en Radio con Vos. La rectificación de la economía es otra de las principales demandas del cristinismo en un gobierno post acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). 

 

La senadora parafraseó a la misma Cristina Fernández, que en otra carta más, se había desligado de la negociación con el organismo de crédito, el pasado noviembre: "La lapicera no la tiene Cristina… siempre la tuvo, la tiene y la tendrá el Presidente de la Nación". 

 

Esa frase retoman hoy en el incipiente albertismo para su nuevo mantra: "Se gestiona, pero no se rompe". "Hay que empezar a hacer, a tomar decisiones, aunque lo que se haga no les guste", resumieron desde un despacho oficial. A modo de prueba piloto, montaron una nutrida foto con ministros y ministras de todas las tribus en la primera reunión del Gabinete Nacional de Cambio Climático. 

 

El slogan se confeccionó en medio de una creciente sospecha en Balcarce 50 a la espera de una nueva misiva de Cristina. Cerca de la vice minimizan la versión de que esté ultimando un texto a modo de ultimátum. Ajena a esas intrigas, este martes se reunió con Hebe de Bonafini y otras Madres de Plaza de Mayo, en vísperas de un nuevo 24 de marzo. 

 

Desde hace semanas a Fernández le revolotean "halcones" con el reclamo de decretar el divorcio político con el cristinismo, forzando reemplazos en estamentos que mantiene La Cámpora en la administración con abultadas cajas como el PAMI, de Fernanda Raverta, la Anses, de Luana Volnovich y los subsidios energéticos del subsecretario Federico Basualdo. Más de un albertista armó un listado mirando el organigrama estatal. Pero en la otra oreja al jefe de Estado le susurraban "palomas", con el consejo de una reconciliación, a pesar de que CFK le haya clavado el visto. Eran los que advertían que, a diferencia de anteriores desaires, esta vez el propio mandatario estaba "incendiario" en privado. Algunos de los comentaristas, más rupturistas o más conciliadores, fueron el jefe de Gabinete, Juan Manzur; y los ministros Juan Zabaleta (Desarrollo Social) y Gabriel Katopodis (Obras Públicas), entre otros.

 

Es más, se rumorea la realización de una cumbre albertista junto al reconciliado ministro Eduardo De Pedro (Interior) y el titular de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y referente camporista, Andrés Larroque, que viene de denunciar la "parsimonia" oficial ante el ataque al despacho de Cristina. 

 

En público, el Presidente zanjó este martes la discusión con este nuevo comando: gobernar sin preguntar. A priori, pareciera un abierto desafío para que quien no esté cómodo, que se vaya. Palabras similares le dedicó la portavoz Gabriela Cerruti a Claudio Lozano, director del Banco Nación y opositor del acuerdo con el FMI: "Si tenés una posición tan extrema, deberías preguntarte qué te lleva a permanecer". 

 

La sugerencia es, analiza otro funcionario leal a Fernández, mantener una promesa viene repitiendo desde 2019. "Nunca más me voy a pelear con Cristina porque vamos a hacer la Argentina que todos merecen", se comprometió en el cierre de campaña. Hace pocos días la volvió a reeditar: "Ya tuvimos demasiados años para distanciarnos, pelearnos y marcar diferencias”.     

 

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