Un ministro y un secretario de Estado se sentaron a charlar con Eduardo de Pedro. El presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, invitó a cenar a su quincho a Máximo Kirchner y el nuevo jefe del bloque de diputados del Frente de Todos, Germán Martínez, tuvo una larga y buena conversación a solas con su antecesor. Hubo, además, reuniones del ministro del Interior con los gobernadores Gustavo Bordet, Gustavo Sáenz y Gerardo Zamora. Acordaron que en público habría un mensaje de unidad y contención.
"Mi abuelo decía que los locos tiran piedras a los autos y rompen dólares. Acá no se rompen dólares, nadie está tan loco", señaló un funcionario nacional un par de días después de que el hijo de la vicepresidenta renunciara a la presidencia del bloque oficialista en Diputados. El mismo dirigente apuntó que a ninguno, en referencia a todos los socios de la alianza de Gobierno, le conviene romper. Además, defendió a Alberto Fernández al asegurar que el Presidente consultó internamente y luego tomó la decisión para solucionar un gran problema como la deuda con el FMI. En paralelo, Cecilia Moreau, del Frente Renovador, se sumó a quienes cuestionan a Martín Guzmán por no haber ido al Congreso a dar explicaciones sobre el acuerdo con el Fondo, aunque evitó recordar los roces previos entre Massa y el ministro de Economía.
Juan Zabaleta, Fernando Navarro y De Pedro -el más K de todos los ministros- hablaron del golpe que significó la falta de apoyo de Kirchner al entendimiento con el FMI y de cómo seguir hacia adelante. Coincidieron en la necesidad de fortalecer los lazos internos del Frente de Todos, en apuntalar al Presidente y en dar los debates puertas adentro. Las conversaciones fueron largas. Llegaron a la conclusión de armar una mesa de discusión permanente para no llevar las disputas a la escena pública. "No hay que equivocar el aliado ni equivocar al adversario", alertó un ministro que también instó a bajar tensiones, priorizar la unidad y solucionar los problemas más urgentes.
El más conmocionado por el portazo K fue el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, a quien esta semana le volvió a sonar con insistencia su teléfono. Lo llamaron, incluso, aquellos que lo dejaron de llamar cuando se le plantó a Máximo Kirchner e intentó frenar su llegada al PJ bonaerense. Con una actitud de revancha charló con el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, a quien visitó en su despacho; con Roberto Fernández de la UTA y con Carlos Acuña, de la CGT. Hubo quienes se preguntaron si fue un error darle casi todos los lugares en la lista de las legislativas del 2021 a La Cámpora y al cristinismo. ¿Cómo votarán los legisladores y las legisladoras que asumieron en diciembre pasado cuando el proyecto del acuerdo con el Fondo llegue al Congreso? Hasta ahora, solo Victoria Tolosa Paz anticipó su voto a favor. El resto dependerá de las gestiones de Massa y de Germán Martínez. En privado, las máximas autoridades provinciales adelantan que acompañarán la iniciativa por mutua conveniencia: gran parte de las obras son financiadas por el BID, el Banco Mundial y el CAF.
Luego del cimbronazo, el Gobierno y el kirchnerismo intentaron mostrar normalidad. Mudado de despacho y tras hacer el traspaso, Kirchner hizo decenas de llamados a distintos dirigentes y legisladores pero sólo dejó trascender la cena con Massa y su encuentro con el intendente de Benito Juárez, Julio Marini. Hubo foto de esta última reunión. La imagen esconde un mensaje (¿casual o no?). Detrás de los protagonistas se ve un cuadro del acto en Racing que tuvo como protagonista a Cristina Fernández cuando se postuló como candidata a senadora nacional por Unidad Ciudadana. Atraviesa la tribuna una bandera con una sugestiva frase pintada en mayúsculas negras: te juro que mañana volveré. Lo firma La Cámpora.
¿Volver? La pregunta es cómo. La perspectiva en La Cámpora es que 2023 está perdido. Pero Kirchner mantiene su plan. Sin la incomodidad del cargo de jefe de bloque, planea recorrer el interior de la provincia de Buenos Aires. "Adonde pueda ayudar irá", repiten cerca del diputado nacional. Sus detractores están convencidos de que no será bienvenido en los pueblos rurales y que postergará las elecciones de presidentes distritales del PJ hasta que aclare el panorama.
El río revuelto le dio ventaja a la oposición que aún no puede unificar su posición. Sobre el final de la semana Gerardo Morales reunió a la mesa del Comité Nacional de la UCR. Arrancó con un análisis del preacuerdo con el FMI y relató la última y agitada reunión de Juntos por el Cambio, donde se trenzó con Patricia Bullrich (otra vez). En ese encuentro, dirigentes de la Coalición Cívica lo frenaron a Mauricio Macri y le reprocharon profundizar la grieta cuando la alianza va "camino al barranco".
Morales habló con modismos jujeños. "A mí no me van a llevar en mula a los chicotazos", describió su estado de ánimo. Martín Lousteau, que se conectó de forma remota, coincidió con el gobernador radical. Presenciales estuvieron María Luisa Storani y Daniel Angelici, a quien algunos miran con desconfianza por sus buenos vínculos con el larretismo. Todos coincidieron en que se debe acordar con el FMI, pero buscarán que el costo político de un eventual ajuste lo pague el gobierno nacional.
La UCR propondrá a sus aliados dar cuórum, pero abstenerse en la votación. "Tenemos que dar duros discursos y recordar que peor que la deuda anterior es la deuda generada estos dos últimos años", señaló uno de los participantes, mientras la mendocina Pamela Verasay mantenía informado vía whatsapp al presidente anterior y actual jefe de los senadores Alfredo Cornejo. Al final de la larga reunión, acordaron revitalizar la liturgia radical: el 18 de febrero harán cumbre con todos legisladores y legisladoras en Santa Fe; en marzo habrá un encuentro de 400 intendentes cuya organización encomendaron a Ramón Mestre; y en mayo un congreso en Córdoba.
"¿Para qué tantas reuniones?" inquirieron Lousteau, Verasay y Angelici. "Tenemos que poner en valor lo conseguido", señalaron varios y consideraron importante convocar para fines de abril a la Convención Nacional para cuya presidencia Morales impulsa a Gastón Manes. Tal como lo contó Letra P, lo que todavía no pudieron acordar es la reunificación del bloque radical en medio de las desconfianzas mutuas.