El relato de la reunión del martes entre los responsables de las relaciones exteriores de Argentina y Estados Unidos, Santiago Cafiero y Antony Blinken, consta de cuatro niveles. El primero, formal, es el comunicado oficial del Departamento de Estado, que, en línea con la postura del Tesoro, reitera el "aliento" a que la Argentina "presente un marco de política económica sólido que le devuelva el crecimiento". El segundo es el repaso –también oficial– del saludo previo a la reunión, algo más generoso y que apunta la definición del anfitrión sobre de nuestro como un “líder” y “un amigo y un socio en nuestro hemisferio y más allá”, detalla la apuesta por una cooperación estrecha ante “la asunción de la presidencia (argentina) en el Consejo de Derechos Humanos” de la ONU y brinda un “respaldo muy fuerte” a la generación de “una economía vibrante” en el país. El tercero es el racconto oficial argentino y el cuarto, los testimonios de los testigos del encuentro, a los que accedió Letra P, bastante más explícito sobre lo que cabe esperar. En síntesis: ¿cuál será el precio de un respaldo de la administración Biden a un acuerdo factible con el FMI?
Ya en el saludo formal, el segundo nivel de los relatos de la bilateral, Cafiero le puso un marco a la agenda que la Argentina puede ofrecer. "Esperamos trabajar en una agenda constructiva que involucre los derechos humanos, el cambio climático, el desarme y la no proliferación (nuclear), así como en la sustentabilidad económica y el desarrollo". El cartel "FMI" a la última de esas cuestiones se colocó en el diálogo posterior.
En ese sentido, los testimonios indican que el canciller tomó la iniciativa al plantear directamente la complicada negociación con el Fondo, aunque sin mencionar la convicción de que el ala dura, económica del gobierno estadounidense patea en contra en base a la influencia del asesor del Tesoro David Lipton, factótum del Stand-by de 2018, un verdadero aporte a la campaña electoral de Mauricio Macri de 57.000 millones de dólares, del que se terminaron desembolsando 45.000 millones. Lo que sí dijo Cafiero fue que si aquello fue una apuesta política de Donald Trump, la solución debería ser ahora también política. Los demócratas "no estábamos (en el poder) en ese momento, pero lo entendemos", contestó Blinken, para luego dar fe de respaldo a una "resolución positiva" del diálogo con el organismo, una respuesta que va más allá del comunicado formal del Departamento de Estado.
"Trajimos los tres puntos de la altura, pero el campeonato sigue", resumió una fuente oficial en diálogo con Letra P.
La bilateral debe destacarse como un gesto no tan frecuente de Blinken, quien además está preocupado por expedientes más calientes que el argentino. Poco después de la bilateral, viajó a Kiev para reafirmar el apoyo de su país a Ucrania ante una eventual invasión de Rusia, algo que la Casa Blanca cree que podría darse "en cualquier momento". Asimismo, este viernes se reunirá en Ginebra con su par ruso, Serguéi Lavrov, en un último intento para frenar la escalada prebélica que desencadenó la aspiración de la OTAN de sumar a ese país europeo, algo visto por el Kremlin como una grave amenaza a la seguridad de su frontera occidental.
El Gobierno descuenta que su pedido de apoyo al país que marca el paso en el Fondo por su peso en el Board no resultará gratuito. En ese sentido, espera un aumento de las expectativas estadounidenses acerca de los posicionamientos internacionales de la Argentina, situación que, en aras de los equilibrios con el cristinismo en el Frente de Todos, "será atendida caso por caso", según supo este medio.
Para empezar, se buscará evitar cualquier ruido con Washington en relación con las visitas que Alberto Fernández realizará a China y –especialmente, dada la crisis ucraniana– a Rusia el mes que viene, justo cuando la negociación con el Fondo podría entrar en su fase crucial antes de toparse con la montaña insuperable del vencimiento de marzo. Para eso, más allá de la asistencia a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín –evento que Estados Unidos boicoterá– buscará enmarcar la gira en cuestiones eminentemente comerciales, de inversión y de transferencia de tecnología, alejadas de cualquier idea de alineamiento. "No se le puede ocurrir a nadie que el Presidente vaya a pedir financiamiento para compensar la situación con el Fondo", le dijo a este medio una fuente oficial. De hecho, la relación con China y Rusia ha sido muy zigzagueante en la primera mitad del mandato peronista debido al condicionamiento constante de Washington. Los contactos con el Kremlin, sin duda, serán puestos ahora bajo un escrutinio más estrecho.
Así, se dejará en claro en cada encuentro con representantes estadounidenses que Argentina se ocupa de mantener una política exterior realista y amigable, sin conflictos, salvo el inevitable por el reclamo de las islas Malvinas.
Cafiero se anticipó en la reunión a despejar cualquier suspicacia respecto de la presencia del vicepresidente de Asuntos Económicos de Irán Mohsen Rezai en la nueva y controvertida asunción de Daniel Ortega en Nicaragua, hecho que volvió a condenar. Aquel es uno de los jerarcas de la teocracia de Teherán que cuenta con una notificación roja de Interpol en relación con el atentado a la AMIA, algo que, en teoría, debería limitar sus movimientos internacionales.
Si Blinken habló de cooperación en materia de derechos humanos –su país retorna este año al Consejo que preside la Argentina–, se imponen de inmediato los casos de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Como se sabe, las condenas que la Argentina ha votado en la ONU mutaron en abstenciones en la Organización de Estados Americanos (OEA), algo que la Cancillería explica por la impronta que impone a los textos el polémico secretario general del último de esos organismo, el uruguayo Luis Almagro–expulsado en su momento del Frente Amplio por su permanente juego proestadounidense–, pero que suele resultar difícil de leer en Washington.
Se descuenta que esas posiciones nacionales serán examinadas ahora más en detalle en esa capital, algo que habrá que atender "caso por caso" para preservar ese vínculo clave y, a la vez, los equilibrios con Cristina Kirchner. En ese sentido, el entorno de Alberto Fernández pondera que la vice entiende, tal como surge de su carta del martes, la necesidad de refinanciar la deuda con el FMI y que esta "comparte el despliegue actual de la política exterior".
La apuesta de la diplomacia nacional pasa por ofrecerle a Estados Unidos una cooperación estrecha en los organismos sensibles para el interés estadounidense que presidirá: el mencionado Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) –clave para el caso iraní– y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una posible polea de transmisión de las demandas regionales a la hiperpotencia.
Asimismo, cuenta con la carta de Tomas Ojea Quintana, relator especial de Derechos Humanos de la ONU para Corea del Norte. Según se recuerda, la actuación del diplomático argentino como relator de la ONU para Myanmar (ex-Birmania) fue muy ponderada en su momento por quien fuera el vicepresidente de Barack Obama, esto es el actual presidente Joe Biden. Hoy, con otra carpeta caliente de la actualidad internacional entre manos, como es la del régimen de Pyongyang, Ojea Quintana tiene otra llave relevante en Washington.